- Sigo pensando que esto es una locura. - dijo Mijares mientras se acercaban al Teatro Hidalgo.
- Ella no tiene por qué saber que esto pasó, Manuel. - respondió Lucero, que iba sentado en el asiento del conductor. - No es como si nunca te hubieras escondido en el teatro para verme... -continuó y se permitió mirar a Manuel, quien desvió brevemente su atención de la calle para regresar la mirada a su ex esposa.
De hecho, durante Regina, la obra de Lucero de 2003, Manuel se había escapado varias veces del trabajo para sorprender a su mujer, siempre escondido para que el público no supiera que estaba allí, aparecía en el camerino al terminar la función con un ramo de flores para llevar a su mujer de vuelta a casa. Eran tiempos muy revueltos y Mijares sabía que Lucero le necesitaba, y fue entonces cuando empezó a planear hacer estas sorpresas. Sin embargo, con Lucerito era diferente, la obra aún no estaba lista y ella quería sorprenderlos a ambos ya que sería su primer trabajo.
- ¿Y todavía te acuerdas? - preguntó Manuel
- Todas las veces. - Lucero se encontró con la mirada del mayor haciendo que un escalofrío recorriera sus cuerpos.
- ¿Has hablado con Juan? - preguntó Manuel cortando el tema.
- Ya contestó, dijo que podemos quedarnos en la sala de control.
- ¿No habrá nadie?
- Sería el propio Juan, pero nos ha dejado paso.
- ¡Vale, pues! Ya vamos, ¿estás listo?
- ¡Estoy hecha un manojo de nervios! - respondió Lucero, sonriendo.
- ¡Yo también!
Tras un pequeño momento de tensión, el ambiente en el coche volvió a ser ligero, y la música que sonaba en la radio se convirtió en el principal foco de atención para los dos. Protegidos por el insulfilm de cristal, la conversación de la ex pareja intentaba calmar la ansiedad por ver a su hija. Hablaron de los espectáculos, de lo que se podía mejorar, de algunos momentos divertidos entre bastidores y, por supuesto, de lo orgullosos que estaban de su hija. Era innegable que cualquiera que los viera juntos en ese momento pensaría que habían vuelto a estar juntos.
El sueño de todo romántico es encontrar a alguien que haga valer el significado de la palabra amor en estado puro y completo. Poco a poco, las grandes historias a lo largo de los siglos empezaron a contar cómo la amistad era el primer paso hacia el amor y cómo era la base para que una relación - no sólo romántica - fuera duradera. Después de más de una década de divorcio, su amistad se mantuvo fuerte e inquebrantable, quizá un punto que demostró que, al fin y al cabo, ésta sí era una gran historia de amor.
- Estás muy nerviosa. No paras de mover la pierna. - Manuel sonrió a la rubia y le dijo amablemente.
- ¿Te has parado a pensar que en Escápate Conmigo, yo tenía 18 años - igual que Lucerito - y la historia también tenía trazas de El Mago de Oz? - Lucero le devolvió la pregunta, haciendo reflexionar a Mijares durante unos instantes.
- ¡Eso es lo que yo llamo un full circle! ¡Qué increíble!
- ¡No sé si podré contener mis emociones! - sonrió.
- ¡Apuesto a que serás el primero en llorar!
- Se te cae la baba, Manuel, estarás justo detrás de mí en la fila de los que lloran. - rieron los dos.
- Hace mucho tiempo que no vengo por aquí. - Manuel reanudó la conversación mientras entraban en el aparcamiento del Teatro Bellas Artes. - ¡Qué buenos recuerdos!
- ¡Ha sido un espectáculo precioso, Manuelito!
- Seguramente estaré más nervioso en el estreno de la beba, que al subir al escenario del Bellas Artes.
- ¡Pero no mostraste nerviosismo en ningún momento! Lucerito aprendió de ti, estoy segura. - tranquilizó a Manuel y colocó su mano sobre la de él, que estaba apoyada en el volante, haciendo que sus miradas se encontraran casi automáticamente.
La rutina cabe en un abrir y cerrar de ojos. En la velocidad de la ciudad es difícil prestar realmente atención a lo que ocurre a tu alrededor. Todos los días, la misma ruta, yendo y viniendo. Después de unos cuantos conciertos, ésa era la naturaleza de su relación: la vuelta a la rutina. Desde el principio, desde el primer momento en que pisaron juntos el escenario, fue como si sus cuerpos adquirieran un ritmo propio, reconociendo la misma onda de transmisión de años atrás. Y allí estaban de nuevo, sabiendo que probablemente se encontrarían en cualquier otra vida, siendo la prioridad del otro -por supuesto, excepto por sus hijos- en cualquier momento, una historia imposible de olvidar.
