Capitulo 4

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- ¡¿Qué crees que estás haciendo aquí?!

- Sam yo....vi la puerta abierta y....

- FUERA DE AQUÍ INMEDIATAMENTE, NIÑA ESTÚPIDA Y MAL EDUCADA, ¡¿TE CREES QUE PUEDES DESOBEDECER ÓRDENES ASÍ COMO ASÍ?!

Algo no iba bien....Sam jamás me hablaría así. Por el momento decidí obedecerle, mala elección, ya que no tardé mucho en confirmar mi teoría al salir de la habitación, cuando Sam me puso una mano en la boca impidiéndome gritar y me arrastró hasta otro cuarto....
Entre delante de él y cerró la puerta con llave mientras se quitaba una especie de máscara, dejando salir a la luz un rostro de ojos rojos y tez pálida, sus alas se tiñeron de negro. Se giró rápidamente hacia mi y me besó descontroladamente mientras me pegaba contra su cuerpo impidiendo mi huida. Con despiadada fiereza empezó a arrancarme la ropa y no tardé en descubrirme completamente desnuda, temblaba de terror. Sin mediar palabra el empezó a desvestirse, desvelando enormes heridas que le cruzaban el pecho. Me aplastó bruscamente con su cuerpo sobre la cama y ató mís manos a unos barrotes que residían en la cabecera de esta.
Entonces pasó algo que pensé que jamás podría pasar en el cielo, en lugar de ángeles. Yo derramaba lágrimas mientras aquello que no se podía llamar ser humano se agitaba fuertemente sobre mí, haciéndome perder la virginidad y despojandome de mis fuerzas y esperanzas, así como de mi dignidad.
Me desperté en la misma cama, aún atada de manos y completamente desnuda, pero estaba sola. Allí, destrozada por dentro y por fuera me sentí morir, entonces pensé en mis padres, en Harry, en el Sam de verdad que cuidaba de mi, en mi vida.....y decidí luchar. Agazapé mi cuerpo y con la boca intenté desatar la cuerda de mis manos, lo que conseguí con éxito. Me levanté a duras penas, tambaleandome de un lado para otro como una campana sin cuerda que retenga sus movimientos. Cogí mi ropa y al fin conseguí vestirme. Salí de la habitación y descubrí que ya era de noche. Vagabundee por los pasillos hasta encontrar mi cuarto, entré y sin sí quiera quitarme la ropa me tiré en la cama para volver a quedarme dormida, entonces decidí no contarle a nadie lo sucedido....

- Lia, ¿estas despierta?- susurró una voz en mi oído.
Sam me observaba desde el otro lado de la cama. Mis músculos estaban agarrotados y me invadía un terrible dolor de cabeza.

- S-sam- articulé débilmente.

- ¿Te pasa algo?¿te encuentras bien?- preguntó preocupado.
Recordé entonces lo sucedido el día anterior y tuve que luchar por reprimir mis lágrimas.

- Si, estoy bien- dije levantandome de la cama.
Me encerré en el baño y me miré en el espejo, para descubrir con horror los maratones que cubrían mi cara de un tono violeta oscuro y que hacían que pareciera un zombie. Supuse que Sam no había llegado a verlos por lo que conseguí encontrar en los cajones un poco de maquillaje y ocultar las marcas como pude. Me asee, me cambié de ropa y volví a salir a la habitación, donde encontré a Sam tumbado en la cama mirando al techo. Reuní todas mis fuerzas y le hablé en un tono seguro y frío.

- Ayer conocí a un chico- Sam me miró sorprendido.- Se llama Adam y está en la misma situación que yo. Quiero qué me expliques porque no me dijiste nada al respecto- Él tardó unos minutos en responder.

- Pensamos que sería mejor que no hubiera distracciones y nos centramos en protegerte.

- Puedo protegerme perfectamente sola ¿me oyes? No necesito estúpidos ángeles que se pasen el día detrás mío para que no me pase nada malo- dije con el mismo tono de voz antes de salirse de la habitación enfurecida y dejando a Sam boquiabierto sentado en mi cama.
Salí del edificio y me dirigí a un especie de parque cercano, me senté en un banco. No volverían a hacerme daño, ni Sam ni nadie, estaba decidida. Me vengaría de él, de aquel ser que me había echo tanto mal y que había intentado arruinarme la vida.

Las alas de mi ángelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora