3- Nuevos Mundos

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Mi padre apareció, despues de 15 años, se digno de llamarme y preguntarme cómo estaba, yo y el no teníamos muy buena relación de padre e hijo pero mi madre me insistió que dejara de ser tan duro y que le diera una oportunidad, de mala gana, la verdad es que me mandaba plata todos los meses, ¿Pero que cantidad de dinero compra  15 años perdidos? Ninguna, pero quize darle una oportunidad, el me dijo que si quería pasarme el verano en su casa y que conociera a mi familia paterna, me parecía buena idea, así salía un poco de todo esto

—¿Te vas? —me preguntaron todos.

—Solo son 3 meses, regresaré pronto

—No te vallas a enamorar por allá —bromeó Emma— que te nos quedas.

Enamorarse es lindo, hasta que llega la etapa del dolor y la separación o cuando hay una traición, eso daña la confianza de nuestros corazones y se pierde un poco la fe, pero no se puede controlar, lamentablemente.

Mi padre se llama Alexis, tiene 39 años, es alto, delgado y poco musculoso, igual que yo, somos prácticamente 2 gotas de agua.

El viaje fue muy largo, 8 horas en bus, en ese trayecto aproveché para escribir este libro.

Viajar es bonito, esa sensación de saber que dejas todo detrás, que estás explorando nuevas tierras, nuevos mundos, es una linda sensación, tu mente empieza a recordar las cosas que dejaste a atrás y es hasta melancólico, las cosas que más amas de tu lugar de siempre y las cosas nuevas que vas a ver, es increíblemente interesante.

Cuando llegué a la terminal de autobuses, me esperaba un señor alto, traía un hoddie negro, unos vaqueros oscuros y unos tenis negros también, unas gafas oscuras y una gorra azul oscuro, fuera quien fuera, se sabía vestir o estaba de luto.

Era mi padre, cuando me vio llegar se quitó las gafas y la gorra, se entusiasmó mucho y corriendo me abrazó fuertemente, fue una escena muy incomoda para mí, la verdad es que ese señor era para mi, casi un desconocido

—Hijo mio, que grande estás, no sabes las ganas que tenía de verte y abrazarte

Yo le respondí con una risa fingida, hiriente hasta para el peor padre del mundo, me miró con tristeza y se aguaron sus ojos

—Kevin, yo se que soy un desconocido para ti y… —se secó las lágrimas— quiero que me perdones por no estar nunca, de ahora en adelante todo será distinto.

—No te preocupes, eres mi padre, yo te quiero aunque no te conozca prácticamente —lo abrazé— ¿Nos vamos ya?

Su rostro de tristeza se había iluminado, me conmovió un poco, pero seguía firme a mí palabra de que ese señor no me quería en su vida

Me monté en su auto y nos fuimos para la casa, camino a ella hablamos de el pasado, de la escuela y de mi, de mi y de mi, hasta que le pregunte algo que no debí preguntar

—¿Porqué no me buscaste antes?

Se quedó pensativo, se perdió en el camino, mientas aumentaba gradualmente la velocidad del auto, pude presenciar su mirada por el espejo retrovisor, parecía triste y algo despistado

—No puedo decirte —bajo el retrovisor de la forma en que no lo pudiese ver— no me hagas decirte el porqué

—No me importa, quiero saber

—Kevin, yo…

—La verdad por favor

El detuvo el auto, suspiro profundamente y me miró:

—Yo si te busqué, tú madre no me permitió verte

—¿Y porque yo te creería a ti y no a mi madre?

Ángel Caído Donde viven las historias. Descúbrelo ahora