4-La Tormenta

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Volví, ¿que bien suena eh? Pero para mí no suena bien, pero felizmente, faltaban solo 5 meses para entrar a la universidad y acabar con todos los problemas.

¿Para que esperar a la universidad para salir de la calle? No se, supongo que eso fue lo que acordamos yo y Emma, ya teníamos suficiente plata para comprar ropa, comida y bebidas para todo un año, ya era suficiente

—Emma, recuerda que en 5 meses se acaba está mierda

—Siii, lo se, no me lo repitas más ¿ok?

Daniela me llamó, me dijo que se había dejado del novio para estar conmigo y que podía vivir en su casa, le dije que no podía dejar a mi madre sola, entonces ella fue la que se vino para mi casa. Ya no sentía nada por ella, solo pensaba como tonto en Cristina. Emma me conoce bien y sabía que algo andaba mal

—¿Estas enamorado verdad?

No le contesté, seguí en lo que estaba, enrrolando un fily para olvidarme de ella

—Y estoy seguro que no es Daniela, así que cuentame que pasa

Nos fumamos el fily que había acabado de enrrolar y le conté todo, cada vez que le contaba algo, se reía, por todo, por todas mis estupideces se burlaba y yo también tenía que reirme, nos pasamos media hora riéndonos sin sentido, el efecto de la marihuana.

—Eres imbécil

—Lo sé

—Das pena wey

—¡¡¡Lo sé!!!

—¿Y que harás con Daniela?

—No lo se

—Te aconsejo que te quedes con ella mientras, te la cojes todos los días en tu casa, tranquilo, hasta que te busques una nueva, Daniela está dura Kevin, serias un tonto si la dejaras por un amor imposible

—Tienes razón

—Siempre la tengo

—Pero no quiero ser egoísta con ella, no quiero hacerle daño

—Tu siempre con tus pendejadas

Aproveché para recordarle lo gallina que se puso cuando nos emboscaron y me dio una palmada por hombro y se fue.

Los días pasaban y la relación de entre Daniela y yo se desmoronaba, no era lo mismo

Evitaba las charlas cursis y demás, no era lo mismo, no quería hacerle daño, pero sabía que si se lo contaba terminaría haciéndole más daño todavía

Una noche, mientras volvíamos de una fiesta, locos y borrachos nos fuimos a la cama mientras nos besábamos, entre gemidos y risas la ropa calló al suelo, el clima estaba frío pero nosotros estábamos a fuego

—Te amo—me dijo cuando terminamos—¿Tu me amas?

Sus palabras retumbaron en mi mente como un eco, me levanté repentinamente y me preparé un café

—¿Oye que te pasa?—me preguntó mientras se vestía—¿Te sientes bien?

No podía responder, tenía que darme un trago de café para desaser el nudo en la garganta, sentía que podía llorar, si, los monstruos si lloran...

—Respondeme—dijo mientras empezaba a llorar

La cafetera empezaba a hervir, ella seguía preguntándome mientras lloraba y me cuestionaba, mis ojos se enfocaron en un punto fijo para que mis lágrimas no me traicionaran, luego del sonido de aquel aparato, sentía sus puños impactando en mi espalda, ligado a sus llantos y preguntas que me hacian daño

Ángel Caído Donde viven las historias. Descúbrelo ahora