18. Abril

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Me había quedado congelada delante de la puerta de mi habitación

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Me había quedado congelada delante de la puerta de mi habitación. ¿Qué narices hacía el Imbécil en mi residencia? Él, sin despegar su sucia mirada de mí, se levantó y se acercó hasta quedar a pocos centímetros de mi cuerpo.

—¿Qué haces aquí? —volví a repetir sin poder evitar que me temblara la voz.

Él me observó de arriba abajo y enarcó una ceja, sonriendo con suficiencia.

—¿Para quién te has vestido así? ¿Para el payaso que me golpeó? ¿A esto te dedicas cuando estás sola?

Maldije a la Abril del pasado por haberse pillado por un ser tan despreciable como él. Mi cuerpo reaccionó y me aparté, topando contra la puerta de mi habitación.

—Yo no me arreglo para nadie, de hecho, solo me arreglo para sentirme mejor conmigo misma. ¿Qué te crees? ¿Que las chicas solo nos arreglamos para tener buen aspecto para los tíos?

Soltó una carcajada y me arrinconó contra la puerta. Las piernas empezaron a temblarme, odié que él aún tuviese ese efecto en mí. Odiaba que mi cuerpo reaccionara con miedo cuando él estaba delante.

—Tú no me hables así —espetó—. No eres nadie para hablarme de esta manera y ahora me vas a contestar. ¿Te estás tirando a ese payaso?

—¿Y a ti qué te importa?

Guau. ¿De dónde había sacado las agallas para contestarle así? Sonreí contenta por mi valentía pero la sonrisa se me congeló al instante cuando noté los dedos gordos del Imbécil rodeándome la garganta.

—Te he dicho que no me hables así. Juntarte tanto con la zorra de tu amiga no te está sentando nada bien. Y ahora contéstame antes de que se me acabe la paciencia, ¿te estás follando a ese payaso?

—No —contesté en un hilo de voz—. Yo... no... no lo conocía de nada.

Apretó un poco más el agarre mientras notaba que la sangre se empezaba a acumular en mi cabeza.

—No me mientas, tú te has puesto un vestido por ese payaso porque si no jamás te habrías vestido así.

—Es... verdad. Ese chico... no lo con-conocía —balbuceé.

Por suerte el Imbécil me soltó y de inmediato empecé a toser mientras me llevaba las manos hacia la dolorida garganta.

—¿Me estás diciendo que ese gilipollas se metió entre nosotros para salvar a una desconocida?

—S-sí.

—Pues que sepas que la próxima vez que lo vea le voy a partir la cara, para que se lo piense dos veces antes de meterse en asuntos que no le importan.

—Él solo... solo quería ayudar —susurré sin poder sacar más voz.

—¿Ayudar? ¿A una inútil como tú? ¡Venga ya! Ni tan siquiera vales para que te defiendan, eres una...

Siempre nos quedará Londres #1  #PGP2024Donde viven las historias. Descúbrelo ahora