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—No debería estar diciéndote esto, y probablemente vaya a pasar por el mismo destino de todos esos ángeles. —Dijo Jeongyeon luego de un momento de silencio.

Odiaba la mueca de tristeza en los bonitos rasgos de Nayeon, detestaba que sus palabras fueran las causantes de las lágrimas ajenas, y no podía soportar la presión en su pecho al imaginar un mundo sin ella. Quizás debía hacerse la idea de que no iba a volver a verla nunca, porque si de algo estaba segura era que la iban a castigar, quitarle sus alas, desterrarla y que no podría volver a ver a su Nayeon.

No sabía qué era lo que le aterraba más. 

—¡No! —Exclamó la pelinegra, con un claro tono agitado—. ¡No te pueden hacer eso!

Jeongyeon se encogió de hombros, negando lentamente con la cabeza.

—No puedo hacer nada para evitarlo. —Murmuró lentamente.

Nayeon negó rápidamente. Con lágrimas en los ojos, se inclinó de manera brusca hacia su ángel, juntando sus labios en un beso desolado, triste, asustado.

—No me puedes dejar sola, ¿qué voy a hacer sin ti? —Lloriqueó la humana, acunando el rostro de Jeongyeon entre sus manos—. Te necesito conmigo.

Jeongyeon intentó limpiar las lágrimas que corrían sin parar por las mejillas de Nayeon sin lograr nada, ya que hiciera lo que hiciera no dejaban de caer.

—Te amo, Nay —Pronunció Jeongyeon con el corazón acelerado. Había soñado decirle esas palabras a su humana desde hace bastante tiempo, y hubiera deseado que fuera en mejores circunstancias, pero tenía que decírselo, porque sería su última oportunidad antes de tener que irse para siempre—. Siempre te he amado y siempre lo haré, por favor no lo olvides.

Ahora ambas eran un mar de lágrimas. Jeongyeon volvió a besarla, pero esta vez se encargó de que fuera un beso suave, porque quería transmitirle todo su amor a trevés de ese gesto; quería que supiera que ella era su vida entera y que sin importar nada, estaba feliz de haber sido su ángel de la guarda.

—Yo también te amo —Contestó Nayeon en un susurro al separarse para tomar aire—, por favor no te vayas. Te amo demasiado. —Imploró.

Jeongyeon dejó un último beso en la sonrojada mejilla de la pelinegra, quien de la nada se sintió con muchas ganas de dormir. Con los ojos, con su nariz enterrada en el cuello de su chica, dejando que todo se pusiera negro a su alrededor, cayendo en un sueño profundo.

Sin notar que la ángel a su lado, se desvanecía.

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𝑷𝒂𝒊𝒏 / ⊱𝟐𝒀𝒆𝒐𝒏⊰Donde viven las historias. Descúbrelo ahora