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Las risas de Nayeon se escuchaban por todo el patio de su hogar. ella jugaba con sus muñecas y carritos, muy entretenida con la historia que creaba en su cabecita.

Luego de unos minutos se empezó a aburrir, ya que siempre jugaba con su mamá y su papá, pero habían salido, y su niñera se quedó dormida a las dos horas de haber llegado. Jeongyeon la siguió con la mirada, mientras que Nayeon se levantaba con pasitos torpes. La niña ya tenía un añito y medio, por lo que aun estaba aprendiendo a caminar sin caerse. Últimamente lo hacía mejor, cosa que dejaba a Jeongyeon más tranquila, pero no por éso menos alerta.

Jeongyeon despegó su mirada de su humana para ver el desordén que dejó en su habitación. Seguro que obtendría un regaño, y aunque eso no le gustaba, sabía que era muy necesario para que ella aprendiera.

Y justo en ese segundo en el que estuvo desconcentrada, escuchó un golpecito. Levantó la mirada, encontrando a Nayeon con lágrimas en sus ojitos y mejillas, llorando no muy fuerte. Se golpeó en la rodilla derecha, acertó Jeongyeon, acercándose a paso apresurado al lugar donde estaba sentada la pequeña.

Se sentó a su lado, soplando aire a la rodilla lastimada y limpiando las lágrimas en aquellas rosadas mejillas. Pocos minutos después logró calmar a Nayeon.

-Gracias. -susurró la niña.

Jeongyeon sólo sonrió, no queriendo admitir que esa palabra aceleró su corazón. Sabía que Nayeon la vería en algunas ocasiones, ya que eso sucedía al tener un alma pura, así que no estaba sorprendida.

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𝑷𝒂𝒊𝒏 / ⊱𝟐𝒀𝒆𝒐𝒏⊰Donde viven las historias. Descúbrelo ahora