MIN-HO OPPA

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Kim Min-ho decidió no ir al estudio por tercera ocasión en el mes. Usó las gafas para sol y el cubrebocas para caminar sin preocupación por los pasillos del STAR FIELD COEX.  Aun con el rostro cubierto no era la mejor decisión caminar por el centro comercial más concurrido de la zona más exclusiva de Corea.

Desde el primer piso del centro comercial veía a las personas con recelo, anhelaba poder reír, pasear entre amigos, pero entendió desde muy joven que a pesar de alcanzar la cima, nunca era suficiente, cada esfuerzo parecía inútil. Algunos detalles desaparecen a gran altura, las cosas más sencillas se pierden... Dar un paseo puede convertirse en algo imposible si tienes la agenda saturada o al mánager persiguiéndote...

El celular vibraba sin tregua, al observarlo de reojo todas las notificaciones llevaban el mismo nombre: Dokkaebi, su mánager. Aunque MOON era la boyband más importante del mundo, Min-ho había perdido la pasión, las ganas de pisar el escenario, lo que alguna vez fue motivación, ahora era una maldición. Había mucho en juego, demasiado tiempo invertido, no podía solo abandonarlo y ser un fracaso.

Con los ojos cerrados, Min-ho trataba de silenciar las ideas que invadían su mente, el hartazgo y las más de cuarenta notificaciones en el celular terminaron por sacarlo de la meditación, intentó aventar el celular desde el primer piso, pero se detuvo en el último instante, lo apagó y depositó en el bolsillo del saco.

No todos los mensajes eran Dokkaebi, había algunos tweets, y menciones en Instagram donde se mostraba su ubicación, pero claro, no las pudo ver...   Una de cada tres personas era MOONIE, tan pronto como lo reconocieron cientos de fotografías inundaron las redes sociales viralizándose en minutos.  Tras meses sin una aparición pública, los mensajes de alegría por el regreso de Min-ho provocaron la llegada de MOONIES y paparazzi en todo el distrito de Gangnam... en cuestión de segundos el STAR FIELD COEX estaba asediado...

Min-ho bajó las escaleras eléctricas despreocupadamente, dirigiéndose a la librería Starfield. Recorrió la librería y se estacionó en las novelas internacionales.  A unos cuantos metros dos clientes lo vieron y cuchichearon ... Las observó con el rabillo del ojo mientras sostenía una biografía de Magritte... Trato de ocultarse tras el libro cuando las chicas sonrieron y sacaron el celular de sus elegantes bolsos, gritando: ¡Min-ho oppa!, como un particular grito de guerra. Min-Ho dejó el libro en un estante, y caminó a prisa tratando de evadir las miradas.  Al salir de la librería, los fanáticos, con el celular en la mano y la cámara abierta para captar el momento, gritaron su nombre y se agolparon en la entrada. Min-ho intentó cubrirse con la manga del saco y decir que lo confundían sin éxito.   Hay algo que no se puede superar fácilmente, la entrega de un fan, mucho menos el de las MOONIES, el amor se anida en ellos e incluso en otras vidas serían capaces de reconocerlo.

Min-ho se atemorizó, corrió entre las tiendas. A sus espaldas todos los fanáticos gritaban en una armonía especial:

— ¡Min-ho Oppa! — El coro inundaba cada rincón del centro comercial.

Lo que parecía una tranquila caminata se convirtió de pronto en un grave problema.  Subió las escaleras eléctricas esquivando a las personas durante el ascenso. Al llegar al primer piso, recorrió unos cuantos metros, un intenso aroma a café invadía el ambiente, se detuvo frente al SOPRESSO revisaba hacia atrás la ubicación de la caravana. Cuando creía haber despistado a la multitud que lo perseguía, soltó un suspiro victorioso, la fortuna duró poco, un tremendo golpe en la boca del estómago. El tiempo transcurrió en cámara lenta, sus lentes oscuros volaron por los aires, con los ojos al descubierto observó la mirada de una elegante mujer con el cabello castaño cayendo hasta los hombros en una luminosa cascada. La intensidad de sus ojos negros atravesó la mirada horrorizada de Min-ho, que tan rápido como sus neuronas faltas de dopamina pudieron procesar, se encontraba en terrible gran aprieto. El aroma a café se intensificó, mezclándose con el dulzor de un perfume de jazmín. La hermosa mujer se desplomó frente a sus ojos

Min-ho observó como el rostro de la bella mujer se transformaba en la de un verdadero dokkaebbi, ¿Cómo era posible que una hermosa criatura vestida en Chanel tuviera la mirada de un temible demonio?

—¡Fíjate por donde vas!, ¡Rarito!— La mirada desencajada de la chica observó una gigantesca mancha de café en una blusa de casi cuatro millones de wones. 

— ¡Esta blusa era nueva! ¡Me sorprendería que pudieras pagarla, mira esas fachas! — siguió amedrentando.

Min-ho quedó sin respuesta, su cabeza se vació como un retrete en tan solo un instante, lo más extraño es que aquella mujer parecía no tener idea de a quién se dirigía.  Por un momento se sintió como antes de alcanzar la fama, no por mucho tiempo, ya que los gritos de: Min-ho Oppa se escuchaban peligrosamente cercanos al SOPRESSO.  Sin muchas opciones, Min-ho analizó la escena, una mujer demonio millonaria cabreada y sus bolsas, lentes de anonimato extraviados, en el accidente, y la cafetería con jazz suave donde sería acorralado por los MOONIES, la única acción coherente: Hurgar en las bolsas de la chica.

Min-ho, buscó al interior de la bolsa encontrando un sombrero elegante pero adornado con un enorme tocado floral, perfecto para la reina Isabel. Min-ho lo sacó y se lo puso, La chica gritó mientras intentaba quitar la mancha de su saco con una servilleta:

—¿Qué estás haciendo con el regalo de mi abuela? ¡Quítate eso!

Sin prestarle atención, Min-ho buscó sus lentes, y desabotonó su saco.  Cubrió a la chica con él, se acercó.  Con los antebrazos expuestos, y venas exaltadas, resultado de años de entrenamiento, rodeo a la chica.  Al acercarse la fragancia del Bad Boy cubrió sus sentidos, sería difícil que un ladrón coreano tuviera el tino de comprar tan exclusiva loción.

Min-ho se refugió dentro del saco, dejando sobresalir el sombrero, cubriendo cada indicio de su persona. La estampida de MOONIES pasó de largo frente al SOPRESSO. Min-ho echó a reír mientras se quitaba el sombrero. La chica observó la sonrisa de aquel extraño personaje que se veía muy tranquilo a pesar de sus acciones.  Min-ho tomo las bolsas del piso, y comenzó a ordenarlas, dentro de una bolsa de papel guardó el sombrero, en una hoja con decorados dorados vio el nombre de la mujer frente a él: Chaeyoung.

—Esa mancha no se ve tan mal, toma — Min-ho puso el saco sobre las bolsas — Tiene un precio similar a tu blusa de seda.

Chaeyoung arrebató las bolsas, y se volteó con molestia. Min-ho sintió algo dentro de él, una cápsula que se disolvía en su estómago, por primera vez en mucho tiempo se podía sentir como una persona normal.

















No MoonlightDonde viven las historias. Descúbrelo ahora