El inicio de la misión y mis recuerdos.

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Siempre se es demasiado joven o demasiado viejo para hacer las cosas, no hay una edad precisa que indique lo que se tiene o no se tiene que hacer. Las personas simplemente se ven obligadas a tomar decisiones, porque la vida está llena de ellas a lo largo de su sendero. Y esa mañana, Itachi Uchiha había tomado la más importante de su vida.

Había aceptado su última misión.

Con pasos lentos salió del cuartel ANBU y se marchó sin premura. No era la primera vez que le encomendaba una misión que sólo él podía ejecutar, eso estaba claro. Sin embargo, esta difería por mucho a todas las demás, y a cualquier otra posterior. «Debes escoger el lado correcto, Itachi. Puedes irte con tu clan y morir a su lado, o defender a tu aldea, salvar a sus habitantes y a tu hermano...»

No fue necesario repetirlo dos veces. Él ya había hecho su elección.

Si le hubiesen preguntado si aquello valía la pena, calmadamente habría asentido, a esas alturas lo terminaba de asimilar. A medida que se acercaba al corazón de la villa, las risas de los niños y los murmullos de los aldeanos le fueron erizando la piel; aquella imagen próspera de todas esas personas inocentes reafirmaba su decisión.

«Lealtad al clan, lealtad a tu hogar... lealtad a tu familia, Itachi.»

«Lo siento, padre...»

Itachi atravesó un pequeño parque y finalmente dobló una esquina que daba al área de entrenamiento de la academia. Se detuvo depositando su atención en el enorme árbol que tenía frente a él, en el ostentoso tronco, exactamente en las imperfectas marcas de una caligrafía poco legible escritas en su superficie.

Su nombre estaba delineado con marcas gruesas y asimétricas, resultado de la dificultad que le supuso a quién lo hubiese plasmado atravesar la corteza del tronco. Por el contrario, el nombre de un lado era totalmente opuesto, con sinuosas líneas delgadas y una caligrafía impecable, producto de la habilidad de aquel al que dicha corteza no habría significado problema alguno.

Pasó su mano por encima sintiendo los surcos entre sus dedos, y respiró profundamente.

«Que preciso...» pensó como un murmullo para sus adentros.

Alzó la mirada ante aquel frondoso árbol de Sakura. Los rayos de sol se colaban a través de sus ramas permitiéndole a sus manos atrapar delicadamente un pétalo de cerezo. El recuerdo de su aroma fue suficiente para dibujarle una sonrisa sincera, la clase de sonrisa que solo "ella" le provocaba.

«Hoy que tengo una oportunidad, se me es arrebatada... Se me escapa como agua entre los dedos.» Su sonrisa sincera fue remplazada por una nostálgica, la imagen de lo que se convertiría en menos de setenta y dos horas lo ensuciaba de manera interna, lo hacía completamente inmerecedor de un ser inocente como ella.

Cerró los ojos apretando los puños hasta dejar los nudillos en blanco de la impotencia. La rabia comenzaba a aparecer en su interior, la frustración de no saber qué hacer lo desquiciaba. El tiempo se le había agotado y no tenía alternativa. El consejo había llegado a una resolución; una medida drástica para un problema drástico, habían dicho.

Itachi era consciente del rencor y la desconfianza que sentía el consejo de su clan. En ninguna reunión habían escondido su desagrado por los Uchiha, y aunque en parte entendía el descontento de su familia, por otro lado comprendía que un golpe de estado que tarde o temprano llevaría a una guerra era totalmente innecesaria.

Y aquel complejo de superioridad y esa necesidad de poder que tenían los Uchiha, lo llevaban a ese punto: Tenía que asesinar a su clan, y eso lo obligaba a renunciar a la nueva vida que empezaba a imaginar, a un futuro con sus padres, con su hermano y con...

- Recuerdos de una Noche Roja -Donde viven las historias. Descúbrelo ahora