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Era casi medianoche cuando Taeyong se dejó caer agotado en la estrecha cama de su antiguo dormitorio. Llevaba puesta la misma rebeca de punto que había usado en México, sólo que ahora no la llevaba por los hombros, sino bien abrochada.

Miró los viejos pósteres de las estrellas de rock que había pegado de adolescente en las paredes empapeladas con motivos florales ya desvaídos por el paso del tiempo. Su querido osito de peluche parecía mirar atentamente las estanterías donde se acumulaba un buen número de los trofeos que había ganado en el instituto.

Oyó las voces de su familia hablando en la planta baja y el crujido de sus pisadas por la tarima. Le llegó incluso el olor de la sopa de almejas que estaba preparando su madre en la cocina.

Estaba en casa. Todo estaba igual que antes. Pero sin embargo, mirando a Jaehyun que estaba de pie junto a la ventana, comprendió que no era verdad. Todo había cambiado.

En el avión, se habían puesto ropa más adecuada para el clima frío y lluvioso del norte de California. Jaehyun, que llevaba ahora unos pantalones negros, una camisa blanca y un chaquetón negro de lana, miró a las luces que parpadeaban a lo lejos.

──¿Es aquélla la vieja fábrica de tu familia?

Taeyong había pasado muchas horas sentado en esa ventana, leyendo libros y mirando con ensoñación las olas rompiendo en el acantilado. Se conocía de memoria cada una de las vistas de aquella casa victoriana.

──Sí.

Unas luces débiles iluminaban aún lo que quedaba del esqueleto de la vieja fábrica de su abuelo, donde había empleado a más de la mitad de los habitantes de aquel pueblo haciendo caramelos en los años cincuenta y sesenta. Pero Taeyong no quería hablar de la fábrica. No quería que Jaehyun le dijera otra vez que era un caso perdido y que lo mejor era que se marchase de allí.

En lugar de eso, quiso darle las gracias porque su abuela se hubiera salvado y se estuviera recuperando.

Se sentó en la cama y miró a Jaehyun.

──Gracias.

──¿Por qué? ──dijo Jae volviéndose hacia el.

──¿Cómo puedes preguntarme eso, después de todo lo que has hecho por mi abuela?

──Yo no hice nada ──replicó él, encogiéndose de hombros──. De hecho, tu abuela no sabía bien si abrazarme o darme una bofetada ──añadió con su sonrisa irónica.

Jaehyun había hecho ir al hospital local en el que estaba su abuela al cardiólogo más famoso de San Francisco. El médico, después de las pruebas realizadas, había diagnosticado que lo de la abuela de Taeyong no había sido un infarto, sino una alteración cardiaca sin mayores consecuencias. No tenían de qué preocuparse. Lo único que Kim Yuna tenía que hacer era controlar su alimentación y hacer un poco de ejercicio.

La buena mujer sostenía, sin embargo, que ella no necesitaba hacer dietas ni ejercicios, que todo había sido por el sofocón que se había llevado al conocer lo del secuestro de su nieto.

No era de extrañar. Al parecer, Taeil le había contado a su familia que ella se había fugado después de la boda sin preocuparse por nadie. Ésa había sido toda su explicación.

Taeyong lo maldijo para sí. Lejos de admitir su culpa, lo había dejado en la difícil situación de tener que explicar a su abuela por qué el, un hombre supuestamente casado, había desaparecido del hogar conyugal.

Dio gracias al cielo de que Jaehyun hubiera estado allí apoyándolo. Cuando había tratado de explicar a su familia lo que había pasado, se había echado a llorar y él, entonces, les había explicado a todos con mucha serenidad que Taeil les había mentido, que ya estaba casado y que su boda con Taeyong había sido sólo una farsa. Él lo había secuestrado para obligar a Taeil a confesar la verdad. Se había enfrentado en silencio y con valor a la indignación de su familia y les había pedido perdón por los errores que había cometido.

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⏰ Última actualización: Dec 20, 2023 ⏰

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あ  ;  𝗻𝗼𝘃𝗶𝗼 𝗿𝗮𝗽𝘁𝗮𝗱𝗼  ♥︎  𝗃𝖺𝖾𝗒𝗈𝗇𝗀Donde viven las historias. Descúbrelo ahora