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Te mereces algo mejor que un hombre como yo». A la mañana siguiente, Jaehyun se despertó con el cuerpo entumecido y la espalda dolorida tras haber pasado la noche en una hamaca de la playa. Aún no se lo podía creer.

Lo había tenido. Desnudo y dispuesto para él. Había visto cómo se había estremecido ante sus caricias. Lo había tenido. Había sentido su deseo, pidiéndole sin palabras que lo besara. No habría necesitado romper su promesa. Habría sido la cosa más fácil del mundo.

Si hubiera esperado un poco más, habría sido suyo. Habría conseguido al mismo tiempo satisfacer su venganza y lograr su recompensa. Y sin embargo, lo había dejado allí en la bañera, con el cuerpo cubierto de espuma.

Después de la salir de la habitación, se había quitado la ropa y se había metido desnudo en el mar para limpiar su cuerpo del polvo. Y para limpiar su alma de deseo.

«Te mereces algo mejor que un hombre como yo».

Se peinó el pelo con las manos y movió el cuello para estimular sus vértebras doloridas. Había pasado toda la noche al aire libre.

Se maldijo en silencio. ¿Por qué lo había hecho? ¿Por qué había sido tan considerado con él?

«Seguiré teniendo fe...».

Creyó oír su voz de nuevo como una música, y recordó la forma en que él le había mirado con sus profundos ojos azules.

«No concibo una vida sin amar desinteresadamente a una persona y ser correspondida por ella». Sonrió amargamente. Su frustración y la mala noche que había pasado le nublaban la razón.

Había llegado a las Maldivas el día anterior lleno de optimismo, después de que el jefe de sus guardaespaldas le hubiera dicho que habían visto a Jungwoo por allí. Si podía encontrarlo y llevarlo sano y salvo a un centro médico para que lo atendieran debidamente, no tendría necesidad de tratar con Taeil. Una vez que Jungwoo se recuperase, podría divorciarse, y Taeyong...

Taeyong podría ser sólo suyo.

Pero después de un año, todas las pistas habían resultado falsas. Casi había perdido la esperanza. La pequeña cabaña al final del camino de aquella isla desierta había resultado estar abandonada. Unos vecinos le habían dicho que habían visto por allí a un hombre que se parecía a Jungwoo, pero que se había marchado hacía dos días y no sabían a dónde había ido. A su cuidadora, una vieja mujer desdentada que no hablaba inglés y no tenía ningún conocimiento médico, le
habían pagado en efectivo. La mujer le dijo que el joven, que estaba siempre dormido, aún vivía. Eso fue todo lo que supo decirle.

Al volver a la cabaña la noche anterior, había visto a Taeyong durmiendo plácidamente en la mesa de la playa y se había quedado mirándolo. Estaba allí solo, a la puesta del sol, con aquellas gasas vaporosas que llevaba sobre su traje de baño rosa. Y, de repente, se le había ocurrido la forma de paliar su frustración, de buscar a la vez consuelo y placer.

Antes incluso de que lo tocara en el hombro para despertarlo, ya había decidido poseerlo. Pero no lo obligaría a hacer nada que no quisiera. Quería que se entregase a él por su propia voluntad.

Sabía que, como cualquier otro hombre, se rendiría si lograba convencerlo de que era él quien controlaba la situación.

El poder era un gran afrodisíaco.

Y, si él no se hubiera ido, Taeyong se habría rendido.

¿Por qué?, se dijo él, con gesto cansado. ¿Por qué lo había hecho? ¿Porque le gustaba? ¿Porque Taeyong era buena persona? ¿Porque lo admiraba? Pensó de nuevo en su cuerpo seductor. Frunció el ceño. La próxima vez, no tendría piedad.

あ  ;  𝗻𝗼𝘃𝗶𝗼 𝗿𝗮𝗽𝘁𝗮𝗱𝗼  ♥︎  𝗃𝖺𝖾𝗒𝗈𝗇𝗀Donde viven las historias. Descúbrelo ahora