No todos somos iguales.

7.2K 559 125
                                    

Max despertó al sentir una mano acariciando su espalda.

"Los sirvientes nos trajeron el desayuno" dijo suavemente el rey, besando la mandíbula de Max, deslizando su mano hacia abajo para acariciar su trasero. "Debes comer bien, tienes un largo día por delante".

Max se movió hasta quedar sentado, observando la bandeja junto a la cama, había todo tipo de frutas, pan dulces, waffles con tarritos de mermelada para untar, un par de vasos de jugo. Incluso hubo una ramita de menta para masticar después.

"Cuando era soldado desayunaba carne y huevos. Voy a engordar si me sigues alimentando así" se quejó, mordiendo un pedazo de fruta.

El rey se encogió de hombros, sus dedos jugueteando con las líneas de los abdominales de Max. "Está bien. Creo que te verías encantador todo suave y redondo".

Max levantó una ceja con escepticismo. "Lo dudo mucho. Solo quieres engordarme para poder fingir que soy tu esposo".

"No finjo que eres mi esposo" dijo el rey. Max había esperado que se enojara, o al menos se que diera una reacción mayor, pero no parecía disgustado en absoluto, simplemente depositando suaves besos en los hombros de Max. Cuando miró hacia abajo, pudo ver el miembro del rey hincharse entre sus muslos.

"Lo haces" murmuró Max, terminando su fruta. En las mañanas no se levantaba con mucha hambre, así que simplemente masticó la menta para refrescar su aliento antes de escupirla. El rey lo estaba tocando por todas partes, acariciando sus brazos, espalda y muslos, pasando sus grandes manos por su piel. Se estremeció un poco cuando el rey comenzó a jugar con los anillos de diamantes en sus pezones, movió sus piernas para ocultar su creciente erección, a veces odiaba que el Rey Sergio pudiera afectarlo de esta manera, y con tanta facilidad, sus manos hábiles siempre lograban avivar un fuego en él que no podía controlar.

Sergio besó su cuello, con una mano en su mandíbula e inclinó la cabeza hacia un lado para tener más acceso. El rey siempre estaba más emocionalmente desprotegido por las mañanas, max ya había notado que cuando todavía estaba un poco confundido por el sueño, a menudo lo besaba, le daba caricias dulces y lo mimaba como si no hubiera nada mejor en el mundo. Era un bonito contraste con la forma brusca en la que el rey solía tomarlo, y Max tuvo que esforzarse para no disfrutarlo demasiado pues siempre había sido un romántico de corazón, y ahora que era exclusivamente del rey, no tenía a nadie más para satisfacer el deseo de un toque cálido, podía sentir cómo se derretía ante esas suaves caricias a pesar de sus esfuerzos por no hacerlo.
Sus ojos se cerraron lentamente, un silencioso gemido se le escapó.

"Tan receptivo. Siempre lo fuistes" murmuró el rey, guiando a Max de regreso a la cama. Había un pequeño lubricante en la mesita al lado de la cama y baño sus dedos con el antes de deslizar una mano entre los muslos de Max. Siempre fue bastante frustrante para el rubio, saber que fácilmente podría dominar físicamente al rey, pero no tener más remedio que someterse debido a sus posiciones en el castillo. Con armas Sergio era mejor, pero cuerpo a cuerpo Max sabía que ganaría la pelea pero sin duda, sería asesinado por los guardias del rey en el momento en que saliera de la habitación. Si estaba siendo honesto consigo mismo, no quería lastimar a Sergio: era un buen gobernante para su gente y aunque a veces había sido rudo, nunca había sido cruel con el, aunque podría haberlo sido fácilmente.

Max simplemente quería tener una relación de igualdad con el rey.

Sintió que le separaban las piernas y asintió, abriendo fácilmente los muslos para su rey. "Estoy tan contento de que hayas aprendido tu lugar. Odiaba tener que ser duro contigo, tú estás para que te mime y cuide no para que te lastime" dijo el rey en voz baja, frotando sus dedos resbaladizos contra la abertura rosada.

King Sergio- ChestappenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora