Self confession

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Max acercó la espada de madera a la garganta de Sergio y suspiró. "Me estás dejando ganar" se quejó, ayudando al rey a ponerse de pie.

"Claro que no" insistió Sergio, dejando a un lado su arma de madera, estaban los dos solos en el patio, el sol se ponía a lo lejos, bañándolos con una luz anaranjada, ambos estaban sudando mucho.

Max tomó unos largos tragos de agua de su termo antes de dársela a Sergio, quien lo tomó agradecido y sorbió con avidez el líquido frío, mientras que Max se esforzaba mucho por no mirar su pálida garganta.

"Estoy oxidado." Max se dejó caer en un banco de piedra. "Mis habilidades ya no son lo que solían ser, incluso tengo ampollas, ¿puedes creerlo? No he tenido ampollas desde que era un niño".

Sergio se sentó a su lado. "Volverán, solo necesitas más práctica, trabajaremos juntos todos los días cuando tenga tiempo, no te estreses Maxy".

"Gracias, mi rey" dijo Max honestamente, tomando la botella de las manos de Sergio y dejándola a un lado, luego agarro un paño de seda para secarse su cara y pecho sudoroso, para después agarrar otro para limpiar a Sergio, intentando que su cuerpo no reaccionara ante la espalda sudada del mayor, sus pantalones de piel se sentían incómodos en sus piernas.

Ya no estaba acostumbrado a vestirse con las prendas tradicionales de un guerrero, más acostumbrado a las túnicas de satin sedosas que había usado como concubino de Sergio, incluso sin camiseta, le resultaba difícil maniobrarse, lo que le había permitido a Sergio ganar ventaja una y otra vez, al menos hasta que el rey comenzó a dejarse ganar para darle a Max un impulso de confianza, pero el rubio conocía íntimamente cómo peleaba Sergio, y había sido más que evidente que lo había dejado ganar, no sabía si lo encontraba ofensivo o conmovedor.

"Solo has vuelto a pelear durante unas pocas semanas, tienes que darte tiempo cariño" dijo Sergio de manera reconfortante, mirándolo, y Max pudo ver los ojos del rey moverse sobre su torso desnudo y sudoroso antes de que los arrastrara de nuevo a su cara. "Me ha abierto el apetito, ¿Tienes hambre?"

"Estoy muriendo de hambre su majestad, podría comerme una vaca entera", dijo Max, frotándose el estómago, a lo que Sergio no pudo evitar reír y luego se puso de pie.

"Entremos, haré que los cocineros nos preparen comida"

Max sonrió. "Como desee mi rey".

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"Esto es lo que debería haber estado comiendo", dijo Max entre bocado y bocado de su carne asada. "No esas frutas y miel que me dabas" bromeó, sonriendo al rey, Sergio le dirigió una mirada de incredulidad.

"Parecías disfrutar bastante de la fruta y la miel, no es como si fuera un castigo comer dulces" le respondió, tomando un trago de su vino.

Max se alegró de que los cocineros todavía tuvieran mucha comida para ellos, ya que se habían saltado la cena cuando todos los demás comieron para practicar en el patio.
Incluso tibia, la carne estaba deliciosa, le recordaba sus días allá en casa, cuando su madre de niño le daba de comer carne y papas para engordarlo.

"Debes haber querido engordarme, que me volviera todo suave y apapachable" se rió Max, robándole una zanahoria del plato del rey y masticándola. "Así que sería más agradable abrazarme en las noches".

"Yo no te abrazaba", dijo el rey con insistencia. Max puso los ojos en blanco juguetonamente. "Creo que te estás imaginando cosas".

Max tomó un sorbo de su propio vino, no solía darse el gusto, pero había sido un día muy largo. "Sí, me lo imaginé todas esas veces que desperté con tu pecho pegado a mi espalda, tu brazo alrededor de mi cintura y tu pene contra mi trasero".

King Sergio- ChestappenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora