Capítulo IV: En pedazos

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Seguramente te debes estar preguntando como no me di cuenta antes de que Felipe estaba pasando por todo esto. En cierto modo, podría decir que es extraño y bueno al mismo tiempo; porque en su caso, no se le presentó ningún tipo de síntoma que haya sido doloroso para él. Recuerdo que antes de la conversación, él no solía comer mucho, y que también había comenzado a perder mucho peso. Es más, llegamos a creer que podría tener algún tipo de trastorno de la conducta alimentaria, y de no haber sido por esa llamada de atención, no nos hubiéramos dado cuenta jamás.

El día que Felipe había faltado a la escuela, fue donde su nutricionista le habría dado la noticia de que unos exámenes habrían salido bastante alterados; y que decidió consultarlo con un colega que veía precisamente todo el tema de los cánceres, y que según su perspectiva, lo más probable era que Felipe tuviera este tipo de cáncer, el cual desafortunadamente estaba super avanzado. Tuvieron una reunión con el doctor que vería todo el tratamiento de Felipe, y fue ese mismo día donde le dijeron que la quimioterapia no serviría de nada por el exponencial avance del cáncer.

— ¿Y bien? — Me dijo Felipe esperando una respuesta de mi parte. Al parecer no es solamente el polvo lo que me tiene así... — Bromeó.

Me quedé por un buen rato en silencio y en shock. Realmente no sabía que decir. Eran muchas preguntas y muchas emociones, que definitivamente no eran las que yo quería sentir en aquel día.

— ¿Tiene tratamiento? — Fue lo primero que se me ocurrió preguntar.

— Eh, bueno... Tendría que haber limpiado mejor mi habitación para que no estuviera llena de polvo. — Dijo.

— ¿Cómo puedes estar bromeando con algo así? — Le respondí molesto. Felipe, te estoy preguntando por tu cáncer, y tú me sales con una respuesta así. Me dices que es terminal, y eso no suena para nada bueno. ¿Qué significa que sea terminal?

— Lo siento. — Dijo. Solo intento que esto no sea más traumático de lo que ya es. No, no tiene tratamiento. — Añadió.

— Pero, ¿Cómo no va a tener tratamiento? — Le pregunté.

— Pues no lo tiene, Javi. — Me respondió. Además, que sea terminal significa que mi película está próxima a terminarse y no habrá una segunda parte.

— No entiendo esas metáforas, Felipe. — Le respondí mientras me paraba de la cama para caminar en círculos por toda la habitación.

— Javi, estaré con mis padres antes de lo que tenía previsto. — Me respondió.

Esa última frase fue el golpe con el que me haría el jaque mate final.

Inmediatamente después de eso, me puse a llorar descontroladamente. Podía sentir como si mi corazón fuera rasgado en pedazos... Juro que, si ese mismo día me hubiese terminado, en vez de darme esa noticia, me hubiese dolido menos la ruptura con el amor de mi vida, a seguir estando con él y saber que en cualquier minuto se podía morir.

Felipe se levantó de la cama, me iba a abrazar y yo cometí el error más estúpido. Decidí tomar mi mochila, e irme. Bajé las escaleras de aquella casa, y pude ver como la abuela de Felipe estaba asomada en el marco de la puerta de su habitación, y se dirigía hacia mí.

— Lo siento mucho, Javi. — Me dijo mientras me abrazaba.

Yo no podía dejar de llorar desconsoladamente, pero abracé fuertemente a Ester.

— Esta noticia nos tomó a todos por desprevenidos. Sólo quiero que sepas que Felipe está siendo muy fuerte al contarte esto. — Dijo Ester.

— Necesito irme a casa. — Le dije a la anciana mientras me desprendía de sus brazos.

— Está bien. Por favor, ve con cuidado. — Me dijo.

Mientras me separaba de ella, me di vuelta hacia la habitación de Felipe y pude ver como él nos miraba desde el marco de su puerta. Le devolví la mirada, miré a Ester y bajé las escaleras para posteriormente abrir la puerta de la casa e irme.

Amar después de tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora