Capítulo I: Se llama Javier

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Rondaba el año 1996, específicamente el día 27 del mes de julio. Por ende, era verano aquí en España. Hace aproximadamente unos meses había sido la elección más reñida que se había visto en la historia de la España Democrática, donde el Partido Socialista Obrero Español después de 14 años de gobernar, perdería su puesto ante el Partido Popular. En este mismo día del mes de julio, mi madre entraría en labor de parto, y mi historia estaría comenzando.

Rápidamente mis padres se dirigieron al Hospital Universitario Donostia de la ciudad San Sebastián del País Vasco, donde finalmente vería con mis ojos la luz del mundo por primera vez.

— ¡Es un varón! Felicidades. — Dijo la enfermera mientras me sostenía en sus brazos.

— Es maravilloso, amor mío. Tiene tu preciosa nariz. — Dijo mi padre.

— Déjame verle, Carlos. — Dijo mi madre aún recostada en la camilla sin poder moverse muy bien.

Mi padre me acercó a mi madre, y según ellos cuentan hasta el día de hoy, es que yo hice un gesto bastante particular con mi mano derecha en mi nariz. Comenzaría a rascarme de una forma bastante particular, y eso les hizo mucha gracia a ambos. Finalmente, mi historia estaba recién comenzando; y aquel pequeño de apenas minutos de nacido, no tendría idea de todo lo que se vendría para su vida.

— ¡Que ojazos que tiene! — Dijo la enfermera sorprendida. Nunca en mis casi cuarenta años que llevo como enfermera, había visto unos ojitos tan azules cómo los de este pequeño.

Mis padres estaban aún en un cierto grado de shock por lo que acababa de pasar. Su primer hijo había nacido.

— ¿Ya tenéis pensado el nombre de vuestro hijo? — Preguntó la enfermera mirando a cada uno de mis padres.

— Así es, se llamará José María, cómo José María Aznar del Partido Popular. — Afirmó mi padre mientras me cargaba en brazos.

Mi madre que apenas se podía mover, miró con una cara de desprecio a mi padre y le dijo:

— ¡Ni pensarlo! Se llamará Felipe, cómo Felipe González del PSOE. — Agregó mi madre. Y se acabó, no hay más vueltas que darle.

La enfermera estaba un poco incómoda por la situación, y es en ese minuto donde mi abuela Carmen terminaría interrumpiendo la discusión.

— Que el niño se llame Javier. — Señaló mi abuela.

— ¿Eh? — Dijeron mi madre y padre deteniendo su discusión mientras se quedaban mirando a mi abuela.

— Así, tal cual. Que se llame Javier. — Agregó mientras se limpiaba sus anteojos con un paño. Javier significa hogar nuevo, y no me cabe duda alguna de que este pequeñín traerá algo nuevo a nuestro hogar y familia.

Mi madre y padre se quedaron viendo por unos minutos, y fue cuando en sus ojos se pudo ver como una lagrimita caía de cada uno. Finalmente, sin decir nada sabían que ese nombre era el indicado. Luego, me verían y se volverían a ver entre ellos. La decisión estaba tomada.

— Javier. Se llama Javier. — Dijeron ambos mirando a la enfermera.

Amar después de tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora