6. Besos

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La no-cita con Carlos resultó ser demasiado divertida para Hirving, se tomaron muchas fotos juntos posando con sus changos en la cabeza. Al final la estaba pasando muy bien que no se resistió a comerse una hamburguesa con papas dobles. Era débil.

Carlos resultó ser un encantador de primera, se la pasó sacándole risas y platicaron de montón de cosas. Él le contó de su vida en Italia, incluso supo sacarle información acerca de alguien que jamás se imaginó volver a hablar, de su primer amor, pero a diferencia de otras veces, esta vez se sintió diferente, como si le estuviera contando alguna travesura que hizo a los 13.

Para su buena suerte, Acevedo estuvo cojeando durante todo el paseo, así que tenía excusa para tenerlo cerca sin que pensara mal de él, esperaba que el sonrojo de sus mejillas al tenerlo cerca no lo delatara o al menos no demasiado.

Llegó un punto en el que se olvidó de su ropa, se le olvidó sumir la pancita, se le olvidó lo mucho que odiaba su risa y simplemente disfrutó, era el efecto que Carlos tenía sobre él y le gustó mucho más conforme el tiempo avanzaba.

Se sentía libre.

Comía feliz de su algodón de azúcar sin percatarse de la mirada que Carlos tenía sobre él.

Para Carlos fue fascinante ver a un Hirving tan sonriente e infantil, asombrándose de todo a su alrededor, le gustaba ver el brillo en sus ojos y ver los bonitos oyuelos que estuvieron presente toda la tarde en su rostro. Sin duda alguna ese era el Hirving que más le gustaba, mientras lo miraba recapituló la primera vez que lo conoció.

Todo lo que pensó aquella vez fue "Wow" cuando lo miró reír y sonrojarse. Se veía tan bonito como se miraba ahora, quería ser egoísta y disfrutar de esa faceta toda su vida, soltó un suspiro y le robó un poco de algodón de azúcar lo que hizo que el mayor protestara.

—¡Oye! Tú dijiste que no querías.

—No quería en ese momento, ahora quiero.

Hirving hizo una mueca mostrando su inconformidad con eso, pero no le negó más. Hasta cierto punto lo sintió un tanto romántico el compartir un algodón de azúcar, ese pensamiento le hizo sonreír.

Cerca del atardecer regresaron al departamento de Lozano, compartieron lo que más les gusto del paseo y lo bonito que se veían los animales en el zoológico, todo y nada simplemente ellos dos con Michelle Branch de fondo al llegar al edificio.

So please, baby,
Try and use me for what I'm good for.
It ain't saying goodbye.
It's knocking down the door
Of your candy store.

—Bueno... Me lo pasé muy bien, Carlos, muchas gracias.

—Yo también me lo pasé bien contigo, espero que podamos repetirlo.

—Por supuesto.

Hirving no sabía qué hacer, si despedirse, irse, bajarse o quedarse.

—Eh.

—Eh.

Ambos hablaron al mismo tiempo y se miraron riendo por la coincidencia.

—¿Te gustaría pasar?

—¿Me estás invitando a cenar?

—A lo mejor, si quieres comer ensalada, entonces sí.

—Pensaba comer otra cosa.

Hirving entrecerró sus ojos intentando descifrar aquello, estaba seguro de que muchas veces Carlos le había hablado en doble sentido y no lo había entendido, pero no se iba a martirizar por aquello, simplemente se encogió de hombros y salió del auto justo cuando el menor entre ambos apagaba la radio y salía también.

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⏰ Última actualización: Jul 04, 2023 ⏰

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