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Pedri González

¿Lejos de Barcelona?

2 de Junio. Madrid, España.

De un momento a otro, empieza la canción que le gusta a Pedri, playa del inglés. Y se escucha una voz cantándola a todo dar. Entonces recuerdo lo que hice, y que lo quería hacer con él, no con su rival. Un golpe frío de realidad es todo lo que necesitaba para darme cuenta de que haga lo que haga, igual seguiré amándolo a él, sin importar cuantos mas hayan.

Estábamos en Madrid, si, no era nuestro estado, nuestro territorio, pero en algún momento de la noche Araújo nos trajo a este bar.

Él no se llevaba nada bien con los del Madrid y yo había follado con uno, me paso de verdad. Él puede ser una mierda conmigo, de igual manera estaré para él.

Me acerco a donde ellos están, ignorando a todos y fijo mi mirada en Araújo, que está viendo algo en el sofá.

- Hola, me dijeron que estabas ocupada y no fui a buscarte por que Pedri dijo que estabas en el baño - habló tan rápido que tuve que ponerle la mano en el hombro.

- Tranquilo.

Él sonrió y yo dirigí mi mirada a Pedri, que parecía muy cabreado.

- ¿Sucede algo? - le pregunté y él me miró, furioso.

- Ve tu a saber - respondió, y volteó su mirada a otro lugar.

Entendí, que no quería hablarme, nada anormal en él suponiendo que me odia.

Entonces Baldé no estaba. Ni él, ni Ansu, ni Bembelé. Y examiné todo a mi alrededor con la mirada buscándolos y no los vi.

- ¿Donde están los chicos? - indagué a Gavi, que estaba sin nada que hacer.

- No sé, por ahí.

Reí un rato con él y con Raphina hasta que Pedri, me dijo que lo acompañara a algún lugar. Y yo como toda tonta lo seguí solo por que me habló. O sea, me habló de algo que no sea obligatorio.

Estaba feliz.

Emocionada lo seguí hasta que salimos y dejamos la música atrás.

- ¿A donde me llevas?

Él iba a pasos de mi y se volteó, serio, con la mandíbula apretada.

- ¿Qué pasa, Pedri?

Entonces me empujó a la pared donde choqué y él me tomó el cuello, apretandolo sutilmente.

- ¿Ahora también te chanseas a Gavi? - preguntó.

Yo no sabía ni como respirar.

- ¿Qué?

- Cómo oyes. No sé qué te traes en manos, Aurora, pero te recomiendo que no lo sigas haciendo.

- ¿De qué hablas? - proferí.

- De ti, de que a todos les coqueteas.

- ¿En qué te importa eso a ti? Que no haces más nada que seducirme y tratarme como te da la gana.

- Si lo hago es para que no te perjudiques tú.

- ¿Me perjudique? Por favor, si mientras más me ignoras, más te amo. Y más te quiero en mi vida.

- No...

Él negó tanto y me soltó. Pero me quedé en la pared, sin decir nada.

- ¿Sabes lo que esto le afectaría a tu hermano?  sabes el mal que le haría. Te despreciaria a ti.

- A mi no me importa lo que piense él, por que lo único que quiero es estar contigo...

- Y tu y yo no podemos tener nada, Aurora entiéndelo.

- ¿Por qué? - le grité, con las lágrimas cayendo de mis ojos - Porque no soy suficiente para ti, por que no soy tan bonita como las zorras que te gustan... Por eso.

Pedri volvió a negar y dijo

- Eres tal vez lo mejor que he tenido en mi vida, y ni siquiera soy capaz de valorarte ¿entiendes? No soy bueno para ti.

- Eso no me importa, Pedri.

- A mi si, por que si te vuelvo mierda, tu me seguirás amando y mientras más te decepcione más me odiaré a mi mismo.

Sentí sus palabras en el donde de mi corazón, y corrí a abrazarlo.

Era la primera vez que Pedri me decía algo que no fuera malo, o despectivo. El me molestaba, pero lo amaba tanto como podía, Pedri era tal vez el amor de mi vida, algo tan bonito como él nada más iba a llevar una vez.

Su sonrisa, sus ojos, su cara, su carisma, su empatia. Todo de Pedri a mi me parecía lindo, él era lindo, mi lindo.

- Te amo, Pedri... Y si me destruyes me construirás otra y otra vez, hasta que ya no tengamos reparación.

Lo besé, ahora em correspondió, saboreandome, tal y como desde un principio quería. Pedri me iba a volver loca, aunque no quisiera, Pedri siempre me hizo sentir esas mariposas revoltosas.

Pedri, Pedri, Pedri. Desde que mi hermano me lo presentó, se volvió el pilar de mi vida, mejor dicho, se convirtió en mi vida. Mi vida entera.