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Regreso de Hans chikito 😊 . . . .
Que día tan hermoso para salir, así que, por petición del pequeño castaño fueron a un parque de atracciones. El lugar esta lleno de gente, se oían risas y gritos por todos lados, con eso el niño se entusiasmaba aún más, quería subir a todas partes.
-Calma Hans, no podemos ir a todos lados al mismo tiempo.
-Pero hermana, todo se ve muy divertido, ¿cierto novio de hermana?
-...
-¡Que no es mi novio!
-¿Entonces por que vino?
-Bueno, de algún lado teníamos que sacar el dinero de los boletos, no nos iban a dejar subir de a gratis.
-Ah...
Y no pasaron ni tres segundos cuando el niño ya había salido corriendo, tenía muchas ganas de subir a la montaña rusa, al llegar había una larga fila, no le quedaba de otra que esperar y esperar hasta que ya fuera su turno.
-Siguiente.
-¡Yo!
-No puedes subir solo niño.
-¿Por qué? Soy un niño grande.
-Así son las reglas, solo puedes subir con alguien mayor, busca a tus padres y vuelve.
-Mis papás no están aquí... Pero, tengo una hermana que es así de alta- exclamó poniéndose de puntillas y extendiendo el brazo para demostrar la altura.
-Pues hasta que no esté aquí no te subes, siguiente.
Y así el pequeño Hans se retiró de la fila con cierta tristeza, pensó un poco y pronto oyó los gritos de su hermana buscándolo, quizás si decía mentiras ya podría subir ¿no? Mientras ideaba algo, se dio cuenta de que el último asiento estaba vacío, así que antes de que encendieran de nuevo el juego, se subió a escondidas.
-¡Hans! ¡Hans!, ¿eh? ¿Lo encontraste?
-Si, allá está- la joven rubia miró en la dirección donde señala el albino, y se encontró con su pequeño hermano moviéndose lentamente en el carrito de la montaña.
-Ay no no no, ¡Hans baja ahora!
-¿Eh? Hola hermana, ¡adiós!
Y el juego comenzó, el carrito salió a toda velocidad pasando por los giros y curvas del circuito, acompañado de los gritos y risas de las personas subidas. Crystal corrió hasta donde el sujeto de los boletos y le explicó la situación, dando como resultado un intento fallido, no podían detenerlo ahora, había que esperar a que terminará todo el recorrido.
Fueron los minutos más agónicos que pudo pasar, para que medio se calmara, el albino había traído unas crepas con azúcar y crema de mantequilla. Las cual por la ansiedad devoró ambas, tanto la suya como la del albino. Cuándo la máquina se detuvo fue por su hermano, que tenía el rostro pálido y se notaba muy mareado, lo sacó de ahí y cuando el pequeño le aviso de sus ganas de vomitar lo llevó al lado de un bote de basura para que el nene dejara ahí el desayuno revuelto de la mañana.
