PROLOGO

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Kang YeoSang tiene un secreto.

No, no es Superman. No es un superhéroe con mallas ajustadas a un cuerpo de granito y músculos de infarto.

Tampoco es un asesino serial.

Es un escritor.

¿Cuál es el secreto?

Escribe novelas eróticas. No solo eso. Erotismo entre hombres. Cuerpos fornidos y no tan fornidos, que nacían de su imaginación y eran impresos en cada letra que se marcaba en la blanca página de su ordenador. Escribía sobre sus aventuras y desventuras, del romance mágico que solo la fantasía podía entregar a través de palabras llenas de fuego y pasión. De amor desenfrenado que se desenvolvía entre sábanas y lugares más audaces que solo una cama.

Cuando escribía, YeoSang liberaba toda su creatividad, haciendo posible lo imposible, porque, ¿Cuál era el sentido de restringirse a la aburrida realidad?

Él quería sentir que no había límites y eso lo impregnaba en cada página.

Donde el amor triunfaba. La felicidad era una posibilidad y follar con tu alma gemela era tan real como ver salir el sol cada mañana.

Era idealizado, pero prefería que sus personajes vivieran lo que él, claramente no vivía.

Encerrado en su habitación, los últimos rayos del sol entrando por la ventana, YeoSang vivía más solo que roca de río. Y al menos la roca tenía el río para ser rozada por su fluidez, él cambio no tenía nada de nada.

Hace más de seis meses que su cama estaba vacía y su culo no tenía mayor acción que unos tristes juguetes que lo habían ayudado en sus momentos de desesperación. En esos que debía crear escenas salvajemente sexys y la inspiración no llegaba. En donde debía imaginar hombres sudorosos disfrutándose mutuamente, y él solo tenía un vibrador con pilas.

Como decía, la aburrida realidad no podía hacer un libro. Si sus seguidores obtuvieran una novela que describiera su monótona vida sexual, no tendría con qué pagar el arriendo a fin de mes por falta de ventas.

Suspirando, miró lánguidamente su última novela. Hablando de ventas malas, esta novela iba camino a ello.

Últimamente la inspiración no venía a él. Estaba bloqueado, algo común en el mundo de la escritura, pero en su caso tenía nombre y apellido. Kim KiBum. Su ex novio le estaba volviendo la vida imposible, especialmente el último mes, su constante acoso llegando a niveles abrumantes.

De alguna forma había encontrado el modo de contactarlo, sin importar lo mucho que lo bloqueara, este continuaba. Había puesto de los nervios a YeoSang, al punto de matar su inspiración.

Los últimos capítulos que había escrito, eran un fiasco. Y no, no lo decía por ser exigente o muy autocrítico. De verdad eran una porquería. Pero tenía una fecha límite y debía cumplirla. Sin importar lo desastroso que fuera, ya no podía hacer nada.

Odiaba cuando la realidad entorpecía la fantasía.

Cerrando todo, guardó su computador en su lugar secreto.

Ya no había vuelta atrás. Mañana era el límite. Le daría una última revisión y luego lo enviaría a la editorial.

Después enfrentaría lo que se viniera, las críticas de sus seguidores siendo lo primero en su lista.

Lástima que YeoSang no estaba ni cerca de imaginar lo que el destino le tenía preparado.

MIROTIC [JongSang]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora