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"Carta de Hogwarts"
Ya era el maravilloso día, donde Audrey cumpliría los 11 y por fin recibiría su carta, y no solo ella, si no también Sirius.
Un gran día y Audrey seguía dormida, era algo extraño ya que ella siempre es de despertarse temprano.
Pero la emoción de un día antes no la dejó dormir.
—Hija... Audrey -Sebastian intentó despertarla- Cariño, es hora de levantarse
—Mmmh... cinco minutos más -Pidió Audrey
—Bien, le dire a la lechuza que devuelva tu carta
Audrey se levantó lo más rápido posible al escuchar la palabra "carta"
—¿Dónde está? -Preguntó Audrey con emoción
—Abajo, pero no bajarás hasta que hagas tus tareas -Sebastian se refiera a tender su cama, bañarse, cambiarse, etc.
Sebastian salió de la habitación para que la rubia hiciera sus tareas agusto.
Media hora después estaría lista, bajo y ahí vio un gran bánquente, llenó de comida que le encantaba a la ojiazul, como waffles, hot cakes, helado, pasteles pequeños, y claro también había de las ensaladas que más le gustaban a Audrey; y en medio de todo estaba dicha carta.
Con emoción leyó la carta en voz alta, se emocionó demasiado, después procedió ella y su padre a comerse parte de el bánquente.
Sebastian había pedio el día para pasar tiempo con su hija, lo que significaba que hoy no iría con los Black, era triste, no vería a Sirius.
Audrey pensaba en escribirle una carta a Sirius, pero no le salían las palabras, tenía muchos pensamientos.
—Hija, qué tal si salimos, te compro algo, y también le puedes comprar a Sirius y si quieres también a Regulus
—Suena genial, ¡Vamos! -Audrey dio un brinco de felicidad
Los Darkworth fueron tanto a tiendas Muggles como a tiendas de magos, donde compraron varias cosas.
Fueron muchas tiendas, pero Audrey no encontraba nada que le gustara para los hermanos Black.
Hasta que en una tienda del callejón diagon vio un anillo en forma de corazón, el cual lo tendría que abrir con una llave que venía de collar, y adentro de el anillo podías poner una o dos fotos.
La ojiazul entró a la tienda y con sus propios ahorros compró el anillo y el collar.
Seguía el regalo para Regulus, Audrey buscaba entre todos los artículos algo que grite las vibras que este tiene.
Sebastian se quedó en un pequeño bar, le dio permiso a Audrey de estar cerca, pero no irse a los rincones o otra zona.
Audrey caminaba y caminaba y nada de ahí le parecía lindo para Regulus.
—Perdóneme señorita -De tan distraída que iba Audrey no se daba cuenta por donde iba
—Lo siento, fue mi culpa
—No pasa nada. ¿Estás perdida? -Pregunto el joven
—No en realidad, solo veía las tiendas -Respondió Audrey algo desanimada
—Soy Clark Fernsby, ¿Y tú? -Preguntó
—Es un placer, yo soy Audrey Darkworth
—Lindo nombre Audrey, me recuerdas a mi madre, ella era muy parecida a ti
¿Era? Audrey no quería hacer plática con un desconocido, parecía buena gente pero, su padre le había dando órdenes de no hablar con desconocidos.
—Lo siento -Audrey bajo la mirada
—Está bien, tranquila. Déjame adivinar, acabas de entrar a Hogwarts
—Bueno... Si, pero no vengo a buscar tales materiales. Solo un regalo
—Entiendo, ¿Quieres que me vaya, cierto? Esta bien, no te haré daño
—No es eso, solo que estoy un poco apurada, y de verdad necesito encontrar un buen regalo
—Bueno, te recomendaré ese lugar de enfrente, venden muchas cosas lindas, según algunas cosas "te protegen", podrías buscar por ahí
—Gracias por la sugerencia, Clark
—No hay de que Audrey, te veo en Hogwarts, Gryffindor cuarto año
Audrey asintió y se dirigió a la tienda que le dijo el chico, no podría ser una trampa, conocía a la señora que trabaja ahí.
Ahí la ojiazul miró todas las novedades, y después de tanto buscar, encontró lo que tanto buscaba.
Era un anillo de color verde esmeralda, la estética parecía que estaba viejo, tal vez era verdad o solo era decoración.
Audrey se dirigió a pagar con la señora que atendía ahí.
—Pequeña Darkworth, hace mucho que no te veía, cuánto haz crecido
—Bueno, vine a comprar este anillo
—Oh, tienes buenos gustos pequeña, el anillo de la escarlata. Según la historia de este quien porte el anillo podrá ser salvado al menos una vez de la muerte. ¿Lo crees posible pequeña?
—Oh... No lo sé, tal vez sea verdad, solo queda averiguarlo
—Perdón por la incumbencia, pero, ¿El anillo lo portarás tú o es un regalo para alguien?
—Es un regalo para alguien, alguien especial, el color me recuerda a esa persona y bueno
—En ese caso esa persona tiene mucha suerte, ten querida, serían 10 galeones
Audrey pagó tomó el anillo y salió de la tienda, se dirigió hacia donde estaba su padre, y juntos volvieron a casa.
La rubia le mostró a Sebastian los obsequios que había comprado, y sobre la historia de tal anillo.
Sebastian solo sonrió y dijo que no está mal creer por una vez en aquellos artefactos, al fin y al cabo; existe la magia, ¿No?
Audrey guardó con cuidado en cajas muy lindas de color negro, la caja de Sirius tenía un listo tinto, y el de Regulus un verde fuerte.
Todo estaba listo, solo faltaba ver a los Black para poder darles tales regalos.
