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"¿Mostrarles o decirles?"
—¿Y cómo te va? Supongo que debe ser difícil soportar a Ingrid todas las noches -Pregunta Regulus, estaba sentado junto a Audrey, en las gradas del campo de Quiddich
—Nos acostumbramos, al principio peleábamos cada noche que nos veíamos, pero ahora solo nos ignoramos -Dice Audrey manteniendo su mirada fija en el campo
El pelinegro solo asintió, dándole otra calada al cigarro que traía entre sus dedos.
—¿Y con tu novio James? -Audrey voltea a verlo, y se detiene mirando esos ojos verdes
—No es mi novio -Regulus soltó una risita al escuchar eso
—¿Ahora vas a negarlo?
Audrey devolvió la mirada hacia el campo y dio un leve suspiro.
—Nunca lo hemos sido, solo parecemos serlo
—¿Y piensas pasar toda tu vida fingiendo una relación con él? Audrey, en un año de vas de Hogwarts, recuerdo que me habían dicho hace mucho que para entonces abrías cumplido varios de tus sueños
La rubia soltó una pequeña risa, y simplemente negó levemente.
—Ya ni siquiera recuerdo varios de esos...
Regulus la miró y se quedó callado, y luego volvió a hablar.
—Bueno, ahora mismo estás cumpliendo uno, ¿por qué no les haz dicho a los otros idiotas?
—Dumbledore dijo que lo mantuviera en secreto, tú y yo somos dos, y ahí somos cinco, es diferente
Las pequeñas desapariciones de la ojiazul se debían a que conocía nuevas criaturas mágicas, en especial una, la cual siempre tuvo ganas de conocer desde que era una niña, desde que su padre le compró aquel libro de dragones.
Era un sueño, una meta para ella, y la estaba logrando, con supervisión de Dumbledore e incluso de Hagrid, quienes decidieron apoyar su sueño gracias al cariño que le tenía a la joven, además de que la rubia les había dicho que quería ser magizoologa, si no lograba ser jugadora de Quiddich.
Nadie más que Regulus sabía sobre la amistad que tenía Audrey con Dumbledore, siempre la trató como una hija, desde que había entrado, al principio lo hacía porque Sebastian le dijo que la cuidara muy bien, que era especial.
