Admiraba su delgado reflejo en el espejo de cuerpo completo en el vestidor de la tienda de ropa en la que se hallaba junto a su pareja.
La música pop que usualmente se reproducía en las tiendas de ropa juvenil estimulaban su cerebro de forma placentera mientras se halagaba a sí mismo.
Después de una fuerte discusión hace unos días, el ojizarco se vió en la necesidad de hacer algo para ganarse el perdón de su ahora prometido, y en su mente trastornada llegó a asumir que si le compraba a su futuro esposo lo que él exigiese, este lo perdonaría.
En cierto modo fue cierto, se disculpó y eso complació en su mayoría al joven de cabellos castaños - como el hombre de piel marfil esperaba -, y en cuanto el aspirante a abogado le ofreció ir de compras, le fue imposible resistirse a tan jugosa oferta.
Entonces eso da un poco de contexto de la escena, el moreno se consideraba un fanático de la moda, siempre leyendo artículos sobre diseñadores y modelos, la salida de una nueva colección de su diseñador favorito haría que su corazón latiese más rápido así como el de una adolescente obsesionada con una banda de muchachos al oír su nueva canción.
Acomodó su ondulado cabello antes de sentirse lo suficientemente satisfecho con su apariencia como para mostrarle a su amado futuro marido - como amaba llamarlo de tal forma - como las prendas que había escogido lucían en su esbelta silueta.
En cuanto empujó la puerta del vestidor para revelarse ante su pareja, pudo notar como la sonrisa que portaba en labios se convertía en una mueca de disconformidad.
"No me digas que piensas llevarte eso" Mencionó el hombre de ojos azul cielo, notando como su prometido solamente reía como un infante al cual se le había dado un juguete nuevo, dando vueltas jugando con los volantes en las mangas de su blusa color melocotón.
La prenda se ajustaba en los lugares perfectos, mostrando la delgada contextura del moreno mientras modelaba para su amante, las mangas presentaban unos volantes desde la altura de sus codos, era una prenda hermosa para el castaño.
Pero el ojizarco simplemente detestaba la prenda. En si, detestaba todo lo que hacía feliz al castaño.
Le llegaría a avergonzar que la gente reconociese a su esposo por su ridícula obsesión con la "moda" - aunque la blusa que el moreno adoraba parecía simplemente un maldito chiste - y por lo patéticamente extravagante que se vestía, siempre con prendas coloridas y llamativas, llenas de brillo o lentejuelas. ¿Por qué Kappa no podía ser normal y vestirse de forma decente? Siempre le apenaba cuando la gente en público se detenía a admirar al joven de cabello color pardo.
"¿No te parece encantadora?" Una cálida sonrisa acompañó esas palabras mientras seguía viendo su reflejo en uno de los espejos, tenía en mente como estilizaría la prenda, quedaría estupenda con unos pantalones negros.
El creciente mal humor del abogado incrementó al ver como unas jóvenes adolescentes murmuraban detrás de ellos, halagando al muchacho de ojos color miel. No quería que su futuro marido llame tanto la atención, él debía ser la única persona que lo halagase. "Te ves ridículo" Respondió de forma tajante mientras se cubría su rostro, de inmediato las féminas se callaron y el moreno se volteó a verlo un tanto desconcertado.
Últimamente había estado asistiendo a sesiones de terapia, y su antes frágil carácter era reemplazado por una nueva versión de sí, más seguro, estaba aprendiendo a amarse y ya no sería tan fácil para Siren lograr pisotearlo como antes lo hacía, quería mejorar antes de su boda.
"¿Perdona?" Cuestionó colocando sus manos en sus caderas, frunciendo el ceño y sintiendo una leve presión en su pecho, no podía creer que tendrían otra maldita discusión en público, era humillante. Las adolescentes que los habían estado observando previamente se hallaban en silencio, mirando la interacción agresiva entre la pareja.
Exhaló de forma dramática, frotando sus sienes. "Te ves ridículo" Volvió a mencionar, haciendo énfasis en cada una de esas palabras "¿Por qué no te llevas la blusa que yo te he ofrecido?" Preguntó con las palabras escapando entre dientes, sonaba irritado.
Pero se necesitan dos para bailar.
"Porque es sosa, no me gusta" Respondió cortante, se cruzó de brazos mientras su pareja lo observaba molesto "Me has dicho que me esfuerce en vincularme con tu cultura, ¡los volantes en la ropa son españoles!" Siseó fulminando con la mirada al hombre de cabellos celestes.
"Joder, Kappa, estás actuando como un maldito niño" Exclamó llegando a su límite "No justifiques esto, la ropa que escogiste es horrorosa, si te traje a comprar ropa es para que comiences a vestirte de forma decente"
Continuó ofendiendo al joven, notando como el ceño del moreno seguía fruncido, mas sin embargo sus ojos estaban llenos de lágrimas para ese punto de su breve discusión, estaba al borde del llanto, aún era delicado en el ámbito emocional y eso fascinaba al ojizarco, aún era capaz de manipular a su prometido. "Quiero que te vistas como el esposo de un abogado, elegante, que demuestres clase. No como esos ridículos y patéticos modelos que tanto adoras ver, parecen salidos de un jodido manicomio" Concluyó, apreciando como el moreno se complicó un poco al momento de pretender defenderse, tartamudeó cosas sin sentido que deleitaron al abogado, había logrado derrumbar la poca seguridad que el castaño había construido en sí mismo.
El joven de ojos color miel, al verse ridiculizado, simplemente mordió su rosado labio inferior aguantando las lágrimas antes de simplemente darse la vuelta y encerrarse en el vestidor, sollozando en silencio en cuanto aseguró la puerta.
No solamente perdió un pedazo de su identidad - era un joven isleño a fin de cuentas, tenía sus propias tradiciones antes de conocer a su pareja y previo a verse obligado a reemplazar estas por la cultura occidental de su ahora prometido -, si no, también era ridiculizado cuando intentaba adaptar una cultura que no era suya.
"¿Por qué no le basta con lo que soy?" Susurró en medio de sollozos, cubriendo su rostro. Lentamente se deslizó contra la pared hasta llegar al suelo, abrazó sus rodillas y escondió su cabeza en medio de estas. Se sentía avergonzado, apenado.
Fuera del vestidor, se hallaba sentado Siren en uno de los sillones, su consciencia se encontraba fascinada, su meta era fracturar la tranquila psique de ese inocente joven y convertirlo en su muñeca, un objeto para su mera manipulación hasta destruirlo del todo, por dentro y por fuera.
Una simple sonrisa decoró su rostro al oír como las muchachas que los habían estado espiando se hallaban horrorizadas ante la situación, murmurando respecto a la discusión y simplemente alejándose de la escena.
Iba a hacer al moreno solo suyo, de una forma u otra.
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Violentometro
Fanfiction"¿Acaso no sabes que la violencia también se mide, cariño?" La mayoría sabría juzgarlo como una relación sana y feliz, sin embargo, nadie sabe más la verdad de esa relación... nadie más que la propia víctima de esta. - COMPLETAMENTE FICCIÓN (ya sé q...