Celar

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Se hallaba nuevamente en la incómoda situación de que lo reconociesen en público por su exótica belleza, y no era de negar, su físico era envidiable con sus mencionables curvas, su precioso cabello rizado color mocca o esos dos adorables ojos llenos de ilusión adornados por un precioso color miel que realmente destacaban muy bien su piel morena. Era de esperarse ese nivel de atención, era un muchacho proveniente de la isla de Tahití en medio de un país europeo como lo era España y obviamente iba a llamar la atención.

Cuando era más joven, amaba recibir esa atención, el hecho de que constantemente se tomasen fotos con él creyendo que era un modelo pese a que estaba estudiando enfermería, o él recibir halagos de forma constante en las calles.

Sin embargo, mediante fue creciendo se dió cuenta de que no todo era color de rosas y que constantemente lo acosaban en las calles haciéndole preguntas extrañas, o simplemente siguiéndole con la mirada fuese a dónde fuese.

O al menos así le había hecho pensar su novio y ahora eso lo hacía sentirse incómodo por su propia descendencia y aspecto.

Ese día no sería la excepción, constantemente recibía chiflidos o halagos de completos desconocidos en las calles. Y cada de esos comentarios con un buen propósito, buscando enorgullecer al morocho de su cultura, simplemente lo hacían sentirse mal, ¿Por qué? Por el simple hecho de que tenía a su novio tomándolo de forma agresiva de la cadera obligándolo a quedarse a su lado si o si, el hecho de que respondiese de manera grosera a cada halago que iba destinado a su pareja, ese pequeño petite que no había hecho nada más que simplemente tener un buen aspecto, y luego culparlo por ello.

.— Mierda, te dije una y otra vez que no te vistieses así. ¿Eres consciente de todo lo que estás ocasionando, Kappa? Es tu culpa, eres un idiota.— Mencionó el ojizarco molesto mientras fulminaba con la mirada a cualquier persona que se dignase a mirar a su novio, aquel muchachito al que solamente percibía como si fuese un objeto, y por desgracia, uno de su pertenencia.— ¿Es por qué quieres llamar la atención, verdad? Es porque estás buscando con quien engañarme, ¿No es cierto? —. continuó observando con claros rastros de furia a su pareja antes de tomarlo de forma más agresiva y dirigirlo hacia un lugar con menos gente.

.— ¡¿Qué?! A-amor, ¡yo nunca haría eso! P-por favor, deja de actuar así, me estás avergonzando —. tartamudeó el moreno que caminaba rápidamente al lado de su novio intentando tener la misma constancia en sus pasos para no golpearse contra el suelo, siendo que la única respuesta que recibiría sería silencio total fuera del ruido de las conversaciones externas a ellos.

Caminaron en un silencio completamente mortal, con el pobre morocho al borde del llanto por como todo el mundo se fijaba en él y su aspecto, hacía lo posible por cubrir su cuerpo con el blazer color crema que estaba usando intentando ocultar el hecho de que varias lágrimas ya se hallaban un camino por sus ahora rojizos pómulos por el llanto que habían contenido.

Estaba desesperado, le había mencionado varias veces a su pareja que ya quería regresar a su hogar pero como era costumbre de su contrario, simplemente le hizo caso nulo a sus palabras.

Y en medio de todo eso, se le acercó un muchacho con unas muestras de perfume, era lógico ya que salió de un local de perfumería e hizo lo imposible por evitar ese contacto y que se dirigiese a su novio teniendo como resultado que esto no funcionase.

.— Buenas tardes, ¿Podría ofrecerle una muestra?—. Fue lo único que el agradable joven del local le mencionó para recibir una respuesta positiva por ese moreno que lucía un poco deprimido, el ambiente era tenso ya que notaba como la pareja del joven lo tomaba de forma tan territorial notando como esto parecía incomodar al petite.— Apuesto a que estas fragancias quedarían muy bien con usted, alguien tan lindo como usted no debería de lucir así de triste—. Continuó ese chico intentando aligerar un poco el ambiente, notó como el muchacho se sonrojó de forma leve y soltó la más encantadora risa que pudo oír en toda su vida, logró de forma exitosa su cometido ya que el ojidorado lucía un poco más tranquilo.

Hasta que notó como una mirada asesina perturbaba su tranquilidad.

.— Es un encanto, ¿No? Lástima que tiene un dueño —. Dijo de forma grosera el joven más alto en esa multitud mientras aplicaba un poco más de fuerza en la cadera del pequeño moreno provocando un suave quejido en este.— Y ese siempre voy a ser yo, lo siento, querido. Vámonos, mi vida—. concluyó antes de mirar a los ojos de ese amable muchacho con cierto desagrado y llevarse a su pareja. El moreno solo podía pensar en lo apenado que se sentía y cómo quería rogarle perdón a ese joven que solo pretendía alegrarle la tarde, si bien había cruzado cierto límite no era motivo para ser tan tajante con él... ¿O si?

Vió de reojo a los ojos gélidos de su pareja antes de apartar la mirada y darse el privilegio a la duda.

"Haces esto porque no quieres perderme, ¿no es cierto?"

ViolentometroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora