Intimidar/Amenazar

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Volvió a su hogar después de haber pasado en casa de su hermana por dos días, dos días enteros en los cuales había ignorado toda llamada y mensaje proveniente de su prometido. Eso hasta que le pidiese una disculpa.

Pero su pareja era un narcisista, un maldito egocéntrico que pensaba no cometió error alguno fuera de haber bebido mucho, y bueno, solamente eso.

Abrió la puerta con un semblante serio, entrando a su hogar que estaba completamente oscuro, parecía que su pareja había salido.

Cosa que no era posible, porque su auto estaba estacionado afuera.

"¿Dónde mierda estuviste estos dos días?" Oh, ahí estaba. Kappa sintió como un escalofrío recorrió un escalofrío por su columna vertebral junto a como su piel se erizaba, de inmediato agarró el picaporte de la puerta, dispuesto a huir del lugar si su futuro esposo se tornaba agresivo.

Apenas notó que el hombre de ojos azules se levantaba del sofá color crema con un vaso de lo que suponiendo era whiskey en manos, estaba bebiendo, mierda, lo que le faltaba.

Estaba ebrio.

El delgado moreno tragó saliva con dificultad, abriendo la puerta de su hogar y amenazando a su prometido "Atrévete a hacerme algo y no me vuelves a ver en tu vida" Murmuró con un hilo de voz, temblando mediante su pareja se acercaba a él, haciendo que la distancia entre ellos fuese cada vez menos.

Pudo apreciar una sonrisa en los labios de aquel hombre que juraba amarlo con locura, eso calmando un poco su nerviosismo, su corazón latía rápidamente y provocaba pequeños espasmos en su cuerpo.

Al menos le había avisado a su hermana sobre su paradero.

"Eso no responde mi pregunta, cariño" Cuando se acercó lo suficiente, tomó la delgada muñeca del castaño, apretándola y provocando a que un quejido escapase de entre los labios del hombre de ojos color miel, mierda, estaba jodido, había confiado de nuevo en ese ebrio idiota. "¿Dónde carajos estabas?" El abogado forzó a su prometido a entrar a su hogar y de inmediato cerró la puerta, el moreno solo pudo ver a su futuro esposo irritado, sobando con delicadeza su muñeca.

"Con mi hermana" Fue la respuesta del castaño, que lentamente iba retrocediendo mientras su pareja se acercaba lentamente a él,  estaba aterrado pero disimulaba poniéndose una máscara de falsa valentía.

Claro, eso hasta que se chocó contra la fría y dura pared.

"Te he dicho en mil y una ocasiones que no quiero que te juntes con esa mujer" Su novio mencionó, el desprecio goteando desde lo más profundo de su ser mientras acorralaba al moreno contra un rincón para evitar que huyese. "No me gusta, no me agrada que busca meterte ideas erróneas de mí" Escupió irritado mirando al moreno y fulminándolo con la mirada, el pobre muchacho isleño juraba que vió a Dios cuando su pareja lo miró con tanto repudio con esos ojos gélidos.

Le rezó a todo santo existente que lo protegiese de la ira de aquel hombre que lo trataba como si fuese una reina cuando estaba de buen humor.

"E-Es mi hermana, no puedes alejarme de ella" Tartamudeó mirando hacia el suelo, mordió su labio tras decir aquella afirmación pero rápidamente fue forzado a alzar la mirada.

Cualquiera lo haría si se le pone una mano alrededor del cuello, comenzando a aplicar presión y bloqueando el paso del aire por su tráquea. Lo estaba intentando asfixiar.

"Puedo hacer contigo lo que se me pegue la jodida gana" Respondió con una sonrisa sádica, sintiendo las manos heladas del moreno rasguñar la propia, buscando escapar de ese intimidante agarre que amenazaba contra su vida.

El delgado enfermero comenzaba a desesperarse mediante sentía la presión en su cuello cada vez más presente, forzándolo a intentar recuperar el aire respirando con la boca abierta bastante alterado, eso hasta que su prometido aflojó un poco su agarre para asegurar tener su completa atención al hablarle.

"Escúchame bien, Kappa" No pudo evitar ahogar un sollozo mientras luchaba por mantener contacto visual con ese hombre que lo estaba aterrorizando, sus pupilas completamente dilatadas, se notaba como estaba gozando eso "Tú eres mi futuro esposo, y tienes que entender eso... a menos que claro, quieras cancelar la boda" No, por Dios, le temía a ese hombre pero al mismo tiempo lo amaba de forma tan devota, como si le rezase a un santo.

Dejó de ahorcarlo, el moreno de inmediato cayó de rodillas al suelo tomando su herido cuello tosiendo exasperado, alterado porque su prometido se atrevió a agredirlo de tal forma. Prometido que lo miraba con una sonrisa complacida en labios.

"¿Quieres cancelar la boda? ¿Eso es lo que quieres?" Amenazó de forma más directa, regresando a la sala y sirviéndose más de ese licor color maple en aquel fino vaso de vidrio, volviendo a donde estaba su prometido, aterrado.

Escuchó sollozos por parte del castaño que de inmediato negaba aquella propuesta por parte de su pareja, tosiendo cada tanto ante el daño que su tráquea sufrió. "N-No" Fue lo único que fue capaz de murmurar mientras miraba hacia el suelo humillado, a fin de cuentas, eso era lo que se merecía por haber actuado de forma tan caprichosa.

Se sintió repugnado ante el comportamiento tan ridículo del joven enfermero, estaba actuando como una perra dramática, lo amaba pero a veces realmente lo ponía muy tenso, llorando sin motivo alguno - o eso era lo que el peliceleste interpretaba -.

"Entonces actúa como si fueses mi futuro esposo... Deja de ser tan ridículo, y les debes una disculpa a mis amigos por tu ridiculez de la otra noche" Mencionó entre dientes, mirando hacia el suelo, como el moreno sollozaba de forma silenciosa y tomando con delicadeza su propio cuello, juraba que verlo de tal forma lo estresaba.

Sonrió antes de comenzar a derramar ese fuerte líquido etílico sobre el castaño, era su venganza porque el enfermero había hecho lo mismo con él hace tan solo dos días, la herida seguía tan frescas. Apreciando como sus rulos color canela se volvían lacios mediante el potente whiskey lo empapaba.

"Deja de llorar, quiero que vayas a bañarte y luego podremos hablar como realmente la situación lo amerita" Terminó de beber lo poco que quedó en su vaso y se marchó a la cocina sin una sola mínima pizca de culpa o cargo de consciencia por ser tan cruel con su amado isleño.

Era lo menos que se merecía por su berrinche de ese fin de semana.

Y no le importó oír sus sollozos y como rápidamente subía las gradas, al menos sabía que tomaría la ducha que le recomendó.

Iba a disfrutar tanto de torturarlo emocionalmente.

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⏰ Última actualización: Nov 02, 2023 ⏰

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