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Qué noche tan movida, el mundo está probando mi tolerancia con un montón de planes que ahora debo cambiar.

- Esa carita de fastidio - escucho a mi madre.

- Nada, trabajo, resulta que mañana tengo que viajar porque a tu hija, la rebelde, se le dio por hacer una de sus gracias.

- ¿Ahora qué hizo?

- Es lo que debo ir a averiguar, me ha cambiado todos los planes que tenía.

- Ya sabes cómo es ella, pero piensa que es un respiro de tantos casos que llevas.

Mi hermosa madre, siempre viendo lo positivo de las cosas, no dudo que de ella saque mi buen humor.

- ¿Seguro es lo único que te pasa? Llegaste como enojado de la calle, ¿o es que no querías venir a ver a tu dulce madre?

- Mi dulce madre, es lo mejor del día.

- Eso lo dices hasta que conozca a la chica indicada que te haga ponerle algo de seriedad a tu vida.

- La seriedad la dejo en el trabajo, después de ahí todo es diversión y alegría, ya suficiente tengo que aguantar en los juzgados o el bufete.

- Esa manera de pensar la tuya - miró por la ventana y sonríe al ver los relámpagos y la lluvia.

- Espero, no te hayas mojado, odiosita.

- ¿Quién no se mojó? ¿Y quién es la odiosa?

- Exactamente, una odiosa, me la lleve accidentalmente al salir del café que está aquí a la vuelta y quise disculparme con mi buen sentido del humor y termine siendo un tonto con problemas de atención - se ríe.

- ¿Era linda?

- Podría decirse, sobre todo sus ojos, pero lo opaca con su mal genio.

- No has escuchado el dicho que dice que una mujer de mal carácter es porque oculta su buen corazón.

- Mm, no - le doy un beso - me voy, porque debo hacer las maletas gracias a tu pequeña.

- Cuídame a esa terca a ver qué hizo esta vez.

- Te llamo a penas llegue.

- Connor, ¿cómo te vas a ir lloviendo?

- Nada mejor que disfrutar de la lluvia, te limpia los males.

- Si te gusta inventar, cuídate ¡Saludo a la odiosa!

- ¡No la conozco, mamá! Y no creo volverla a ver - digo esto último para mí mismo.

Me doy un buen baño de lluvia, como me gusta hasta llegar a mi departamento; no está muy lejos de la de mi madre, por eso decidí dejar el coche allá y disfrutar de la naturaleza.

Al llegar a casa me hago un buen café caliente y un analgésico, como decía mi madre, para luego organizar el viaje para buscar a la problemática de Arya.

Le escribo a Elena para que ponga la agenda en orden para los cambios de última hora, y me pongo a estudiar un caso hasta quedarme dormido.

El día siguen me despierto con el sonido de la alarma y un malestar en todo el cuerpo; lo que me falta es que me enferme a estas alturas.

Al llegar al aeropuerto casi me deja el avión por un choque en la vía, yo y mi mala costumbre de llegar tarde a embarcar.

- Pase, casi se queda - me dice la chica de la recepción.

- Me da gusto que me espere.

- Con un cliente premium, hacemos una excepción, pero no sé lo diga a nadie - le guiño un ojo.

Bajo la lluvia de estrellas.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora