CAPITULO 1: Efecto Mariposa

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Mi nombre es Harry, y si soy un hombre con tanta suerte que en uno de los días más importantes de mi vida da una mala impresión, iba tarde al trabajo. ¡Esa mañana fue una locura!, nunca pensé que tener un trabajo fuese tan desafiante; el reloj no hizo el ruido suficiente como para despertarme de golpe, el sol tan fuerte que pegaba a través de mi ventana fue el ayudante para poder entrar en razón. Pero vaya que el sol hace bien su labor, aunque su manera de ejercerla no es tan convincente puesto que al momento de darme cuenta de todo lo que estaba pasando y corría como un súper héroe con súper velocidad, tropecé torpemente con aquel asiento que había dejado en la noche anterior, la víctima fue mi dedo pequeño, si... que manera más brillante de iniciar una mañana ¿no lo creen?
Un pequeño consejo: nunca escuchen canciones melancólicas mientras que pasas por una crisis existencial tan jodida como para mantenerte despierto hasta las cuatro de la madrugada, o te verás con una apariencia de dudoso cuidado y con un horroroso estilo de vida al día siguiente, claro, si no quieres verte tan lamentable como yo en un día con mayor importancia en tu vida.

Esa misma mañana mi cocina estaba hecha un asco, con las botellas de bebidas energizantes que llegue a beber en esa situación tan embarazosa, cielos, aún recuerdo cuando cantaba "Heather" en mi recamara como una señora abrumada como si tuviese un amor imposible. Volviendo con el tema de mi cocina...Pues, no estaba del todo agradable, pero tomé cualquier trozo de pan con un poco de leche mientras me lavaba los dientes, ¿bañarse? Quien necesita agua cuando vas tarde a tu primer día de trabajo.

Afortunadamente tenía el traje para esta ocasión, aquel traje formal que usan aquellos gerentes de bancos, abogados... ¿Quiénes más?, si, esos trajes de gente súper importante con unas vidas demasiadas aburridas como para mantener una sonrisa en medio de su jornada laboral, efectivamente de esos y lo más gracioso por no decir triste, es que estoy burlándome de personas así cuando perfectamente seré yo aquel viejo sádico y amargado que posiblemente podría suicidarse.

Un poco de perfume, gel, y... ¡ya estaba listo!, pero mis esperanzas decaen cuando salgo de mi apartamento y  veo el tráfico, que alguien me explique por qué carajos las personas en las mañanas son tan abrumadoras con sus autos que opacan toda la maldita calle, porque yo, realmente odio que la vida me dé una mala jugada, especialmente cosas como estas, detesto el tráfico.

Afortunadamente el lugar no me quedaba demasiado lejos, sólo... unas diez calles, así que tomé la opción de correr, bueno no correr, caminar rápido, nadie querría un empleado todo sudado en su empresa, aparte no me había bañado y no sabría qué hacer si alguien se percata de un olor tan desagradable como la alcantarilla.

Definitivamente aún sigo de acuerdo con aquel pensamiento que tuve mientras continuaba con mi recorrido hacia la cárcel, digo, mi trabajo. Ese pensamiento que me realizaba todas las malditas mañanas: "como desearía ganar dinero sin poder hacer nada". Pero hey, como mínimo de esta odisea proviene algo bueno ¿no?, pues tendré dinero y poder comprarme todas las cosas que yo quiero sin mencionar los impuestos, los servicios de vivienda, el seguro social... Olvídenlo, vivir es horrible.

Mientras pensaba eso y más cosas como aquellos gorditos que veo en twitter y se me deleita la mirada con esos contenidos audiovisuales explícitos... finalmente, logré llegar al edificio de la oficina. Mi corazón latía a mil por hora mientras subía las escaleras a toda prisa...Para complementar mi día sumamente amargo me encontré con mi jefe en el pasillo y me miró con una mezcla de incredulidad y disgusto, seguidamente sin aliento, me disculpé y traté de explicar lo que había sucedido, pero solo pude balbucear algunas palabras incoherentes.

Afortunadamente, mi jefe resultó ser más comprensivo de lo que esperaba, sinceramente eso me dio miedo, en mi defensa me esperaba muchos regaños, pero en su rostro se plasmó una sonrisa indulgente y me condujo a mi escritorio. A medida que me acomodaba en mi silla, finalmente pude relajarme un poco, dándome cuenta que a pesar de todas las dificultades de esa mañana, estaba emocionado por comenzar este nuevo capítulo en mi vida y demostrar que puedo superar cualquier obstáculo.

Dulce OscuridadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora