The End of the World with You

3

Regresar al refugio se había vuelto en rutina para Farfa. Trataba de mantenerse oculto, por supuesto, pero también tenía cosas que hacer que ameritaban hacerlo salir de la guarida de su compañero. Compañero que había estado actuando raro últimamente.

Empezó con algo tonto, con lo que ni siquiera había contemplado como algo de lo que preocuparse en su momento.

El más bajo estaba jugando con su comunicador, ya que el del más bajo se había perdido para siempre después de ser encarcelado. No le dijo para qué lo necesitaba, pero no se preocupó por ello, confiando en el de cabellos heterocromáticos. Una de sus manos estaba sobre sus cabellos de humo, rastrillando su cuero cabelludo a tal punto que se sintió adormecido por la suavidad de su toque. Eso y sumado al ronroneo constante que empezaba a sincronizar con el suyo propio, se sentía como el paraíso que se había ganado después de haber trabajo tan duro para conseguirlo.

Hasta ahí todo era normal, nada distinto a lo que habían hecho ellos desde que empezaron a vivir en aquel refugio. No obstante, de un momento a otro pudo escuchar un ligero resoplido molesto de parte del de máscara, quien dejó lo que estaba haciendo para así poder sostener uno de sus brazos y levantarlo. Fue un movimiento brusco y repentino, por lo que no pudo evitar caer sobre Dream, separando sus piernas para que las contrarias se mantuviesen entre estas, y sus manos se colocaron a ambos lados de la cabeza del otro hombre para evitar chocar contra él y lastimarlo.

Estando así, Farfadox podía ver con claridad la gran diferencia entre ellos. Pese a que ambos eran hombres de considerable estatura, entre sus brazos el de la máscara se veía pequeño. Además, este sólo usaba un camisón y pantalones cortos encima, ya que había dicho que las otras prendas se sentían incómodas en su piel lo que, a su vez, lo obligó a cubrirse lo mejor que pudo a sabiendas de lo doloroso que sería para Dream si sus pieles se tocasen aunque sea por accidente. Quizás esa fue la primera señal que debió de hacerle darse cuenta de que algo raro estaba ocurriendo, pero no lo había pensando demasiado. El alfa solo pensaba en que tenía en posesión al ser más delicado del universo entero, deseando poder mantenerlo con él para siempre, oculto y protegido del resto del mundo que no se lo merecían. Que no deberían tener el derecho de tan siquiera dirigir la mirada a su compañero perfecto...

A veces Farfa, ya acostumbrado a darle el control al hombre bonito debajo suyo, se olvidaba de lo bien que se sentía dominar y poseer. Era un alfa, eran parte de su instinto querer marcar lo que consideraba suyo. Y no había nada más que quisiera en ese momento que marcar a Dream, recordarle que, pese a que él tenía el poder en su dinámica por el momento, Farfadox podía quitárselo si así le apeteciera. Así como Dream lo vuelve en un perro dócil ante su dueño, él podría volverlo en masilla entre sus manos, igual de necesitado por obedecer al alfa más alto y ser recompensado con elogios y dulces palabras que llegasen sus oídos como algodón.

Pero no era como si este no lo supiese ya, estaba seguro que el de la máscara reconocía su necesidad de llevarle la contraria, actuar como un mocoso, como le diría cuando ignoraba la dulce voz que lo llevaba a la deriva de sus pensamientos. Ambos preferían jugar así, quiere creer, incluso si no sabía cómo era que había empezado todo eso. Se sentía bien y eso era lo único que le importaba.

Un ligero tirón de uno de sus brazos lo trajo de vuelta. El más bajo parecía seguir molesto con algo, y ese algo quizás tenía que ver con él como para haber llamado su atención de esa forma.

—¿Pasó algo?— ignorando la posición en la que ambos se encontraban, buscó enfocarse en la respuesta del más bajo. Dream parecía estar pensando en qué decirle porque, en vez de una contestación inmediata como siempre solía hacer, este empezó a balancear su cabeza mientras diversos quejidos se escuchó por debajo de la máscara— ¿Te sientes mal? ¿Necesitas algo?