Recuerdo el día en que la conocí. Acabábamos de entrar a la secundaria. Todos éramos nuevos ahí, pues la escuela se acababa de inaugurar. Nos toco en el mismo salón de clases. La maestra pensó que para conocernos mejor, cada uno tenía que decir su nombre, lo que le gusta hacer y lo que queríamos ser de grandes. Así que apilamos todos los escritorios en un rincón y formamos un círculo con las sillas. Les tocó hablar a 3 personas antes que ella. Cuando al fin le tocó se paró y dijo con una voz pequeña y suave:
-Hola, soy Maya Anderson-dio un leve suspiro.-Me gusta dibujar, es lo que más me gusta en el mundo. Dibujo todo el tiempo.
-Y ¿Qué dibujas, Maya?-le pregunto la maestra.
-Dibujo, un mundo perfecto, un mundo a mi manera. Un mundo sin pobres, sin huérfanos, sin animales maltratados y muchas más cosas. De grande quiero ser artista. Pero no solo eso. Quiero ayudar a los que lo necesiten. Yo miró hacia donde otros no miran, yo oigo lo que otros no oyen, yo digo lo que otros no dicen. Muchos dicen que soy rara, pero a mi no me importa, porque ser raro es ser diferente. Y quiero ser un lápiz rojo entre muchos lápices amarillos, por que es diferente.
-Gracias Maya-dijo la maestra y Maya se volvió a sentar.-¿Quién sigue?
Seguía yo pero no quiero hablar de eso. En fin, al principio me había cautivado su belleza porque es muy guapa: tiene pelo castaño claro, ojos verdes y dorados a la vez, pecas en las mejillas, una nariz muy fina y unos delgados labios color carmín. Pero después fue algo más, no se como describirlo. Cuando se lo conté a mi mejor amigo, Sean, me dijo que estaba enamorado. Tal vez era cierto. Ahora sé que es cierto, pero eso fue hace 5 años. Ahora tenemos 18, y la cosa está muy cambiada. Cada quien se fue por su vida. Pero éste año es el año. Voy a declararmele a Maya Anderson, el problema es que no se cómo. Ya me haré un plan. De todos modos falta una semana para empezar las clases.
-Ben, baja a desayunar-me grita mi mamá desde la cocina.
-Ya voy-le contesto poniéndome mis zapatos y una playera limpia.
Sean se había quedado a dormir y el ya había bajado. El era de los más populares y guapos de la escuela, y se juntaba conmigo. Yo, no tanto. Pero tampoco era un perdedor y un idiota. Maya era como yo, no era tan popular, pero se junta con la gente popular y rica. Su mejor amiga Allison Parker, era la reina de la escuela, pero no era una bruja, cómo otras. A mi me trataba bien porque era el mejor amigo de Sean. Bajé a desayunar. La cocina olía a huevo con tocino.
-Buenos días, hijo-dijo mi mamá.
-Buenos días-dije tratando de ser amable.
-Buenos días, hijo de puta-me susurro Sean al oído.
-Si, pendejo-le conteste.
Mi mamá nos sirvió el desayuno y se fue con mi hermano a no se donde. Cuando terminamos de desayunar, Sean y yo subimos a mi cuarto a jugar videojuegos. Una hora después, apague la consola y me senté en mi escritorio.
-Güey, voy a pedirte que te vayas-le dije en tono amigable.
-¿Por?
-Tengo cosas que hacer. Unos planes.
-¿Para que?
-Para ligarme a Maya Anderson.
-¿La loca? Vamos déjame conseguirte una chica. Te aseguro que será mejor que Catherine Janes.
Catherine Janes fue mi novia de tercero de secundaria, que me consiguió Sean. Todo iba bien entre nosotros hasta que sus padres se mudaron a Los Ángeles. Desde entonces no he tenido otra novia.
-En primera, no está loca, ¿Okay? Y en segunda, no quiero que me consigas otra novia.
-Como quieras. No digas que no te lo advertí-dijo saliendo de la habitación.
Me puse a pensar por una hora. No sabía como haría tal cosa. Nunca pensé que esto sería tan difícil.
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Red Pencil: terminada
Любовные романы~Ella siempre quizo ser única, diferente y especial. Para mi siempre lo fue, aunque ella no se diera cuenta. Desde el día en que la conocí, de ella me enamore y hasta la fecha sigo amándola. Tal vez la ame por siempre, tal vez mañana ya no, pero ell...