Las mesas son tableros sobre objetos más o menos aleatorios: bidones de cerveza vacíos o caballetes en el mejor de los casos y ninguna de las sillas tiene pareja. Del techo cuelgan todas las banderas existentes del colectivo, en una esquina han levantado una pared de ladrillos y los baños son mixtos. Ahí es donde Charly y Diego han quedado. Su «donde siempre». Hakim y Carol lo conocen, pasan de vez en cuando a comer alguna pizza vegana y probar cervezas sostenibles que no encuentran en otro lugar. Es la primera vez que Violeta y Sara lo pisan.—¿Esto lo has hecho para impresionarme? —pregunta Sara, con un deje de escepticismo.
—Qué va. Es el único sitio que se me ha ocurrido como alternativa para no quedarnos tirados por la noche. Y sin que te cobren entrada.
Una de las camareras los mira, como si destilaran algún tipo de energía que altera los chakras de ese lugar. Sara se pone a la defensiva al momento, pero a la chica no le interesa ni lo más mínimo las borderías de Sara. Solo tiene ojos para Violeta.
—¿Está bien? —Realiza la pregunta en general, para que le conteste cualquiera de los cinco que la han escuchado.
—No mucho —admite Violeta. Si no la hubieran arrastrado entre Carol y Hakim, se habría acuclillado en cualquier calle paralela a la discoteca y se habría quedado allí hasta el amanecer.
—Le ha dado un ataque de ansiedad —explica Carol con naturalidad.
—¿Quieres un vaso de agua?
—Vale.
—El sofá de la terraza está libre, podéis llevarla allí.
Sara interroga a Diego con un gesto mudo. Le parece muy extraño encontrarse a algún trabajador de la noche amable. Nadie le contesta, porque están ocupados siguiendo a la camarera hacia un patio interior lleno de plantas en macetas improvisadas como botellas de plástico o cabezas de bebé.
—Podíamos haber venido aquí desde el principio —dice Hakim, despreocupado.
—Lo siento. —Violeta siente un pinchazo en el pecho. Como si todo fuera culpa suya.
—¡No seas tonta! ¡No quería decir eso!
Carol la agarra de la mano.
—Tú tranquilízate. No pasa nada.
La camarera le lleva un vaso de agua del grifo.
—¿Quieres probar alguna cerveza en concreto? Seguro que hay alguna que te guste. —Diego espera a que la ansiedad de Violeta se calme, con naturalidad. Le agrada poder fumar sin tener que abrirse paso a codazos y hablar a un volumen normal.
—Voy a pedir. —Sara se levanta dos segundos después de sentarse—. ¿Vosotros qué queréis? A la primera invito yo.
—Diles que lo de siempre —contesta Hakim, sin levantar la vista de Violeta.
—Escúchame, Violeta. No pasa nada. Ya está. Hemos salido de allí. Aquí no te conoce nadie y si te conoce, no les importa una mierda tu vida. Te lo prometo. —Baja la voz hasta convertirla en un murmullo—. Casi no les importa ni la suya.
Sara hace una mueca. Su misión, la de sacar a Violeta de allí a base de zarpazos ya estaba hecha. Le toca a los demás consolarla, porque esas cosas a ella no se le dan nada bien.
—¿Cómo conocisteis este sitio?
Diego la ha acompañado. No piensa desaprovechar ningún momento de lo que queda de noche.
—Una compañera del curro se vino a trabajar aquí porque en el otro bar nos explotan y me dijo que me pasara.
—¿Te explotan?
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Yo nunca (extra de EVDLZ)
Teen Fiction¡¡SPOILERS DE "EL VERDE DE LOS ZOMBIS"!! Han pasado tres años desde que Sara, Carol y Violeta se conocieron en una situación extrema, encerradas en un estudio de radio en compañía del señor más insoportable que jamás han conocido, pero que en el fon...