𝙸𝚗𝚝𝚛𝚘𝚍𝚞𝚌𝚌𝚒𝚘́𝚗

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—¡Papi, papi, papi! —La voz de una cachorrita de cuatro añitos le insistía colocarse de pie a las cuatro de la mañana

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—¡Papi, papi, papi! —La voz de una cachorrita de cuatro añitos le insistía colocarse de pie a las cuatro de la mañana.

JungKook gruñía levemente ante las exigencias de su hija, su cara estaba enterrada en su cómoda y blanda almohada.

—Papi, por favor —chilló la nenita ante la renuencia de su padre alfa.

—Mi amor, son las cuatro de la mañana, vuelve a la cama, papi necesita descansar —pidió con su voz amortiguada por su almohada.

La cachorra indispuesta a las quejas de su padre alfa, se paró en la cama, comenzando a brincar para que su padre se levantará de la cama.

Hoy era su primer día de escuela, conocería a su maestro y quería llevarle un bonito presente para que su maestro o maestra la convirtiera en su favorita.

—¡Papi, despierta! —Gritó fuertemente de un lado a otro, repetitivamente para que el perezoso de su padre finalmente cediera.

—Jeon EunYeong, para —pidió rodando en su extenso colchón tamaño King, limpiando sus ojos.

—¡De pie, arriba alfa perezoso! —Exclamó con un gruñido que sonó más a ronroneo, causando una risita en el alfa.

EunYeong era una cachorra excesivamente enérgica, a veces se cansaba más JungKook que la misma niña. Era completamente normal, ella estaba creciendo.

Pero había algo que el progenitor alfa no entendía, su cachorra se emocionaba mucho por su primer día de clases, cuando él, según sus padres, todavía no quería despegarse de su cama a las siete de la mañana a sus siete años yendo a la primaria.

Era demasiado perezoso a su edad, entonces, no entendía el afán de su hija por madrugar cuatro horas antes de ir al colegio a sus cuatro añitos, pero tampoco le quitaría las ganas.

Así que, resignado a su cachorrita que continuaba gritando y brincando en su cama sin parar mientras sonreía enormemente, encendió las luces con un aplauso.

Luego de acostumbrarse a la luz, de que su hija no dejara de gritonear, brincar y reírse por haberlo despertado tan temprano, terminó abalanzándose sobre ella y dándole una dosis de cosquillas que la hicieron quejarse entre risitas.

—¡Papi, no! ¡No me gustan las cosquillas! —Exclamó entre risas.

—Eso te pasa por despertar a tu padre tan temprano, cachorra revoltosa —reprendió entre risas, finalizando su reprimenda con besitos en sus cachetitos y la frentecita de la niña.

Luego de unos minutos, JungKook salió de su cama para asearse, su hija apresurándolo mientras repetía incansablemente que se estaba tardando demasiado y llegaría tarde a su escuela.

Jeon solo podía suspirar ante su insistente hija, pero conste que no se quejaba, esa mujercita era su alegría y amor, era su adoración, su princesa, su cachorra.

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