El festejo de la boda me pareció tan aburrido, quería quedarme sola para poder seguir leyendo el capitulo de un libro que había dejado por la mitad gracias a todo este asunto del matrimonio. Él parecía muy sociable, seguramente fue un niño normal que fue a la escuela, sus padres eran muy amables, se notaba que lo habían educado con amor.
- ¿No te ha gustado la comida, querida? – me preguntó una dulce voz.
- Ahm, está deliciosa, solo no acostumbro a comer mucho. – le respondí con timidez.
La hermosa mujer sonrió al tiempo que tomó asiento y fijó su mirada lejos de nosotras – Kang es un hombre muy humano. – tomó una pausa, mientras, yo pude ver en donde ella fijó sus ojos, miraba a su hijo con tanta devoción que sentí algo de envidia. – No estamos muy contentos con esta unión de ustedes, comprenderás. – Explicó ella, pude sentir su intento por no ser tan dura con sus palabras. – Tu padre, espero que cumpla su promesa. – se levantó de la silla y sin pensarlo le tomé la mano – Señora, discúlpeme, yo... yo tampoco quería hacer esto. – le dije con los ojos al borde de rebosar en lágrimas.
Ella se fue, y me quedé sola nuevamente en esa mesa, estuve tanto tiempo allí que tuve espacio para pensar en cómo quizá sería mi nueva vida, en dónde iba a vivir, si quizá iba a poder tener una vida normal, su madre había dicho que él era buena persona, en ese momento quise aferrarme a eso.
- ¿Te encuentras bien?
- Ah, hola, sí, solo estoy cansada. Respondí tímida.
- ¿Te quieres ir? Sé que estas fiestas pueden cansar mucho. Siendo honesto me muero por quitarme este traje y no sé cómo has soportado tanto tiempo con ese vestido, ¿es pesado?
- Ni que lo digas. Sonreí y él me devolvió el gesto.
Ambos caminamos hacia la salida del salón y todo el mundo aplaudió, al salir nos esperaba un auto negro, todos los vidrios estaban blindados. – ¿A dónde vamos? – pregunté nerviosa.
- Vamos a casa.No pude evitarlo, innumerables emociones se apoderaron de mí, la mayoría de ella negativas, pero pronto fueron aisladas por la vista y los colores de la ciudad, siendo muy honesta nunca la había visto, vivía alejada, cuando salía de casa solo podía ver arboles a la derecha, a la izquierda, al frente y atrás, todo hacia donde mirara era bosque. La ciudad me parecía deslumbrante, la gente, los autos, las autopistas. – ¿Te gusta lo que ves? – preguntó con una sonrisa. - ¿ah?
- Es que tienes una sonrisa dibujada. - Respondió. – Ah, es que me parece muy hermosa la ciudad, la luces, hay mucha gente.- Pues siempre hay mucha gente. Dijo divertido.
- Pues es la primera vez que la veo. Respondí con admiración.
- ¿La primera vez? Preguntó sorprendido y yo asentí sin apartar la vista de la ventana.
- ¿Nunca habías venido a esta ciudad?
- Nunca había salido de la casa de mi padre. Respondí sin más.
Después de esa conversación hubo un silencio, no me parecía incomodo yo ya estaba acostumbrada. Las personas en la calle fueron disminuyendo y también los autos, llegamos a un sector que estaba también muy iluminado, pero ya no se sentía el bullicio de la ciudad, solo había edificios muy altos, entramos en un estacionamiento subterráneo y luego estacionamos en el lugar numero 1418.
- Vamos. – Me dijo. Salí del auto y nos dirigimos hacia el elevador, marcó el número del piso
Y nos pusimos en marcha. – Quizá te preguntarás por la luna de miel, lo cierto es que hay algunas cosas en el trabajo que debo resolver antes, comprenderás que lo de la boda fue algo repentino. – asentí. – Disculpa, yo sé que todas las mujeres sueñan con la boda y la luna de miel ... - Yo no. – interrumpí.
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DI MI NOMBRE, OTRA VEZ
Romance- Cuando está todo bien empiezas a autosabotearte porque no soportas que todo marche bien, no soportas la estabilidad, no eres capaz de reconocer que está bien estar bien. - Lo único que está bien en mi vida eres tú.