CAPÍTULO VI

1 0 0
                                    

Kang pasó toda la tarde en la habitación y yo no me atreví a entrar, no era capaz de mirarle, sentía que no merecía estar en el mismo espacio que él, no salió en ningún momento y yo no se lo reprochaba, no podía.

Más tarde para la cena preparé algo ligero, pensé que podría sentir hambre, sin embargo, un repartidor tocó a nuestra puerta, era la cena, Kang había ordenado su cena, era evidente que no quería nada de mí, y yo no podía culparlo por nada, si fuera yo también hubiese tratado de evitarlo.
No pude cenar esa noche, no podía cenar sabiendo que él no había comido nada tampoco, ni siquiera pudo comer bien el almuerzo. Cuando el día empezó jamás pensé que fuese a terminar de esa manera.

Me acosté en el sofá, ese maldito sofá que compramos en la tienda de esa horrible mujer, no pude evitar llorar por lo estúpida que me sentía, mi matrimonio no era real ni la amistad que tenía con Kang lo era, antes pensaba que me trataba bien porque sentía lástima por mí, finalmente pude entender que en realidad lo hacía por miedo, en realidad él temía por su vida y me dolía el corazón de solo pensar en los horrores que tuvo que pasar por culpa de mi padre, por mi culpa al fin, me dolía mucho más saber que todo lo que me hizo sentir nunca fue real, las sonrisas que me brindó y las palabras cálidas de aliento, todo era porque tenía miedo de mi padre.

No supe en qué momento me quedé dormida, pero desperté por la luz de la ventana en nuestra habitación, me puse en pie de un salto, miré el reloj, 7:41 ¿Kang me había pasado a la habitación? Salí corriendo a la sala con la esperanza de que aún estuviese en casa, pero no, ya se había ido, sin embargo, él dejó el desayuno en la mesa con una pequeña nota "Ayer no cenaste nada, por favor cómelo todo."  Mi corazón sintió un destello de ilusión que luego se vio empañado por mis pensamientos, quizás pensaba que si algo me pasaba mi padre seguro le quitaría la vida. – Kang a ese hombre en realidad no le importo para nada, no tienes que esforzarte tanto. – dije en voz alta mientras miraba los huevos con tocineta y el café, los dejé allí y me fui a hacer las labores de la casa.

Kang no regresó sino hasta la noche, esperaba que pudiera encontrarme dormida, sin embargo, lo encontré al salir de la ducha. – Ho, hola. – le dije tímida mientras tomaba una almohada y un cobertor.

- ¿A dónde vas? – preguntó ubicándose frente a mí.

- Pues no quiero molestarte, supongo que tomarás un baño y quiero darte privacidad.

- Vamos a cenar, Mía. – dijo frío.

- Yo en realidad no tengo apetito. – respondí dirigiéndome hacia la salida.

- Ayer ni siquiera almorzaste bien, no cenaste, no te comiste el desayuno que te preparé y tampoco has cenado ahora, ¿acaso estás castigándome, Mía? – preguntó con cierto tono

desconocido para mí. Sin intención de hacerle sentir mal pues ya me sentía peor por lo que le había hecho mi padre le dije: – No, Kang, no intento castigarte, solo de verdad no tengo apetito. – bajé mi cabeza para no mirarlo, él tomó mi mano y arrojó a la cama la almohada y el cobertor, y me llevó hacía la mesa, destapó los paquetes y la comida aún estaba caliente, eran pizzas de ese lugar que nos encantaba a ambos. – Siéntate, por favor. – su voz se escuchaba suplicante así que decidí comer con él, sin embargo, nadie dijo nada, solo comimos y ya.

Leía mi libro sobre el sofá, pero no podía concentrarme en la lectura, ¿qué rayos hice, Jesús? ¿por qué me ha tocado un padre así? Me preguntaba una y otra vez.

- ¿Otra vez en el sofá? – Su voz me alejó de mis pensamientos. – Anoche te quedaste ahí, es incómodo, te dolerá el cuello y la espalda, vamos a la cama. – ordenó.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Aug 17, 2023 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

DI MI NOMBRE, OTRA VEZDonde viven las historias. Descúbrelo ahora