L.4.

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No puedo escribir sin ti.

Hay chicos dorados, de pupilas color de la mar,
Pero ellos no me inspiran como tú, con tu color bosque. Con tus ojos claros, tormenta de arena.
Llevo así unos meses, intentando escribir.

Estar encerrado en ti me inspiraba más que estar libre sin ti.

Esta libertad de luces y sonidos,
de palabras vacías y deseo,
De desconocidas caricias,
De besos vacíos y nuevos,
De miradas perdidas.

Esta libertad no me inspira para escribir, solo tú recuerdo lo hace.

¿Más sería correcto?

¿Sería correcto volver a tus brazos?

Abandonar los ojos cálidos y finos de ella, sus promesas vacías y sus afiliados cuchillos para volver a ti.

Ojos profundos. Besos que sienten. Caricias que erizan mi ser.

Ser que nunca aceptaste.

Huir, fue lo que hice. Conocer más, descubrir, descubrirme.

Tú dices haber cambiado, ¿Más es cierto, bosque?

Cambiado. ¿A que exactamente?

Bola de sentimiento que se forma en tus labios, caricias que paran con frialdad, necesidad de comunicarlo.

¿No podemos besarnos?

Tan difícil hago todo, eso dicen. Todo lo fácil tengo el poder de transformarlo en complicado. Hago daño, eso dicen.
Adiós, me propician, aunque tal vez un hasta luego.

No me inspira esto nada. Ojalá, pienso, me inspirase ella.

Más no es así.

Mi corazón late de nuevo al besarte. Las personas nos juzgan en la calle. Tu me juzgaste a mi en su momento. No debería volver a ti.

Pero el ser humano no sabe estar solo.

El escritor no sabe escribir.

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⏰ Última actualización: Aug 15, 2023 ⏰

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