candies | JungKook se moría por probar los carnosos labios de TaeHyung, aquellos que seguramente tendrían el sabor de las golosinas que constantemente comía. Mientras que TaeHyung le fascinaba consumir de sus golosinas, sabiendo lo que le provocaba...
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(🍬) candies ...
Para la mala suerte de TaeHyung y JungKook, ambos terminaron fuera del salón de clases ya que habían llegado dos minutos tarde ante la hora acordada.
El rubio no pudo evitar rodar los ojos en el proceso ante la actitud de esa señora de lente ojos. Se sabía que era bastante estricta, pero le había irritado la forma en la que ésta les había hablado, no más bien, gritado.
Eran las 7 de la mañana recién y TaeHyung odiaba escuchar tanto bullicio desde temprano.
─── ¿Qué vamos a hacer ahora? Sabes que nos dejó a fuera a propósito para que nos descubran y nos lleven a la oficina del director ─── Dijo TaeHyung cruzando sus brazos sobre su pecho, mirando al pelinegro que tenía el ceño fruncido.
Porque sí, no era permitido ver a ningún alumno fuera del salón en horas de clases ya que usualmente lo hacían para escaparse de la universidad.
JungKook suspiró y estuvo a punto de responder antes de escuchar una voz a lo lejos.
─── ¡Hey! ¿Quién anda ahí? ─── Exclamó uno de los guardias que se paseaba por los pasillos para revisar.
TaeHyung sintió pánico por un momento antes de que JungKook lo tomara de la muñeca.
─── Vamos ─── Susurró, empezando a correr.
TaeHyung quiso saber a dónde irían, pero prefirió mantener el silencio para no llamar la atención del guardia que estaba por los pasillos.
Ambos ingresaron a lo que pareció ser un cuarto de limpieza, en dónde además de que tenían artículos para limpiar, también habían muebles viejos y otras cosas.
JungKook encendió la luz que parpadeó varias veces antes de dar una iluminación tenue al verse ya un poco vieja y dañada.
─── Podemos quedarnos aquí hasta que sea el cambio de hora ─── Habló mientras TaeHyung se mantenía a espaldas de él.
El rubio bufó y decidió sacar una bolsa de golosinas en su mochila, para empezar a comer de ella.
─── ¿Siempre tienes una bolsa de golosinas en tu mochila? ¿Acaso no te cansas de comer lo mismo? ─── Inquirió con una sonrisa, cruzando sus brazos sobre su musculoso pecho, marcando la camisa que le quedaba algo apretada.
TaeHyung se dió media vuelta, sonriendo. Llevó otra golosina a sus labios antes de contestar.
─── De hecho, no siempre tengo una bolsa de golosinas en mi mochila, ya es otro caso que siempre que nos encontremos me veas con una en mi mano ─── Explicó y JungKook asintió, pasando su lengua por sus labios.
Estarían encerrados allí por alrededor de una hora y TaeHyung quería aprovechar el momento al máximo.
Quería disfrutar del hecho de que estaban solos allí, sin haber dejado pasar el detalle de que JungKook había cerrado la puerta con seguro.
El más alto dió unos pasos hacia adelante, despegándose de la puerta en la que había mantenido su cuerpo apoyado.
─── Si te gustan mucho, ¿Por qué no me dejarías probar su sabor? ─── Preguntó JungKook con fingida inocencia que hizo sonreír a TaeHyung.
El pelinegro tomó su rostro con su mano, acercándolo más a él y acortando al distancia, haciendo que sus bocas rozaban.
TaeHyung abrió sus labios, invitándolo a que los probara.
─── ¿Por qué no mejor pruebas su sabor directamente de mi boca? Sería mucho más intenso que solo una golosina, ¿No crees? ─── Habló está vez TaeHyung, rozando aún más sus labios.
Fue el turno de JungKook abrir un poco los suyos y sonreír ante el descaro de TaeHyung.
Pasó su brazo por sus caderas antes de empezar a besar con fuerza los labios rojizos que tanto se había resistido de probar en los últimos días, apegando su cuerpo al del rubio. Su mano se colocó en su cuello, tomando el control del beso.
TaeHyung no pudo evitar gemir cuando sintió la lengua caliente pasearse por su boca, saboreando el dulzor de las golosinas que había estado consumiendo.
Con un simple beso, apretó sus piernas al sentir como su entrada empezaba a lubricar ante los movimientos bruscos que estaban tomando control del beso sucio que ambos mantenían.
Los chasquidos entre sus labios y los jadeos que se escapaban de los labios de TaeHyung empezaban a provocar una erección en JungKook que tendría que ser atendida con urgencia.
Empezó a caminar obligando a que TaeHyung retrocediera sobre sus pasos antes de que terminara contra un escritorio viejo que estaba en el cuarto. Se separó de sus labios recibiendo una queja de parte del contrario, quién ya había dejado de sostener la bolsa repleta de golosinas.
─── JungKook ───.
─── Silencio, lindo ─── Ordenó, dándole vuelta para así dejar de ver su rostro y pegar su cuerpo a su espalda.
TaeHyung gimió al sentir la dura erección de JungKook en su trasero, necesitado a tenerlo dentro de su interior.
Con las manos sobre el escritorio y escuchando la respiración jadeante del pelinegro en su oído, tiró su cabeza hacia atrás cuando las manos del contrario empezaron a pasearse por los costados de sus muslos, levantando su falda en el proceso y dejando a la vista las bragas de encaje blanco que estaba vistiendo ese día.
─── Tan precioso, tan mío ─── Murmuró ronco en su oído, dejando un beso húmedo en su cuello que causó un escalofrío en él.
JungKook sintió como TaeHyung movía sus caderas, restregándose sobre su miembro erecto para poder tener más fricción.
Posó sus manos sobre su cintura y antes de iniciar, dejó en claro algo.
─── Cariño, esto terminará a medias porque para nuestra mala suerte, ninguno de los dos tenemos un condón ahora mismo, así que por ahora será de esta manera ─── Anunció y TaeHyung asintió, comprendiendo.
JungKook apretó su agarre en su cintura y comenzó a hacer embestidas falsas sobre la ropa, causando gemidos en TaeHyung.
Gruñó ante lo que estaba sintiendo, sus caderas se movían a la par de las de TaeHyung y minutos más tarde, escuchó un gemido alto y agudo de parte del rubio quién apoyó su cabeza sobre su hombro.
Continuó embistiendo y unos segundos más tarde, se corrió por igual.
Arregló las prendas del contrario y acomodó su falda, dándole media vuelta antes de dejarlo sobre el escritorio viejo y abrazarlo. El rubio recibió tiernos besos en sus mejillas y cuello mientras era abrazado por el pelinegro, embriagándose de su fragancia al sentirse algo cansado.
