Capítulo 4

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El delicioso olor a comida casera fue lo primero que notó Izuku, para luego abrir sus ojos.

Instintivamente trató de levantarse de la cama dónde estaba cómodamente acostado. Grave error. Al inclinar la espalda hacia adelante con la intención de levantarse, sintió un dolor abrumador en todo su cuerpo, como si estuviera en llamas.

— Yo en tu lugar no haría eso. Tu cuerpo no se encuentra en las mejores condiciones.— Comentó Hal, quién observaba al peliverde desde el marco de una puerta.

— ¿Qué? ¿Qué pasó?— Fue la primer pregunta que salió de la boca de Izuku, al mirar directamente al castaño.

— Después habrá tiempo para explicarte, niño. Ahora come algo, seguro tienes hambre.— Hal se acercó con dos platos de spaghetti junto a unos cubiertos en una mesita ubicada al lado de la cama dónde Izuku se encontraba.

El niño tomó los cubiertos con algo de cansancio, le dolía todo el cuerpo y no entendía por qué. Hal, por otro lado, también tomó los cubiertos y comenzó a comer.

— Dime, Izuku. ¿Cuántos años tienes?— Preguntó Hal, desviando su mirada de la comida para enfocarse en el peliverde. — Sabes, me puse a pensarlo, y me gustaría que nos conociéramos más.— Comentó el castaño, que comenzó a divagar. — Digo, a partir de ahora seré como una especie de maestro para ti y supongo que no te gustaría ser entrenado por un desconocido.—

— Sí, supongo que tiene razón Jor... D-Digo Hal.— Izuku sonrió nervioso al ver que el castaño le frunció el ceño cuando lo estaba por nombrar por su apellido, por lo que rápidamente se corrigió. — Tengo catorce años, ¿Y usted?—

— Escucha, Izuku. Puedes tutearme, no hay ningún problema. Y respondiendo tu pregunta, tengo veintinueve.— Respondió el Green Lantern mayor, para luego darle otro mordisco a su plato de pasta.

Izuku hizo lo mismo, luego levantó la vista, y ahí reparó en la apariencia del estadounidense. Este se encontraba vestido con su uniforme de piloto con el que siempre lo vio pero cubierto de polvo y tenía ambos brazos vendados.

— ¿Qué te pasó?— Le preguntó, preocupado y sin despegar su vista de los vendajes en sus brazos.

— Es... Bastante complicado...—

Hal sonó nervioso, más de lo que él creía que estaba, alarmando a Izuku.

— Tranquilo, Izuku. No es algo grave, simplemente no encuentro las palabras adecuadas para explicártelo.— Y era verdad, los daños que había recibido eran prácticamente nulos, pero sus causas aún se le hacía bastante peculiar. "Tal vez Kyle o John hubiesen sido mejores opciones para esto que yo. Maldito Ganthet." Sabía que Kyle, aunque más joven e inexperto que él, podría manejar mejor a un niño de catorce años. Aunque, ahora que lo recordaba, Kyle y John no habían sido muy vistos en la tierra, probablemente se encontraban en alguna misión encargada por los Guardianes. "Al menos me ven como mejor opción que Guy Gardner."

Hal se sentó en la silla al lado de la cama, tratando de reacomodar sus ideas. Alejó todas las cosas que tenía en su cabeza y pensó en cuál sería la mejor forma de explicarle al chico lo que había pasado.

Luego de unos segundos, creyó haberla encontrado. — Verás, Izuku...— Realmente no tenía nada.

— ¿P-Pasó algo malo?— Izuku no podía esconder su miedo. Había pasado lo mismo que la primera vez que el anillo se unió a su dedo, un gigantesco resplandor esmeralda y luego todo oscuridad.

— No, para nada.— Hal calmó la ansiedad que carcomía al chico con algunas palmadas en la espalda. — Tan sólo hay un pequeño problema, pero tranquilo. Entre tú y yo lo podremos resolver.—

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