Reencuentro en la bahía

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El recorrido desde la adolescencia hasta la adultez está repleto de cambios, eso es verdad para todos, desde una persona ordinaria, hasta una legendaria kraken que intenta llevar la vida de una persona ordinaria. Han pasado dos años desde que Ruby Gillman y su familia protegieron Oceanside de Nerissa y su egoísta ambición de conquistar el océano, que quedó para siempre frustrada con la destrucción de su tridente; muchas cosas han cambiado desde entonces, algunas buenas, otras no tanto.

Dentro de lo bueno, Ruby cuenta ahora con la gratitud de todos en el pueblo, y ya no debe ocultar su verdadera naturaleza de los demás, o fingir que es canadiense... También consiguió graduarse de la Oceanside High School con varias de las mejores calificaciones, y su nueva vida universitaria se encuentra a la vuelta de la esquina. Desafortunadamente, entre sus responsabilidades como estudiante y protectora del océano no ha tenido mucho tiempo libre para socializar, y aunque sus amigos íntimos han sabido comprender sus largos periodos de ausencia, no puede decirse lo mismo de Connor.

—Mi alge-amor... —murmura la joven Ruby, con un tono triste y melancólico. Esta sale de casa con sus audífonos puestos, mientras escucha una playlist titulada: Una kraken deprimida.

Que su primera relación de noviazgo acabara tan pronto es ciertamente deprimente, pero también comprensible. Connor necesitaba a una persona que estuviera más al tanto de su relación, y ella no podía ser esa persona; es por eso que, tras una plática un tanto agridulce, ambos decidieron que lo mejor sería... "darse un tiempo". Todavía son amigos, o algo parecido, pero sin las tutorías de álgebra, realmente ya no se ven demasiado.

Desamores aparte, ahora se dirige hacia el campus de la Oceanside University, en donde debe presentar un examen de admisión para el que lleva preparándose desde hace ya bastante tiempo. Salió temprano de casa, por lo que no lleva ninguna prisa, y tiene oportunidad de echarle una mano (o tentáculo) a cualquiera que lo necesite; claro que, cuando consigue reconocer una figura familiar llamando su atención a la distancia, debe reconsiderar el "cualquiera".

Se trata Gordon Lighthouse, el viejo marinero que intentó cazarla en más de una ocasión, acompañado de su siempre confiable cangrejo, Davey. Ruby deja escapar un suspiro muy largo mientras se retira los audífonos y los observa acercarse a toda prisa.

—¡Gillman!, ¡por aquí! —exclama el recién llegado, con la respiración agitada y el rostro empapado en sudor. Claramente lleva corriendo por un buen rato.

—Señor Gordon, hola... —responde la menor, quien le recibe con una sonrisa incómoda —. Verá, hoy tengo un examen muy importante y no puedo...

—¡Olvida eso! El océano te necesita.

«Y una kraken siempre responde al llamado», piensa Ruby, recordando las palabras de su abuela. Resignada, la joven kraken se arma de paciencia y se dispone a escuchar.

—Okay. Dígame por favor qué es lo que ocurre —responde al fin.

—¡Es una emergencia! —exclama el anciano, sujetándola de los hombros para agitarla con fuerza —. ¡Una emergencia, te digo!

—¿A-Ah, sí?

—Pon atención. Esta mañana mi compañero y yo nos dirigimos al barranco en la bahía.

—¿Su compañero?

El cangrejo sobre su hombro parece ofenderse bastante con la pregunta, agitando sus pinzas con una mirada amenazante.

—Ah... claro, perdón.

—En fin, allí estábamos Davey y yo, siguiendo la pista de un tesoro oculto —prosigue Gordon, mientras le muestra un mapa del tesoro de bastante dudosa procedencia —. Estuvimos cavando por horas sin éxito, pero estoy seguro de que lo encontraremos. ¡Con esa fortuna compraré un bote nuevo y lujoso! Mi ex-esposa volverá arrastrándose cuando lo vea.

Besos Húmedos [Chelby]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora