╰ ❝ diez: mentes sospechosas

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CAPÍTULO DIEZ
harry, the rich friend of spidy

❝ Delante de la gente no me mires, no suspires, no me llames aunque me ames

El sudor comenzaba a escurrir por la nuca de Harriet, haciendo que se pegara su cabello a su piel en una mezcla ligeramente incómoda mientras su planeador se deslizaba por los aires. Miles iba un poco más adelante que ella, columpiándose a toda prisa en sus telarañas.

Las gotas de agua provenientes del cielo acariciaban el rostro de Harriet mientras volaba en su planeador, pero la tensión en el ambiente no dejaba espacio para la relajación. Estaban en medio de una misión crucial y cada movimiento debía ser preciso. No sabía porque todo estaba relativamente pacifico, considerando el hecho de que toda la Sociedad Arácnida estaba tras ellos.

Al principio seguía a Miles de cerca, pero recordó que en teoría en la red del canon no debía haber mucha diferencia. Entonces el edificio de departamentos en donde residía Morales en teoría tendría que ser el mismo para la mayoría de Miles Morales. Dejó que sus recuerdos la guiaran a través de las calles y callejones. A su alrededor las luces reflejaban colores casi neones en las ventanas o por el contrario, colores opacos en los charcos de agua.

Pronto ubicó el edificio de ladrillo y permitió que su acompañante ingresara primero por la ventana. Harriet lo siguió y desactivó su traje, con un casi silencio «chisss».

El cuarto de Miles estaba en penumbras, iluminado solo por la luz tenue de la luna que se filtraba por la ventana. Harriet se movía con sigilo, su corazón latiendo con fuerza, mientras se acomodaba de pie junto a Miles que acabó en el suelo con una pequeña sonrisa en los labios.

— Lo logré. Estoy en casa.

Caminando entre los muebles y evitando cualquier objeto que pudiera hacer ruido, Harriet notó una leve luz proveniente de la rendija de la puerta de madera.

— ¿Miles? —llamó una voz femenina.

La madre de Miles, Rio, abrió la puerta con cesto de ropa en mano. Arqueó las cejas en dirección a su hijo, que estaba terminando de subirse el cierre de una chamarra gruesa. Luego, su mirada se dirigió hacia Harriet y una sonrisa brillante se dibujó en sus labios.

— ¡Oh, Harriet! Me alegra que hayas venido, siempre le dije a mi hijito que volverías — exclamó y dejó el cesto de ropa a un lado —. ¿Te lo dije o no te lo dije, mijo? Aquí mismo la tienes, ¿eh? — una risilla escapó de su boca. — No los estoy interrumpiendo, ¿verdad?

El rostro de Harriet empalideció; lentamente comenzó a entender la situación.

— Mamá, ¿están bien los dos? Dime que sí — Miles se acercó a su madre y la tomó por los hombros. La mujer dio una respuesta afirmativa a su pregunta y él la abrazó—. Tenías razón. Tenías razón en todo.

— Pues sí, como siempre.

— Miles... — comenzó Harriet con la voz rota.

— Vi muchos lugares increíbles, conocí a gente asombrosa pero... no me quisieron — dijo Miles, ensimismado en la fantasía de estar en casa de nuevo. Rio arqueó una ceja en dirección a Harriet y ella desvió la mirada. — Pero no dejé de pensar en lo que me dijiste. Y les di duro, mamá. Vencí a todos. Ahora sé lo fuerte que soy. Y soy fuerte gracias a ti... y a papá.

harry ✦ miles morales, the prowler ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora