La primera vez que ves a alguien a los ojos por unos segundos o que cruzas palabras es el comienzo.
El inicio de una tortura tan dulce que no te envenena al instante, si no, que comienza poco a poco, afectando todo y llevando el fin a cada organo en tí.
Primero las mejillas.
Se tensan al ver a la otra persona, a mi enamorado en cuestión; sonrió sin pensarlo mucho, para que note mi existencia a medida que comienza a pasar de largo a mi lado, el color rosado llega a mi piel, pensando en que sus ojos me hecharon un vistazo y que su atención obtuve, me flecho con sus ojos rojos y su mirada indiferente.
A los segundos, minutos, quizás y más probable es que hubieran sido horas, no lo sé, comenzaron a doler, había pasado tanto tiempo sonriendo con fuerza, con astucia y brillo, que olvidaba descansar, hasta que la molestia vino y comenzó a arder los trozos de piel que amoldaban esta cara cuadrada.
Llenas de iluciones, de un latido por dejar de sonreír y descansar de esa ingenuidad, de ver lo que no me ve a mí y parar.
Lo segundo fue mi pecho.
Hay que ser específicos en esto, el corazón, con los días te das cuenta que late con más fuerza de lo normal, aumenta su carga y dispara esa sensación de calor por el cuerpo, el corazón es rápido, golpeando mi pecho tan fuerte que me saca resoplidos involuntarios, me obliga a tomar descansos de estar cerca suyo, porque reventaría mis costillas con el retumbar de aquella bomba de tiempo, ese que me hace vivir y que de enamora fácilmente en cuanto le dirigen una palabra bonita.
El corazón cae rendido cuando es tan débil, cuando más necesita amor, deja que lo lleve cualquier alma en pena y lo comience a llenar de detalles, de falacias y un sin fin de cosas.
Cuando bombardean con amor al instante a este órgano tan sensible y blando te engancha, siendo asi, más difícil que sueltes la carga.
Lo que reciente en los pulmones y estos se empiecen a vaciar de su propio contenido, el aire escapa por cualquier parte, dejándote sin aire, ahogándose en tu propia saliva mientras el palpitar no deja de sonar en tus oídos, sientes que todo se mueve, que el aire nunca va a llegar a tí.
Es cuando más sientes que te hundes en ello, en la idea que la cura podría ser tener su atención y que probablemente sería un salvador el estar con ese hombre.Poco a poco por falta de aire los pulmones se achican, dejando más espacio a la idea amorosa del corazón, que va abarcando todo lo que puede, teniendo de protagonista su latir por alguien completamente fuera de mis sudadas manos.
El tercer caído es el estómago.
Alguna vez escuché decir a alguien que el amor es tener mariposas revoloteando por todo el estómago, que las alas del insecto acariciaban el interior, haciendo cosquillas a diestra y siniestra, como un revoltijo de comida que hace que te marees al instante, pero no sientas las náuseas hasta que te das cuenta de que estás pensando en esa persona.
El estómago se vuelve débil, se hincha como el corazón, pero parece estar vacío cuando lo tocas, como si fuera a estallar en cuanto alguien pique con el meñique tu estómago, pero son las mariposas. Ellas son las que comienzan a ser más que unas cuantas y se hacen cientos de ellas, multiplicandose hasta abarcar todas las paredes internas de piel, tapizando cada minúsculo detalle expuesto.
Se clavan y dejan colorido hasta el esófago, sus alas dejar un calor sutil en el interior, puedes sentir a veces el cosquilleo intenso, es involuntario, fuera de tu control y espontáneo.
El estómago es el que menos queda con secuelas después de un amorío, aún si es más susceptible a fallar por los nervios o miedo, es el que más se conserva en el amor.
Los ojos, el cuarto que conforma nuestra pequeña lista de atrofios.
Los ojos aunque no son los que más reacción tienen en el amor se dice que en ellos se inicia un brillo en dónde no lo había, cuando el amor a primera vista existe el brillo se capta en estás ventanas al alma.
Los ojos en el amor buscan sin cesar a la persona, son casi hábiles de dar la vuelta completa para poder ver a quien más amamos o nos interesa, son unos de los más traicioneros porque se embelesan al cruzar mirada.
El ojito alegre existe y todos llegamos a serlo, pero cuando el amor nace estos van de vacaciones y se quedan fijo en la belleza de una persona, en captar cada detalle de su persona, las expresiones se las come con la mirada, las pupilas hacen midriasis y como alguien en la cima del éxtasis se dilatan con solo tener los ojos ajenos en los tuyos.
El cerebro, pobre de él.
Quiero decir, que fatalidad vive está parte cuando tono inicia, es el que más se daña a si mismo en la fantasía del amor.
Porque lo pudre en la fantasía diaria, dónde lo llena de azúcar todo lo que lo conforma, se decora con crema batida y la cereza del pastel en la cima de todas esas chispas de colores que dan el sabor que buscamos con insistencia.
Es finalmente el platillo fuerte de la cena que es el amor.
Cuando mi cabeza no se concentra en el trabajo del día a dia, es porque está en las nubes, flotando más allá de la suavidad que las conforma y las teje, cuando sobre pasan esas almohadas blancas suben sin parar, llegando al borde de las puertas del cielo, rozando casi con la mirada el entrar, enamorado soy creyente de cualquier cosa que me haga tener la esperanza en alto.
Aún si no rezo, aún si no canto para el más allá de cualquier deidad, me enamore y lo pienso, cada que reparto una sonrisa, cuando estoy bebiendo algo en el bar y miro arriba al balcón del segundo piso, puedo verlo ahí de pie, con su mirada juzgadora y ceño fruncido, mi diablo, mi mayor amor desde hace muchos putos años.
Se que mi corazón lo reciente, mis ojos no se apartan de su figura que deambula por el piso del casino, como fantasma en pena busca lo que ya no hay o quizás... Me busca a mí.
La idea se cruza y crece, mis pulmones se vacían de inmediato en un suspiro de colegiala, las piernas me fallan cuando lo veo acercarse, mi dios, mi todo en esta vida cuando lo conocí.
A varios pasos mi mente me ordena sonreír, lo ojos me brillan de deseo al encontrar hablándome de frente, siento mi estómago el cosquilleo y el corazón se me acelera, quizás quiero llorar.
Pero es amor, amo tenerle de frente, aún si me está regañando, amo verlo enojado es especial porque se que cuando está frustrado puede liberarse conmigo y eso es confianza.
Me acelero el pulso y mis mejillas se tiñen, no importa cuánto trate de ponerle atención a lo que dice, mis ojos se pierden en los suyos y muero por tenerlo más cerca.
Que amado ser tengo, el diablo es lo que necesitaba mi vida sin emociones, la chispa que me hace reaccionar cuando más lo necesitaba y ahora puedo abrirme a sentir todo lo que se apagó una vez.
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¡It's not pink, it's purple!
Fanfiction[Devildice] Pensar en que el amor es lo que más está presente en este mundo me hace dudar de lo que realmente uno siente. Quizás solo lo digo porque me estoy quedando dormido, mientras aquel demonio está fuera a altas horas de la noche, al momento e...