Huída

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De vuelta en su habitación Danny se encontraba inmerso en un ataque de ansiedad, orillándolo a deshacerse de su playera y pasar la vista por el espejo en su cuarto mientras observaba detenidamente su pecho y pasaba los dedos por las costuras de la faja, no paraba de darle vueltas a la situación.

-No vio nada, yo sé que no sabe nada -dijo, deteniendo sus dedos en los broches a su costado- no sabe nada -agregó en un suspiro- nunca va a saber nada.

Ya más tranquilo abrazó su pecho, recordando una y otra vez cuánto tiempo llevaba tomando los bloqueadores de hormonas.

-Falta poco, ya casi lo logro -con algunas lágrimas al borde de sus ojos se dedicó una sonrisa y luego fue a buscar una camisa para dormir.

Sintiendo más frío el ambiente que de costumbre se acercó a la ventana para cerrarla antes de irse a acostar, dió un último vistazo al cielo nocturno para cerrarla por fin, tirándose después sobre la cama, e intentando deshacerse de todas esas intensas emociones, concilió el sueño más rápido de lo que hubiera imaginado.

Vlad se había alejado en cuanto vio a Danny acercarse a la ventana, en una ocasión así habría volado lo más lejos posible del edificio y con teletransportación se habría esfumado del lugar. Pero eso no ocurrió, se detuvo a cierta distancia, absorto en aquel rostro afligido y con ojos llorosos.

Se sorprendió al notar que el chico no se dió cuenta de su presencia, su sentido fantasma al parecer no se había activado correctamente, tal vez por la ansiedad que mostraba hacía unos segundos, pues sentía quella energía fantasmal en el pecho del menor muy acelerada. Aquella energía que descubrió que existía en todo fantasma y que al parecer había sustituido sus corazones humanos, los llamados núcleos.

Pudo sentir en un instante que sus miradas se encontraban y, aún sabiendo que ello era absurdo por estar invisible, esos ojos celestes se posaron fijamente en los suyos y le habían hechizado.

En cuanto vio al más joven alejarse, se acercó dudoso hacia el cristal que los separaba y le observó, ahora ya con una camisa puesta, durmiendo tranquilamente en su cama. Vlad no puedo hacer más que extender una mano, como quien quiere entrar de forma intangible, pero se detuvo.

-No entiendo qué está pasando contigo pequeño tejón, pero lo voy a averiguar... -tras aquella promesa sin escuchar se alejó volando directo a su nueva mansión.

No me entenderías Donde viven las historias. Descúbrelo ahora