¿Y ahora qué?

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Danny terminó de escribir su último mensaje en el blog que acababa de encontrar en internet, sinceramente se había sentido bien al tener a otras personas a las que pudiera contarles aquella situación y que también comprendieran que no era tan sencillo decirlo a sus padres, que entendieran aquel miedo ante la sola idea, pero lo último que había escrito no le había animado para nada.

Era cierto que tenía miedo de la posibilidad de algunas fotos o videos rondando por su escuela, pero le aterraba más el sentirse despreciado por sus maestros si les pedía ayuda.

En varias ocasiones en las que era objeto de la intimidación de Dash, Lancer había hecho de la vista gorda y en esta situación no quería sentirse ignorando. Además, si comenzaba a pedir que se hiciera algo al respecto no quería imaginar lo que pasaría después con sus compañeros, menos si es que no existían tales fotografías.

Suspirando con resignación prefirió apagar su computadora para despejarse, había sido otro día bastante agotador y sólo quería meterse entre sus cobijas y olvidarse del mundo.

Cambiándose los pantalones por su pijama comenzó a sentir que le temblaban los dedos al rozar la parte baja de su playera.

-Diablos, creí que ya había dejado está situación de lado -pero tal parecía que no, sus manos comenzaron a sudar mientras cerraba los ojos con fuerza y hacía el esfuerzo de liberarse de sus últimas prendas, poniéndose de inmediato la pijama- listo, listo, ya pasó -dijo para sí mismo mientras pasaba sus dedos por las hebras azabaches.

Caminó momentos después hasta su cama y se tumbó sobre el colchón, relajándose tanto que sintió que estaba por quedarse dormido sin haberse cobijado. Con desgano jaló las frazadas a tientas para meterse bajo ellas, eran más pesadas de lo que una persona normal acostumbraría gracias a los varios edredones que había colocado, cosa extraña siendo que hacía demasiado calor por las noches, pero nada de esto lo molestaba, incluso añadía más cobijas durante el invierno, su núcleo frío lo envolvía incluso en su forma humana, volviéndose casi una necesidad el encontrar la manera de calentar su alrededor y había encontrado reconfortante el llenar su cama de varias cobijas, no sólo el calor de estas le ayudaba a reconfortarlo, el peso de las mismas sobre su cuerpo le ayudaban a dormir con mayor facilidad.

Tratando de concentrarse en aquella cálida sensación dentro de aquél pesado y caluroso manto comenzó a adormilarse hasta que por fin se rindió al sueño.

-Danny -escuchó su nombre a lo lejos casi como un susurro, probablemente proveniente de su imaginación, por lo que lo ignoró.

-Danny... -escuchó de nuevo un poco más alto, pero se sentía demasiado cómodo en su pequeño mundo acolchado.

-¡Danny! -el sonido tan alto lo sobresaltó, obligándolo a colocar las palmas de sus manos en el colchón para hacer un esfuerzo por incorporarse- Dios, hoy sí que fue difícil despertarte.

Su hermana se encontraba en el marco de la puerta sosteniendo el pomo.

-Te llamé dos veces desde abajo, pero llevas ignorándome media hora -se quejó la peliroja.

Ante tal declaración Danny se levantó de inmediato, bastante preocupado.

-Mierda, te juro que creí que sólo habían pasado unos segundos -apresurado se acercó a su armario para alcanzar ropa limpia.

-El tiempo es relativo hermanito -mencionó Jazz, con una sonrisa burlona- me adelantaré en el auto a la escuela.

-Claro, no tardo en llegar -avisó poniéndose unos jeans azules.

-Lo sé, ahora eres mucho más veloz -mencionó su hermana, haciendo referencia a la rapidez del vuelo de su hermanito.

Danny comenzó a abrocharse los pantalones y ponerse el cinturón perdiéndose en el comentario de Jazz. Sus poderes se habían desarrollado mucho más a lo largo de esos tres años, ya podía igualar una pelea con Vlad cuando era necesario.

No me entenderías Donde viven las historias. Descúbrelo ahora