Seúl 1841

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La brisa cargada de sal acariciaba las mejillas de Park Jimin mientras apoyaba sus brazos en las barandillas humedas del Eternal. El barco de vapor llevaba diecinueve dias atravezando el Mar Amarilloy ese dia, por fin, llegaban al puerto de Seul.

Jimin aparto uno de sus rubios cabellos de la cara y miro al horizonte. En cualquier momento el sol empezaria a romper la osuridad y desteñir sus franjas naranjas y moradas contra el oscuro Mar. Habia decidido mirar el amanecer en aquel dia que, estaba seguro, marcaria un nuevo inicio para el.

Un golpe de aire gélido salpico con el agua del mar su rostro de ojos grises y boca generosa. se envolvió en su capa roja, regocijándose en haber tenido la prudencia de comprar ropa de abrigo.

Aquella capa carmesi potenciaba aun mas su fantastica su cabellara rubia y el color niveo de su exquisito rostro. Y si fuera poco gracias a su intuicion meteorologica fue el primer pasajero que vio el simbolo de la bahia El gran puente Hangang Bridge.

Observo como las gaviotas se arremolinaban en torno a la impresionante estructura mientras cantaban sus graznidos dandole melodia a la Bahia. El sonido del pequeño barco anuncio la proxima llegada a la tierra de nuevas oportunidades.

Aunque Jimin habia viajado en primera clase no habia pasado por alto que el barco estaba lleno de inmigrantes chinos que huian de la hambruna que azotaba su pais. Estos empezaron a salir a cubierta a celebrar su llegada bebiendo en sus botellas de licor.

Después de todo... ¿de que podía quejarse el?

Miro a las mujeres de tercera clase con sus ropas raídas y sus sombreros de lana gastada. Jo Yu-ri, la mujer que le había robado a su amor, hubiera lucido un aspecto semejante de no haber sido rescatada de las calles por el honorable Alfa, Lee Taemin. 

Y después maldita sea... Taemin,  su Taemin, su amante desde hacia un año, había puesto los ojos en la humilde omega. Cierto era que después de bañarla, vestirla y peinarla, la joven de las calles lucia como toda una dama con sus flamantes cabellos cobrizos y sus ojos marrones. La belleza innegable de aquella omega no le había quitado nunca el sueño. 

El mismo era espectacular con sus cuerpo delicado y su cara y labios hermosos. lo que no podía soportar... lo que aun ardía dentro dentro de el era la idea de que aquella mujer había podido entregar a Taemin algo que el jamás hubiera podido; su virginidad.

Anhelaba que llegara un día en que aquella traba fuera eliminada para siempre de la vida de los omegas. ¿Por que los alfas podían darse la gran vida con sus amantes y ellos debían permanecer castos y puros? ¡Por dios, conocía solteronas de cuarenta años que jamás habían sido rozados por un alfa!

!Abominable¡

Cuando conocí a Taemin era el joven viudo de Park Seo-Joon, cuarenta años mayor que el. Supo entonces que su única oportunidad de encontrar un nuevo amante estaba en desposarse nuevamente a escondidas con otro anciano tras el riguroso luto.

Un omega joven jamás hubiera pasado por alto la ausencia de virtud y  el, omega rico y con poder, decidió que a sus veinticinco años ya se había preguntado demasiadas veces que era un orgasmo. Fue Taemin el que lo hizo quemarse en los fuegos de la pasión y convertirse en agua cristalina de deseo... pero siempre tuvo los pies en la tierra... siempre supo que aquello acabaría.

Ahora era un chico distinto. No por Taemin y su abandono, no por el dolor del rechazo que era una herida abierta en su corazon, sino por algo muy diferente; habia sido atacado por un lobo, un lobo enorme, inmenso en su pelaje negro, casi habia perdido un brazo en el ataque y, tras sobrevivir a el, sus heridas descarnadas por las terribles fauces del animal habian cicatrizado en cuestion de minutos.

Aquel ataque lo habia convetido en un hombre especial... un hombre con una vision tan aguda como la de un lobo, con un olfato tan desarrollado como de un depredador, con una fuerza tan fiera como la de una bestia.

Era uno de ellos, era un lobo.

Suspiro mientras colocaba sus hombros dentro de la calidad capa y se dirigió a su camarote para terminar de empacar sus pertenencias.

Solo esperaba una cosa de aquel pais tan nuevo, tan floreciente... que no se rigiera por las estrictas normas morales.

- Querido, ¿no viene a cubierta a contemplar la magnifica bahía?

Jimin miro a la señora que iba del brazo de su esposo. Debía tener aproximadamente su edad, pero en tanto que el había enviudado de su anciano esposo con tan solo veintisiete años, el marido de ella era joven, fuerte y vigoroso. La envidio por momentos. A el también le hubiera gustado ser el inocente esposo de un hombre joven y enamorado.

- Ya la he visto - Respondio- no se demoren, la cubierta se esta llenando de pasajeron que desean contemplarla.

- No se olvide, mi estimado señor, que viajamos tambien al centro de Seul, nos encantara llevarlo en nuestro carruaje- Dijo Xiao Zhan

Jimin forzo una sonrisa.

- No deseo molestarlos con mi presencia.

- De ninguna manera nos molesta, Sr Park - respondió el abnegado esposo. - Es usted un omega viudo en un pais extraño. No me quedaría tranquilo sin acompañarlo a su vivienda.

¡Vaya, no podría quitárselos de encima!

- Esta bien, si no les importa no se hable mas. Aunque me dijeron que Seúl es un lugar tranquilo lleno de personas honorables.

- Y así es - se apresuro a responder Eun. - Es un barrio bellísimo con grandes casas y esplendorosos jardines. Ya se que ustedes tienen un maravilloso paisaje también, pero cuando vea Seúl no se arrepentirá de haber venido a nuestra ciudad.

Jimin pensó que no había nada comparado con Busan, con Seúl anunciando las vistosas calles comerciales, ni nada que pudiera hacerle sombra a los magníficos jardines, pero había decidido darle una oportunidad a aquel pais y sonrió al responder:

- Con personas tan amables como ustedes será un placer conocer Seúl.

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