Bosque

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Jimin había visto el ocaso con sus líneas violetas dispersándose en el cielo. y formando un firmamento plagado de colores que revitalizaban el alma. Había sido un acierto tomar esa casa que colindaba en su parte posterior con el frondoso bosque aun sin construir. Esperaba de veras que los citadinos tuvieran la misma costumbre que en Busan de respetar los espacios naturales aunque en aquella ciudad parecía que lo que mas se valoraba eran los beneficios que pudieran reportarse a pesar de la tala de arboles.

A la caída de la noche se sentía con aquella fuerza que siempre le pillaba desprevenido. Aun era dueño de sus actos y todavía no sabia cuando se produciría la conversión finalmente, aunque ya a esa edad le parecía que había tardado demasiado, como explicarle a su futuro esposo que no podrían tener crías, porque el no era un omega completo... 

Uno de los pocos rasgos licántropos que había adquirido desde el principio era aquella fuerza que aunque no se comparaba con la verdadera fuerza licántropa, de igual manera lo ponía en guardia pues tenia que estar dominándola continuamente. Jimin pensó que tal vez era mejor así para aprender a controlar sus instintos para cuando se convierta completamente y rogaba al cielo que, con suerte, eso ocurriera pronto.

En cuanto a Jia... si la doncella había tenido dudas en algún momento de que la historia de Jimin fuera incierta, ahora ya estaba completamente convencida, ¿seria verdad aquello que dijo sobre su madre? Jimin sonrió al imaginar a una mujer parecida a Jia machacando cuernos de elefante viejo y pulverizándolos como si fueran pócimas amorosas para vender. Estaba claro que, fuera donde fuera, siempre había personas que deseaban contraer matrimonio.

Las tazas de te que Jia ponían en sus manos para aplacar sus nervios reventaban al toque de Jimin cuando trataba de sujetarlas y ambos, señor y doncella, veían estallas la exquisita porcelana en añicos.

Después de romper tres tazas de te decidió decir.

- Mi querida Jia, es el momento de que me dejes solo, ya no soy capaz de controlar mi fuerza.- Jimin dejo que la doncella viera el tamaño de sus brazos.

- De ninguna manera, mi señor, me quedare con usted.

- Por favor - dijo Jimin - Quiero estar solo. 

Jia  entendió que aquello ya no era un pedido sino una orden.

- Estaré tras la puerta por si me necesita.

La doncella salió del dormitorio y reforzó la puerta con la seguridad que Jimin había pedido. Esta camino hasta la ventana. unos barrotes de hierro la reforzaban.

Volvió al sillón y se sentó.

El calor empezó a subirle desde los pies hasta el centro de su pecho. Se quito la escasa ropa que llevaba. Lo peor no eran los síntomas físicos. Ya había aceptado que su cuerpo se endurecía y musculaba como si fuera un aguerrido salvaje del Amazonas, o uno de esos hombres de las manadas que Jia hacia mención, lo peor era el anhelo que experimentaba dentro de si. Jamás había pensado en concebir un hijo, no podía, pero cada vez que se acercaba la luna llena, la necesidad de ser poseído por un Alfa para quedar encinta lo desbordaba.

La luna salió de su escondite tras las nubes y penetro con su haz de luz blanca en el dormitorio. El sudor cayo por la frente perlada al tiempo que Jimin doblo su cuello y aulló.

Fuera Jia y Chen se estremecieron.

Jimin escucho crepitar el fuego en la chimenea y aspiro el aroma del leño quemado. Llevo una de sus manos a su intimidad. Estaba mojado, mojado y deseoso de ser anudado.

Contrajo su garganta.

Esta vez no fue un rugido, aulló como lo hubiera hecho un lobo. Tuvo la noción del momento exacto en que la cordura humana lo abandono y era dominado por su lobo. Dirigió su mirada a la ventana. La abrió y se encontró con el hierro forjado que el mismo había mandado  construir. Estaba bien ensamblado. Era hierro macizo y grueso. Jimin lo golpeo. Escucho la conocida voz de Jia tras la puerta.

- Señorito Park ¿Se encuentra bien?

Nada podía ya detenerlo. La noche exhalaba perfumes llenos de ramas húmedas cubiertas de hojas verdes, olores a tierra mojada mezclada con los distintos arbustos y musgo trepando por la fachada. El ultimo manotazo desencajo el hierro de la pared de piedra granito haciendo que cayera sobre el suelo parte de la ventana. Su boca se ensancho al comprobar que podía dar un salto y refugiarse en el bosque donde el olor a naturaleza era absolutamente perturbador. Dio un brinco y estaba dispuesto a saltar cuando escucho la voz de su doncella.

- Mi señor, no lo haga, se lo ruego, mire sus pies.

Jimin comprendió que Jia estaba preocupado por el. Se regocijo al advertir que, incluso en ese estado, era capaz de reconocer a las personas que estimaba. Jia no tenia de que preocuparse. Dio un salto desde los tres metros que lo separaban del suelo. Sus pies cayeron sobre la tierra húmeda.

- Mi señor, va desnudo, por favor, regrese - escucho decir a Jia.

Los pies de Jimin penetraron el bosque.



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⏰ Última actualización: Nov 01, 2023 ⏰

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