Jeon

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Y fue aquella voz profunda, grave, con un ligero ronroneo en su inflexión mas baja, como si dentro de su garganta habitara el rugido quedo de un animal salvaje que el pudiera contener a su voluntad, la que hizo que la mente de Park Jimin, viudo de Park Seo-joon, viajara en el tiempo y fuera 10 años atrás...



En el granero de su casa, una casa modesta gestionada por la mano rígida de su padre, había un carruaje. Tenia las ruedas pintadas en un color dorado en un esfuerzo de aparentar un bienestar económico que no poseían. 

El era el hermoso hijo de un campesino. El dulce Jimin era tan hermoso que desde el orgulloso padre vio su rostro lavado tras el largo nacimiento, sabia que seria su botón de cambio para conseguir la seguridad económica que nunca habían tenido.

¿Quién deseaba un niño de cabellos oscuros y ojos oscuros? Todo Busan estaba lleno de ese tipo de persona.

Su niño, hijo suyo muy a pesar de su esposa, tenia el brillante cabello rubio de la fulana que lo engendro y, como si el sello de su simiente no pudiera quedar regado, unos ojos rasgados y grises que parecían contener en ellos un cielo claro de verano.

A los 3 años el niño era todo un muñeco de labios rojos y carnosos, rostro exquisito y tan resuelto que parecía aprenderlo todo con una rapidez sorprendente. Con quince años, había tenido un accidente, un lobo lo ataco y a causa de esto, el también era uno, se había mostrado como omega un tiempo después, 

Con diecisiete años, su belleza era tal, que su padre se propuso guardarlo de toda lascivia. El cuerpo del joven había tomado las curvas de su madre, la delicadeza que Jimin cargaba era extrema, cintura estrecha y piernas largas. 

Era el pecado para cualquiera. Y aun resultaba mas adorable que ese pecado estuviera lleno de inocencia virginal. Aquel hijo seria para un Gukgong** obsesionado por robarle la virtud a aquel joven, estaba dispuesto a mantener a su padre y a la esposa de este, por supuesto, asegurando la supervivencia del muchacho para el resto de su vida.

Jimin siempre lo supo... siempre supo que su padre comerciaría con él como lo había hecho con su madre a quien había pagado una buena cantidad de dinero por entregar a el niño a los brazos de su esposa infértil. 

Pero el padre de Jimin ya se había equivocado una vez en sus cábalas al suponer que su esposa adoraría a aquel hijo y, de nuevo, erraba al suponer que el se entregaría de buena gana a otro hombre que no fuera Lee dong wook, hijo de la 3° familia Lee que habían sido exiliados de Seúl en aquella época.

Hasta el momento Jimin se había resignado a ser el soporte económico de la familia aceptando que seria entregado a un Gukgong de la gran urbe de Busan, pero el día que vio el cuerpo fornido y musculoso de su vecino cuando cortaban leña, decidió que no seria otro mas que el hijo de la Gukgong.

Para su consternación los Lee no era del agrado de su padre. No es que no tuvieran fortuna. Todo Busan sabían que eran ricos. Pero los padres no eran Coreanos y caía sobre ellos la sospecha de traición al redimen del extranjero Napoleón.

Con los recaudos pertinentes y la excitación que produce lo prohibido comenzaron a verse en el carruaje que su padre tenia en el granero.




- Jimin desea descansar en este momento, Sr Jeon- Dijo el marido de Eun-Bi.- Tal vez en otro momento pueda bailar con usted.

Jimin advirtió que aquel hombre enmascarado seguía con la mano en alto sosteniendo su invitación. Suspiro mientras los recuerdos del Joven vecino seguían abrigándolo como si fueran una manta cálida en una tarde de invierno.

- El Joven esta entretenido en este momento - dijo el comandante Kim con voz menos amable que la de Zhan.

Jungkook echo un vistazo rápido al comandante. El tipo no le duraría mas que un par de minutos si insistía en impedir que bailaran. Volvió la mirada de nuevo a Jimin. Este lo miraba con los ojos entornados como si su mente estuviera lejos... en las reminiscencias de un viejo carruaje escondido en un granero.

- Jimin-ssi - dijo pesadamente como si pronunciar su nombre le costara trabajo.- Me gustaría tanto bailar esta pieza con usted.- Jimin ladeo el rostro en aquel conocido gesto que tantas veces había hecho diez años atrás.- Lo que le pido es tan poco...

Aquella frase... esa misma frase la había pronunciado el muchacho diez años atrás... la dijo clavando sus ojos oscuros sobre los suyos mientras el decidía si debía besarlo o salir corriendo para evitar enamorarse perdidamente de el.

- Por favor Sr Jeon - Dijo Eun Bi.- Nuestro invitado es un respetable comerciante de Busan que solo desea tranquilidad y una sana amistad con sus anfitriones, -Jeon siempre había sentido afecto por Eun-bi pero esta vez no la miro. Sus ojos y los de Jimin permanecían fijos el uno sobre el otro.- Sabe que me encanta tenerlo en mis fiestas - Continuo Eun Bi.- pero el salón esta lleno de damas solteras que están deseando hacer sentar la cabeza a alguien tan encantador como usted.

- ¿Jimin? - insistió el llamándolo por su nombre nuevamente.

El se sintió trasportado en la vibración de su nombre en los labios del misterioso caballero y alargo la mano lentamente. En aquel espacio que había entre su cuerpo y el lugar donde estaba la mano del hombre se sintió como hacia diez años... podía correr el riesgo o refugiarse en una soledad que jamás le haría daño... y, como si fuera otra vez aquel muchacho de dieciséis años con los cabellos sueltos y el cuerpo deseoso de ser amado, toco la mano de Jungkook, enredo sus dedos en los de el, y dijo:
- Acepto







Gukgong**

Titulo de la nobleza coreana, valido como "Duque/Duquesa"

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