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Tres meses más tarde...

Después de la trágica boda de Nikolai, si es que a eso se le podía llamar boda, había sido todo muy distinto a como se lo imaginaba.

Olive y ella habían prácticamente estado planeando como podría coquetearle sutilmente, aunque siempre llegaban a la conclusión que tan solo debía estar para él en el proceso de duelo.

Pero eso se había vuelto imposible.

La cosa era que, luego de una semana de ser plantado, había decidido tomarse el mes que se suponía estaba destinado para su luna de miel, para irse de viaje, lo cual era entendible, pero decepcionante.

Sin embargo, luego de ese mes, cuando Jenna finalmente creyó que volvería a verlo, Nikolai le envió un mensaje diciéndole que no volvería a la oficina al menos por un mes más, lo que significaba que iba a tener que cargar ella con más casos y también iba a tener que atender algún que otro de él.

Al menos no estaba abarrotado de clientes, aparentemente había dejado su agenda muy liberada, probablemente para pasar los primeros meses con su esposa.

A pesar de entender que necesitaba tiempo para él y sentirse mejor, estaba agotada, porque ya eran tres meses de su ausencia y estaba harta de lidiar con cada persona que iba, porque no daba abasto por si sola. Debía agradecer que tenía a la secretaria de Nikolai, la cual se encargaba de los llamados telefónicos y los mails, que era lo que ella más detestaba hacer.

Los golpes en la puerta de su oficina la hicieron suspirar, no esperaba a nadie, pero estaba casi segura de que sería algún nuevo cliente en busca de asesoría legal.

Hizo la taza a un lado y se aclaró la garganta antes de hablar.

— ¡Pasa! —dijo creyendo que la secretaria entraría.

Se propuso acomodar los papeles encima del escritorio mientras esperaba que la muchacha hablara, no obstante, la voz de Nikolai la sorprendió, haciendo que tirara la taza de café sobre el escritorio.

— ¡Carajo!

— ¿Te asusté? —preguntó él mientras corría para ayudarla a levantar papeles del escritorio.

— Algo así.

Jenna tomó pañuelos de su mochila y comenzó a secar el café mientras pensaba si estaba soñando o verdaderamente Niko había vuelto.

— ¿Estás bien? —preguntó Nikolai cuando terminó de secar el escritorio.

Jenna tiró los pañuelos al cesto de basura y lo miró cruzándose de brazos.

— ¿Te soy sincera?

— Por favor.

— Estoy agotada, tanto que quisiera irme de vacaciones durante un año.

Nikolai rio.

— Te debo una muy grande Jenn.

— Tonterías, es lo que hace un colega por otro.

— Pero tú no eres solo una colega —dijo él acercándose.

Jenna vio la intención de él, iba a abrazarla, entonces abrió los brazos también.

— Bienvenido.

— Gracias, prometo que voy a compensarte mi ausencia y el gran favor que me hiciste.

— De hecho, me hice de muchos clientes —bromeó—. Te he dejado sin trabajo.

Nikolai se apartó llevándose la mano al pecho.

— ¿Así que moriré de hambre?

— Tal vez si —dijo siguiéndole el juego.

— Entonces será mejor ponerme a trabajar otra vez.

Ahora o nuncaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora