♡ Capítulo tres.

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Abrí la puerta de mi habitación al escuchar la puerta de la habitación de invitados cerrarse

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Abrí la puerta de mi habitación al escuchar la puerta de la habitación de invitados cerrarse. Juré haber escuchado un murmullo de Alexis desde las escaleras, el cuál no entendí mucho, más que un "gracias".

Cerré la puerta de mi habitación, con seguro, no por desconfianza, sino por miedo propio. Me cambié de ropa, poniéndome algo más cómodo como un short de seda y una camisa larga y ancha, la cual cubría hasta la mitad de mis muslos. Me acosté en la cama y, con dolor de cabeza de nuevo, logré dormir hasta las dos horas después.

Desperté. El dolor de cabeza seguía presente. Me levanté de la cama tomando la cajetilla de cigarrillos al lado de la cama como de costumbre, y froté mis ojos con mis manos mientras salía de la habitación dejando salir un bostezo, llendo hacia el primer nivel.

Abrí la puerta corrediza de la cocina y recosté mi costado en el marco de la puerta, tomé un cigarrillo y lo puse entre mis labios, encendiéndolo, aún adormilada.

Abrí la puerta corrediza de la cocina y recosté mi costado en el marco de la puerta, tomé un cigarrillo y lo puse entre mis labios, encendiéndolo, aún adormilada

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El sonido de una puerta y unos pasos me habían despertado. Restregué mis ojos con el dorso de mis manos antes de abrirlos y sentarme en la cama. Me sentí un poco desorientado al ver la habitación desconocida en la cual me encontraba, luego recordé todo. Giré mi cabeza para ver a Carre aún dormido con la almohada sobre su cabeza, reí suavemente al verle así.

Me levanté de la cama y tomé mi teléfono, el cual se encontraba en el suelo al lado de la cama.

7:26 am.

Muy temprano. Pero será mejor para nosotros irnos y no seguir incomodando a Eleanor. Salí de la habitación pensando en ir al auto y revisar que estuviese bien o que alguien no se lo hubiese llevado en la noche. Escuché un tarareo de lo parecía ser la cocina. Lentamente, tratando de no hacer mucho ruido me acerqué a la puerta, y ahí la vi a ella.

De espaldas, recostada sobre el marco de la puerta, mientras tarareaba una canción desconocida y dejaba salir el humo del cigarrillo de sus labios. Podía ver el inmenso bosque de fondo, haciendo una imagen natural al verla así, despeinada y con su ropa para dormir. Me acerqué a ella lentamente, quedando a unos pasos de ella.

— Buenos días, niña. — Se encogió en su lugar y alzó sus manos a la altura de su rostro, dejando caer el medio cigarrillo al suelo, girándose con rapidez. Me miró con miedo. — Lo siento, te asusté. — Me quise acercar a ella para tranquilizarla, cosa que no resultó pues dió un paso hacia atrás, saliendo por la puerta.  De igual manera, di un paso hacia atrás, mirándola con seriedad y molestia, al haberse apartado.

— N-no, y-yo... — Aclaro su garganta y bajó la guardia, apretando sus manos en el borde inferior de su camisa. Inconscientemente, bajé la mirada, topándome con sus piernas desnudas, a lo que subí mi mirada rápidamente, no quería incomodarla más. — Yo lo siento, n-no... Uhm, no recordaba que estaban a-aquí. — Fingió una sonrisa.

— Ya nos íbamos de todos modos, lo siento por incomodarte. — Me disculpé, sinceramente.

Dió un paso hacia mí, dentro de la casa. Abrió su boca para decir algo, arrepintiéndose la cerró y, luego de un segundo, volvió a hablar. — Les haré el desayuno a ti y a tu amigo. — Me sonrió dulcemente y pasó a mi lado, comenzando a sacar bowls e ingredientes de los muebles de la cocina.

Yo la miraba atentamente, descifrando qué prepararía. Vi que trataba de alzarse sobre la encimera para tomar una caja de harina. Con una sonrisa divertida al ver la situación, me acerqué detrás de ella y me alcé, alcanzando la caja y la bajé poniéndola delante de ella.

Se giró un poco para poder verme y me sonrió, con dulzura y miedo. La sentí temblar. Su mirada expresaba miedo, pero su sonrisa mostraba calma.

— ¡Buenos dí– — La voz de Carre me hizo separarme rápidamente de ella y, ella por su parte, se separó de mi unos cuantos pasos mientras tomaba la caja de harina entre sus manos. — ¿Interrumpo algo? — Estaba en la puerta, mirándonos con atención e intriga a ambos.

— Haré hotcakes. — La voz de Eleanor sonó en la habitación, habló rápido.

— ¿Quieres ayuda? — Se acercó Carre a nosotros, más que todo a ella. Ella solamente negó con su cabeza y se aparto de ambos aún sosteniendo la caja de harina en sus manos y nos miró impaciente.

— Esperen en la mesa. — Habló ella de nuevo con rapidez, ambos asentimos y salimos de la cocina, yendo hacia la mesa y sentandonos.

— Apenas la conoces y ya te la estás chamuyando, hermano. — Me reprimió mi amigo en un susurro, dejando un golpe en mi brazo.

Me quejé y sobé el área con mi mano. — No me la estoy ligando, idiota, solo la ayudé, no alcanzaba la harina. —

Carre rodó los ojos. — Maldito mentiroso, si yo te vi. — Dejó otro golpe, ahora en mi cabeza, me quejé de nuevo y le lancé una mirada de fastidio. — Solo porque nos ayudó y nos dejó dormir aquí no significa que puedes chamuyartela, es más, nos tiene miedo, solo es amable. —

Desvié mi mirada a la puerta de la cocina, no la veía, pero por lo sonidos que escuchaba ya estaba poniendo la mezcla de los hotcakes en la sartén.

Me intrigas, niña.

Nos quedamos un rato en silencio, Carrera estaba entretenido en su teléfono y yo, por otro lado, estaba absorto en mis pensamientos. Pensando en ella. Se me hacía interesante y eso que apenas la conocía hace poco más de doce horas. Se veía asustada cada vez que nos miraba, cada vez que la mirábamos, cada vez que estábamos cerca. ¿De qué tendría miedo? ¿Y por qué?

Un plato delante de mi me sacó de mis pensamientos. Eran tres hotcakes dorados, esponjosos, uno encima de otro, perfectamente apilados, del mismo tamaño y del mismo grosor. Perfectos, en resumen.

— ¡Gracias! — Habló mi amigo con emoción al tener su plato delante de él. — Qué linda. — Le mostró una sonrisa, a lo cual ella asintió y sonrió con suavidad.

— Gracias. — La miré y le sonreí. Vi como sus mejillas se tornaron de un color rosa pálido, apartó la mirada sonriendo y se sentó en la silla vacía delante de ambos. Noté que no tenía un plato delante de ella. — ¿Y los tuyo? —

Me miró de nuevo, negó. — Y-ya comí. — Habló en un tono bajo.

— ¿Qué comiste? ¿Cigarrillo? — Pregunté con gracia, sacándole una risa a mi amigo. Ella bajó su mirada y rió suavemente, asintiendo. — Eso está mal. — Tomé los cubiertos y corté un trozo pequeño, acercándolo a ella. Eleanor solamente me miró con duda, y como siempre, con miedo.

— ¿Qué? — Preguntó en un susurro.

— Come. — Hablé serio, pero con aire amable.

Negó y yo insistí, acercando más el tenedor a sus labios. Rendida, abrió la boca y lo tomó, comenzando a masticar de manera lenta. Estaba complemente ruborizada.

— Muy bien. — Sonreí ampliamente. Mi mirada viajó a mi amigo, el cuál me miraba con atención y sorpresa. Mi sonrisa se esfumó. — ¿Qué? —

— Nada. — Negó y bajó la mirada, mientras seguía masticando.

Ella se levantó de su silla susurrando un casi inaudible “ya vuelvo” y se metió a la cocina. Mi mirada la siguió hasta que desapareció por la puerta y un golpe en mi pierna bajo la mesa llamó mi atención, rápidamente miré a mi amigo con notable expresión de molestia. — ¿Qué te pasa, pendejo? — Dije en voz baja, para ella no escuchara. Él solamente rodó los ojos y ambos seguimos comiendo en silencio.

You're Not My Type. [♡] Quackity n' Roier.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora