You're Not My Type. [♡] Quackity n' Roier.

♡ Capítulo nueve.

Sus manos me soltaron a los pocos segundos y me alejé, ella abrió sus ojos. Me miró con una expresión de miedo y volvió a palidecer, cosa que me preocupó.

— Lo siento, yo... — Llevé mis manos a mi rostro, alejándome más de ella y dándole la espalda. — Soy un pendejo, no quería y yo–. —

— ¿No querías besarme? — Me interrumpió, escuché como su voz sonó triste, lo que hizo que me volteara. Y exactamente, su rostro ahora reflejaba tristeza.

— ¡No! Digo, si. — Volví a acercarme a ella, tomando su rostro entre mis manos. — Pero no así... —

Eleanor me mostró una sonrisa, haciendo que me relajase. — Prácticamente, y-yo te be-besé. — Bajó su rostro, dejando salir una risa nerviosa. — Pero si no querías, está bien... —

— Si quiero. — Alcé su rostro de nuevo, pero ella miraba hacia otro lado. — Mírame, Eleanor. — Seguía sin mirarme, su mirada estaba perdida en algún punto detrás de mí. — Solo quiero conocerte más primero, eres una niña muy linda, dulce, tierna e interesante, y yo soy un pendejo que te hará daño en algún momento. —

Sus ojos pasaron hacia mí, mirándome con temor de nuevo, me maldije mentalmente por aquello. — ¿M-me harás da-daño? — Se encogió en su lugar.

Negué rápidamente. — No quiero, créeme que no, a cualquiera menos a ti. — Me sinceré, a cualquier otra chica la habría dejado aquí así y no le habría vuelto a hablar, pero con Eleanor no.

Nos quedamos en silencio, solamente nos mirábamos, no era un momento incómodo, es más, lo estábamos disfrutando. Eleanor no se veía tan nerviosa o temerosa como hace minutos atrás, cosa que me hacía sentir feliz.

¿Eleanor te hace sentir feliz?

Si.

Pero apenas la conoces.

Pero me hace sentir feliz.

Solté una pequeña risa ante mis pensamientos, contagiandola, haciéndola reír de igual manera.

— ¿Quieres que te toque algo? — Preguntó, rompiendo el silencio.

Alcé una ceja. — Si tú quieres, pero invitame a un café primero, no mames. — Su rostro se volvió rojo, y una carcajada salió de sus labios. — ¡No soy tan fácil, niña! — Repliqué, aún seguía riendo.

— ¡Eres un tonto! — Me empujó juguetonamente con sus manos y comenzó a caminar hacia las escaleras, yo fui detrás de ella.

La seguí hasta su habitación y me sorprendí al ver lo grande que era. Su cama era pequeña, pero tenía un clóset enorme, su computadora a un lado, su batería en una esquina, una guitarra eléctrica, una acústica y un piano en otra esquina, una televisión y un pequeño sofá, además de una colección enorme de libros y figuras coleccionables de superhéroes y personajes de caricaturas.