fluidos.

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Natacha.

Todo en esta noche está saliendo mal.

Por lo menos todo mi plan está saliendo terrible, gracias al imbécil con ojos océano.

No estaba en mis planes tener sexo, no con Leonardo, si embargo Max no quiso confiar en mí intuición y apostó a los números que no debía, al contrario del italiano obsesivo.

Ahora mismo quiero tomar a Max de una oreja y arrastrarlo a la habitación más cercana, para poder ahorcarlo por ser tan estúpido. Por no querer el premio gordo. Por no querer a mí.

También tengo ganas de cabalgar su rostro, pero hubo un cambio de planes abrupto. Ahora tengo que darle placer al puto Leonardo Mancini.

No me juzguen, es un tipo guapo y bien conservado, pero desde que se me cruzó Max Emilian no tengo ojos y mucho menos ganas para relacionarme sexualmente con otro hombre.

—Te espero en cinco minutos en la oficina principal —Leonardo se acerca y me susurra al oído

Finjo una sonrisa y solo asiento. Si digo alguna palabra vomitaré, no quiero que ponga sus manos sobre mí, pero son la reglas de juego.

Me concentro en la ruleta mientras vuelve a rodar para no prestarle atención al hombre que me acaba de hablar.

—¿De que carajo habla este tipo? —Max suelta una risa que llama mi atención

Está dándome la espada y mirando hacía Leonardo. Seguramente le dijo algo que no pude escuchar.

—Princesa Italiana ¿No piensas apostar? —Max me pregunta

—Oh, no —niego suavemente —. Cuando se es la anfitriona no se me permite intervenir en las apuestas, tal vez en otra ocasión, Señor Verstappen

—Señor Verstappen, me gusta como suena mi apellido en tus labios —me dedica una sonrisa

Me acerco a él inspeccionado que ninguno de los otros participantes pueda escuchar lo que estoy próxima a decir.

—Te gustará más cuando me escuches gemirlo —me deleito con la dilatación de sus pupilas mientras me mira —. Si es que tienes el privilegio de tocarme, está al alcance de muy pocos —le guiño el ojo

Observó el reloj de lujo que adorna mi muñeca, regalo de mi papá por mi cumpleaños diecinueve. Exclusivo, diseñando por el mismo.

Mis cinco minutos han pasado, es momento de ir al infierno y fingir mis gemidos.

—Caballeros, es mi momento de retirarme —sonrió y giró sin dedicarle una mirada al rubio

Estoy dando todo de mi por no saltarle encima y comerle la boca entera, pero me recuerdo que tiene novia. (No es lo que me importa en realidad) lo hace que es el cumpleaños de papá y no quiere escándalos.

Camino cotoneando mis caderas, es un movimiento exagerado, pero sensual. Jamás falla ya que atrae la mayoría de miradas, incluidas las de los magnates más importantes de Italia, o también podríamos decir que grandes amigos de papá.

Ingreso a la oficina dónde me citó Leonardo, inspeccionó el lugar rápidamente y entonces hago el ritual al que he estado haciendo para conseguir un poco de lubricación.

Juegos de Seducción; Max Verstappen Donde viven las historias. Descúbrelo ahora