Después del jodido partido contra Australia en el que casi me quitan un ojo, juro que lo único que necesito es tumbarme en la cama y respirar el olor del pelo de Bibi. Canela y vainilla. Me encanta. ¿Dónde está Bibi? Reviso las personas que me acompañan, pero no la ubico entre ellas. Achino los ojos para agilizar mi visión, pero nada. Al comenzar el partido tampoco la vi. A decir verdad, la última vez que he hablado con ella ha sido esta mañana, antes del entrenamiento. Durante el partido solo he cruzado alguna mirada con ella. La sentía estresada. Es normal. Este jaleo debe de ser agobiante.
Subo la mano y toco mi ceja. Jodida Australia. Casi me quedo ciego en ese codazo. Por suerte, todo ha ido mejor de lo esperado. Entro al pasillo de los vestuarios y alzo la vista hacia el fondo. Ahí está. Inconfundible su figura y su espalda. Inconfundible para mí, por supuesto. Camino lento y ella está entretenida con el iPad de cara a una de las paredes. Avanzo hasta ella, sigiloso.
—Me han roto la ceja y no has venido a curarme —enuncio extendiendo mi brazo por encima de ella.
—He estado ocupada todo el partido y aquí hay unos médicos excelentes. —Sus ojos recorren mi piel—. Deberías tener más cuidado a la hora de jugar. Estás magullado por completo.
—Yo... Sigo prefiriendo que me lo cures tú. —Acerco mi cara más a ella.
Bibi gira la cabeza para atenderme y agacha el iPad hasta su barriga. Me sonríe bonito y levanta su mano. Se acerca para tocarme la cara y aprieta su dedo índice contra la herida en mi ceja. Lo hace con fuerza. Con mucha fuerza, diría yo. Creía que sería más bien una caricia, pero... uf... eso ha dolido.
—¡Ah! —Me quejo—. ¿Qué haces? —Sonrío malicioso. ¿Es así como funciona esto ahora? No sabía que le iba lo masoquista.
—¿Te duele? —Levanta la barbilla seria.
—Sí, bastante. —¿Esto es un juego o algo así? Mis ojos viajaban por todo el pasillo. De momento no hay nadie merodeando por aquí. ¿Quiere que vayamos al servicio?
—Bien. Me alegro. —¿Me está regañando?, ¿por qué se comporta así conmigo? Frunzo el cejo extrañado mientras la veo girarse y avanzar dándome la espalda.
—Esto ha pasado porque no estabas a la salida a la pista para mirarte a los ojos. Ahora formas parte de mi ritual de antes de entrar a un partido. Deberías tener consideración. —Elevo los vértices, esperando a que ella reaccione.
—Pues deberías eliminarlo. Como has podido ver, no siempre estaré ahí. Además, la suerte te la buscas tú. Yo ahí no tengo nada que ver. Espero que mejore lo de tu ceja —pronuncia sin girarse a mirarme.
Me quedo en mitad del pasillo por unos segundos algo confuso. La veo doblar la esquina y creo que no entiendo muy bien esta dinámica. ¿Qué ocurre?, ¿qué le pasa a Bibi? ¿Siempre ha sido así? ¿Está esperando algo más de mí?, ¿que le ruegue un poco, por ejemplo? Me mantengo pensativo y, entonces, escucho los pasos de Juan llegar hasta mí por la espalda y me preparo para ver qué tiene que decir.
—¿Cómo va esa ceja? —Inspecciona la herida.
—La ceja bien. No me duele, pero... No sé. Da igual.
Estoy algo inquieto. Sé que Bibi tiene mucho trabajo y más ahora que es el final de todo esto. Pero... No sé. Quizás esté tensa desde lo ocurrido. Es como... Como si pareciese que todos lo saben. La entiendo. A mí también me parece que todos ellos son conscientes de nuestra relación.
—¿Qué te ocurre? —Juan arruga la frente.
—Nada. No sé. Solo que... ¿Tú notas a Bibi como siempre?
—Sí. Como siempre. Esta mañana hablé con ella antes del entrenamiento.
—¿Y qué hablaste con ella? —Me quedo fijo mirándolo. Sé cómo es Juan. Sé perfectamente cómo es. Espero que no haya metido la pata en ningún sentido. Espero que no la haya cagado diciendo algo de más.
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Un amor de altura
Romance¿Cómo enamorarte cuando no quieres enamorarte? Bibi es una joven graduada en Traducción e Interpretación en Inglés y Francés que decide dejarse llevar por su mejor amiga, Candela. Ambas presentan su currículum como trabajadoras para los Juegos Olímp...