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Varias salpicadas de agua me hicieron cobrar los sentidos. Abrí los ojos como platos cuando alguien agarro un balde de agua bien fría y me lo arrojó en el rostro.

-¡Ah! -grité con dificultad debido a que estaba amordazada-. Mmmm

-Vaya, al fin despiertas -dijo el mismo que me tiró agua «Claro, como no iba a hacerlo, de ese modo tan delicado, ¿quién no lo haría?»

Todos reían en ese momento mientras yo trataba de recordar lo sucedido.

No podía ver claramente, todo daba vueltas y sus figuras se distorsionaban. Mi cabeza parecía que iba a explotar, me sentía débil, cada parte de mi cuerpo me dolía.

Aún estaba confundida ¿Quiénes son? ¿Qué quieren? No dejaba de preguntarme ¿Qué son?

Mi vista se iba aclarando y fui observado el entorno desde las paredes agrietadas hasta el techo que en cualquier momento podía caernos encima.

Mientras yo estudiaba el lugar, ellos me miraban con ojos llenos de lujuria y como mi vestido, que era blanco y de una tela fina, estaba empapado, eso hacía que cada parte de mi cuerpo se marcara.

¡Qué vergüenza! Mis ojos en ese instante se llenaron de lágrimas y los cerré con fuerza como si al dejar de ver yo ellos también lo hicieran, me sentí superavergonzada y el frío que sentía se sustituyó por una inmensa calor, todo mi cuerpo sudaba

Trate de cubrir mi cuerpo con mis manos, pero estaban atadas a una especie silla que se encontraba al final de la habitación.

No, no, no ¿Qué hago? Estaba desesperada, trate de gritar mas fue imposible. Era horrible, sí, tener que callar y suprimir mis emociones. Sentí que en cualquier instante iba a estallar por no poder liberar la ira, tristeza y el temor, que se acumulaba y se mezclaban en mi alma.

Todos ellos vestían de negro de pie a cabeza como aquella vez. Trate de verles los rostros para grabarlos en mi mente y así hacerles pagar, claro, si salía de esta con vida.

Entre ellos había uno muy diferente, un poco más alto, delgado, pero tenía una postura curva.

-¡Cállense ratas! -grito ese sujeto haciendo que todos guardasen silencio-. Fuera de aquí -movió sus brazos

-Sí, señor -accedieron rápidamente.

No sé qué era peor si estar rodeada por muchos o solamente con él. Sentí escalofríos cuando me dirijo su espeluznante mirada, volteé un poco mi rostro hacía a la izquierda, no quería mirarle por lo que con sus frías manos me obligó hacerlo y me quito el cubrebocas bruscamente.

-¡Ayuda! -grité aun sabiendo que nadie lo haría, pero aun así no quería perder la esperanza, no quería rendirme. Él reía con mucho placer y disfrutaba verme así.

-¡Qué tonta! ¡Aquí nadie va a escucharte!

—¡¿Qué quieres de mí?! -grite con ira-. ¿Riqueza? Mi reino está en decadencia. Si quieres dinero no lo obtendras —Ay que dije, ahora si tienen un motivo para matarme.

No respondió mi pregunta, deslizó sus dedos por mi cabello, lo cual me produjo náuseas.

—Qué hermoso cabello —dijo mientras lo acercaba a su rostro y lo olía ¿Qué?

¡Qué raro!... le gusta mi cabello. Era extraño, sí porque casi todos lo odiaban, decían que era hija de un demonio ya que no me parecía a mí padre y hermanas que lo tenían de color negro como una noche sin estrellas.

Cuando era pequeña y solia llorar en los rincones del castillo por ser diferente, odiaba serlo, pero mi padre, mi abuela e incluso Andrea siempre me apoyaban y gracias a ellos pude seguir adelante, y ver la vida con otros ojos.

Reina De Sangre [En Curso]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora