Capítulo 2.

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Ya llevábamos una semana en nuestra nueva casa y aún no me he acostumbrado a mi nuevo cuarto. Mañana es mi primer día en la universidad. Estoy completamente aterrorizada. No me ha ido nada bien cuando estudiaba y no lo digo por los estudios, si no, por las personas. Concretamente tres personas. Se habían dedicado a hacerme la vida imposible e incluso había alejado a las pocas amigas que tenía de mí.

No paro de dar vueltas en la cama. No puedo mantener los ojos cerrados.
Escucho como la lluvia golpea mi ventana. Lleva desde la tarde lloviendo con intensidad. La lluvia es una de las pocas cosas que hacen que me calme.

Doy un suspiro y me levanto de la cama sabiendo que no iba a poder dormir. Decido alzar la persiana para ver como llueve. Abro una rendija de la ventana, lo suficiente para que no entre el agua de la lluvia dentro de mi cuarto. Inspiro profundamente el olor a tierra mojada mezclado con el suave olor marino proveniente del mar.

Vuelvo a ir a la cama y cojo el libro que me estaba leyendo. Leo hasta que no puedo más debido al cansancio. Dejo el libro en mi mesita de noche decidida a poder dormir de una vez.

Abro los ojos de golpe. Fuera se había escuchado el estruendo de un trueno. La lluvia no había parado si no que había empeorado. Me froto los ojos aún sonñolienta y miro la hora. Me da un vuelco al corazón. Si no me daba prisa iba a llegar tarde a mi primer día de universidad.

Pego un salto de la cama para correr al baño y comenzar a vestirme. Ya vestida corro a meter una libreta y un bolígrafo en la mochila por si hacía falta apuntar algo. Corro de nuevo a la cocina donde está mi madre.

- Buenos días. Ya pensaba que te habías quedado durmiendo.- Yo sigo corriendo preparándome algo para desayunar. Le sonrío con una galleta en la boca y cojo mi mochila. Me despido con la mano, ella me desea suerte y me lanza un beso.

Abro la puerta que da a la calle. Fuera sigue diluviando. Miro alrededor de la casa buscando un paraguas pero no veo ninguno por lo que me pongo la capucha y corro hacia la parada del autobús más cercano. Mi universidad quedaba a las afueras de la ciudad. Era imposible llegar andando.

Resguardada bajo el techo de la parada del autobús, me quito la capucha. Cojo mi pelo y lo estrujo intentando eliminar el exceso de agua. Mi humor ya empezaba a empeorar por momentos. No he dormido bien, me levanto tarde y encima me empapo. Frustrada me siento en el banquito que tiene la parada del autobús cuando a lo lejos lo veo venir.

Me levanto y entro en el autobús. Está muy lleno de gente y no puedo ver el final de este. Intento pasar un poco más para en medio porque no me gusta estar justo en la puerta. Esquivo a unas cuantas personas tras varias disculpas por empujar a algunas sin querer por el poco espacio. Me sujeto en una de las barras para no caerme. Doy un suspiro agobiada por estar rodeada de tanta gente.

- ¿Te gustó la pizza?- Me susurra alguien en el oído. Doy un respingo porque no me lo esperaba y me giro para ver de quién se trata. Unos ojos verdes con motitas marrones están mirándome fijamente. Mi humor decae más si puede ser. No tengo ganas de bromas.

- ¿Cómo dices? - Me hago un poco la que no sabe de que habla.

- Sabes bien de lo que hablo. Mi cara no es fácil de olvidar.- Vaya engreído. Yo le hago una mueca y me vuelvo a dar la vuelta.

- ¿Me vas a ignorar? - Cojo mis auriculares y me los pongo para evitar hablar con él. Al rato noto como me quita uno de los auriculares. Me giro enfadada.

- ¿Se puede saber qué haces? - Le intento quitar el auricular pero el lo alza y, como es más alto que yo, no lo alcanzo.

- Quiero saber que escuchas.- Me dice con una sonrisa burlona. Yo pongo los ojos en blanco. Que pesado.

Amor ManchadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora